Sweep of Stars

Afronto la reseña de este libro con sensaciones contradictorias, ya que he de valorar por una parte el atractivo innegable de las ideas expuestas pero en el otro lado de la balanza he de situar la dificultad que he tenido para leerlo.

Sweep of Stars es un libro ambicioso, la primera parte de una trilogía de ciencia ficción escrita con unas raíces africanas muy presentes en toda la obra. El escenario es fascinante y la cultura que se nos describe no puede ser más atractiva. El problema, a mi entender, está en la ejecución.

Los numerosos puntos de vista están también escritos utilizando distintas personas, y aunque parece que la segunda persona del singular está de moda últimamente, hay que saber utilizarla muy bien, como por ejemplo en Ogres. No contento con esto, Maurice Broaddus también utiliza la segunda persona del plural en una nueva vuelta de tuerca que no parece del todo justificada. Las muchas voces utilizadas en la narración nos ofrecen la pluralidad de la que hace gala la organización espacial descrita en el libro, pero en ocasiones resulta confusa y hace perder un poco de coherencia a la historia. También es posible que este problema sea exclusivamente mío, ya que a estos cambios se añade el uso de terminología propia que me hacía tener que recurrir muy a menudo al glosario, por lo que se rompía un poco la continuidad de la lectura. De nuevo, esta puede ser mi percepción y que otra persona con mayores conocimientos de Diáspora africana no tuviera tanta necesidad de muletas como a mí me han hecho falta.

Los temas tratados son tan variados como interesantes. Desde el fanatismo religioso a las posibles organizaciones políticas, desde el recuerdo de la esclavitud a la exploración de agujeros de gusano, desde las conspiraciones políticas al amor y la preocupación de una madre por su hijo enfermo… Son temas universales, pero aún así el autor consigue añadirles una pátina de originalidad por la situación en la que se desarrollan.

Estamos hablando de una novela colosal que puede marcar un hito en el afrofuturismo, y de la que me gustaría leer la continuación, espero que con más conocimiento que me permita sumergirme con mayor facilidad en la lectura.

Roadmarks

La tiranía de las novedades es una expresión que se aplica bastante bien a la elección de mis lecturas, aunque algunas veces me rebelo contra ella para redescubrir algún libro que se pasó desapercibido en su momento, o directamente es más viejo que yo, como es el caso de Roadmarks, de Roger Zelazny. Aprovechando que existe versión en audiolibro, me puse con esta obra de ciencia ficción que podría estar escrita perfectamente en la actualidad, no ha envejecido casi nada.

Hace poco reseñé Last Exit y me ha llamado mucho la atención leer Roadmarks, que parece claramente una precursora de la nueva obra de Max Gladstone después y no antes.

La idea en la que se basa Roadmarks es una carretera en la que se viaja en el tiempo, hacia el futuro si vas en una dirección y hacia el pasado si vas en la contraria. Esta idea, escrita hace más de 40 años, ya debió de ser rompedora en su momento, pero si además le añadimos el carácter experimental del libro, del que hablaré a continuación, la mezcla es explosiva. Y hay dragones, por si faltaba algo.

Los capítulos de la novela se dividen en dos tipos: unos que siguen una narración más o menos lineal y otros que son tramas secundarias que influyen en la historia pero que están totalmente desordenadas, por lo que es labor del lector ver qué posición ocupan dentro de la línea del tiempo. Esta tarea, no es fácil, pero lo es aún menos con el formato audiolibro, ya que todo queda a merced de la memoria del lector, porque es más complicado ir saltando de capítulo y viendo donde encaja cada pieza con un audio que con un libro físico o digital.

La narración de Matt Godfrey es estupenda, te sumerge en la lectura y facilita la comprensión con su forma de interpretar a cada personaje. Pero, como ya he dicho antes, no me parece que Roadmarks sea un libro al que le favorezca especialmente el formato.

Zelazny también hace gala de su portentosa imaginación en cada capítulo del libro. Prácticamente en el comienzo nos encontramos con T-Rex teledirigido que simplemente está ahí porque supongo que le haría gracia en ese momento, no tiene más relevancia en la historia. Me gusta también cómo explica la posibilidad de que se altere la historia conocida hasta ahora como distintas salidas de la carretera y cómo las que se alteraron en su momento fueron quedando en desuso y ahora son prácticamente intransitables.

El nudo de la novela trata sobre Red Dorakeen, un viajero de esta autopista infinita que es incapaz de dejar de viajar porque tiene interés una búsqueda, aunque realmente no sabe lo que está buscando. Y, también por razones desconocidas, un antiguo socio lanza una compleja operación buscando su muerte, para lo cual dispone de 10 oportunidades. No quiero entrar más en la trama por no destripar el libro, aunque tratándose de Zelazny es difícil que se vea venir el desarrollo de la historia.

Una lectura entretenidísima y una justa reedición de un clásico de la ciencia ficción que sigue vigente hoy en día.

Mickey7

Ya había leído otras novelas que se centran en el uso de clones para la exploración espacial, como la estupenda Six Wakes de Mur Lafferty o la menos conocida Death of a Clone de Alex Thomson. Sin embargo, aunque la premisa es similar, el desarrollo de la novela de Edward Ashton no tiene nada que ver, en vez de escoger un camino de investigación nos encontramos con una novela divertida y algo reivindicativa.

La humanidad se ha ido expandiendo por el universo en una suerte de nueva diáspora colonizando los mundos disponibles aunque con una alta tasa de fallo en esta tarea. El uso de la tecnología de clonado para realizar tareas que puedan provocar la muerte del sujeto implicado no está muy extendida por razones religiosas y por sucesos del pasado reciente, por lo que nuestro protagonista, la séptima iteración de Mickey Barnes, es el único clon en la expedición a Niflheim.

Mientras que el resto de los participantes en la expedición son la crema y nata de la sociedad de la que parte la empresa, Mickey utiliza el viaje como vía de escape a sus problemas, en un puesto que nadie en su sano juicio aceptaría. La personalidad de Mickey es bastante pusilánime, le gusta escaquearse en lo posible de sus labores aunque al final acabas empatizando con su forma de ver la vida… o la muerte.

La forma de narración que escoge Ashton, una primera persona muy bien definida con selectos pasajes de las pasadas vidas de Mickey es todo un acierto. Así vemos cómo los hechos del pasado van influyendo en el presente. Situar la acción en una colonia al borde del fallo por las condiciones inesperadas del planeta colonizado le sirve para que los hechos se vayan precipitando uno tras otro cual fichas de dominó y la consideración de cada proteína y recurso gastado como algo irremplazable también hace que en ocasiones la lectura pueda llegar a ser un poco agobiante, pero como todo el libro está bañado en ese humor sarcástico al que hacía referencia antes, el mensaje que nos quiere hacer llegar el autor entra con más facilidad.

Me interesa sobremanera el tratamiento que se hace de la paradoja del barco de Teseo, aunque no es una discusión filosófica de por sí, sí que nos hace reflexionar bastante.

La película del libro está en desarrollo, aunque no tengo muchos datos sobre ella, tengo curiosidad por saber cómo se van a reflejar los diálogos interiores del protagonista.

En definitiva Mickey7 es una novela entretenida, divertida y que puede que nos haga reflexionar un poquito.

The Extractionist

No sé qué pasa este año que casi ninguno de los libros que estoy leyendo consigue atraparme. Por cambiar un poco de palo le di una oportunidad a The Extractionist de Kimberly Unger, un thriller cyberpunk correcto pero que tampoco es rupturista.

En The Extractionist, Unger nos cuenta la historia de Eliza McKay, una hacker freelance especializada en recuperaciones de personas cuya mente ha quedado atrapada en algún tipo de realidad virtual. El concepto resulta muy interesante, la posibilidad de proyectar tu consciencia en lo virtual y luego volver a tu cuerpo real con las experiencias adquiridas allí. Pero, según relata la autora, si en las experiencias virtuales la persona sufre algún cambio de paradigma ahí es dónde tiene que entrar en juego un profesional de la extracción. El trabajo de McKay, muy especializado, está un poco a salto de caballo entre borrar detalles escandalosos de famosos atrapados en situaciones comprometidas y la recuperación de personas dentro de la cultura corporativa.

Para poder tener esta tecnología de inmersión, es necesario un cableado interno y la presencia de nanobots que restauran las conexiones neuronales, así como la ingestión de precursores de serotonina y otras sustancias que se consumen en gran cantidad cuando la capacidad de procesamiento del cerebro también aumenta. Esta es la parte que más me ha interesado de la novela, aunque por desgracia la autora no se detiene demasiado en ella. También resulta muy realista la representación de la cultura empresarial, esa carrera desesperada hacia adelante para conseguir mantener el puesto, bien reflejada en la necesidad de ir adaptando el hardware del cuerpo a la última tecnología, sin reparar en las consecuencias que esto pueda conllevar.

Sin embargo, el desarrollo propio de la novela es demasiado acelerado y puede llegar a ser confuso. Unger no destaca precisamente por su prosa, y la representación de la Realidad Virtual, la creación de código al vuelo, la representación de los ataques software como algo perceptible con la visión gracias a la tecnología no me convence. Tampoco me ha resultado verosímil el tratamiento de las inteligencias artificiales porque no es consistente a lo largo del relato.

Quizá sea una novela de futuro demasiado cercano pero para mí no es suficiente, lo que la deja como un thriller entretenido con el que pasar el rato.

Bluebird

Cuando tuve conocimiento de la existencia de Bluebird, lo primero que me llamó la atención fue la portada, aunque la sinopsis tampoco se quedaba corta. Me animé a leerla y me he encontrado con una aventura espacial que requiere un poco de suspensión de la incredulidad pero que te mantiene entretenida durante sus 400 páginas sobre todo por lo majos que son sus personajes, con sus idas y venidas que realmente llegan a importarte.

El universo en el que se sitúa la obra vive en el enfrentamiento constante de tres facciones desde hace 10000 años (aquí es donde ya tienes que empezar a dejarte llevar) cada una con sus propias particularidades, pero que en general son dirigidas por Malvados Poderes en las Sombras TM que solo buscan mejorar su posición en esta guerra casi eterna. En los pocos intersticios que quedan sobreviven aquellos que no desean pertenecer a ninguna de las facciones y que incluso se enfrentan a ellas para liberar a los subyugados, aunque consigan ser poco más que molestias temporales para las gigantescas corporaciones. También hay distintos tipos de ser humano con características especiales, como cuatro brazos o capacidades telepáticas, aunque no se explora en demasía esto.

Conoceremos a Rig, la protagonista de esta historia, en plena huida de la facción a la que pertenece con un desarrollo armamentístico que podría cambiar la situación de status quo que existe ahora mismo. Y a partir de ahí, seguiremos sus andanzas.

El libro necesita demasiado de las casualidades y, en general, de la buena voluntad y la suerte de los protagonistas para avanzar, pero salvando este obstáculo (que puede ser excesivo para algunos lectores) la narración fluye de una forma muy agradable. Veremos cómo Rig se ve envuelta primero en una persecución, cómo encuentra una aliada inesperada y cómo se precipitan los acontecimientos desde entonces. Un poco alocado, pero muy divertido.

Me gustaría hacer especial hincapié en las relaciones entre los personajes, desde el amor profundo que tiene Rig por su pareja (que pertenece a una de esas odiadas facciones) a la amistad que surge con Ginka casi de casualidad pero que será pivotal para el desarrollo del libro. El libro tiene algunos interludios que van informándonos del pasado para ofrecernos una visión más completa de la historia y también nos va dando atisbos de la avanzada tecnología que permite el control que algunas de las facciones ejercen sobre sus súbditos, aunque las estrategias de “lavado mental” que se utilizan son más viejas que el campo.

Bluebird es un libro profundamente optimista, y se nota en la sensación de bienestar que deja cuando lo estás leyendo. Quizá no sea la cumbre de la originalidad, pero es más que entretenido y cumple perfectamente su función.

La vía del futuro

Fue un auténtico placer escuchar las intervenciones de Edmundo Paz Soldán en el festival 42 del año pasado, así que no iba a pasar mucho tiempo sin que me leyera La vía del futuro, su última recopilación de cuentos. Son relatos de un futuro tan, pero tan cercano, que casi podría decirse que los estamos viviendo en la actualidad.

Como toda recopilación de relatos hay cierta variedad pero se puede decir que la calidad de todos ellos es cuando menos notable. Especialmente llamativo es el primero, por el uso del sincretismo del que ya hizo gala en Iris y que ahora se transforma en el centro del relato que da título al recopilatorio, escrito a base de recortes periodísticos que dibujan un collage de creencias relacionadas con las inteligencias artificiales.

Mencionaba anteriormente la inmediatez del futuro planteado por Edmundo y podemos tomar como ejemplo el uso de las criptomonedas en “El Señor de la Palma”, cómo se burla de la falsa meritocracia que hace pensar al trabajador que si se esfuerza lo suficiente logrará prosperar, cuando lo cierto es que la ascensión a la cima ya está viciada de antemano.

Un tema que está menos de moda en la actualidad, o al menos así me lo parece es la ufología, pero el autor lo utiliza también en “Mi querido resplandor” tal vez más como una mirada al pasado que nos ha traído hasta aquí que como una extrapolación de lo que puede pasar en los años venideros. Quizá el tema ovni está más superado en la actualidad por las teorías de “bosque oscuro” o quizá sólo está esperando al revival de turno.

En “La muñeca japonesa” Edmundo nos expone a la deshumanización que los maltratadores vuelcan sobre sus parejas haciendo el paralelismo con el interés que despierta en el protagonista tener siempre el último modelo (pirata o no) de autómata, no necesariamente sexual pero siempre con esa connotación inherente.

Cambiando totalmente de palo, con “El astronauta Michael García” Paz Soldán aprovecha para hacer reivindicaciones de clase, pero el mensaje tal vez se pierda un poco por el final lisérgico y contundente del cuento.

“Las calaveras” me ha recordado en cierta forma el mensaje de Mónica Byrne en The Actual Star y la trascendencia que pueden tener las acciones más cotidianas y las menos habituales también.

La droga ya estaba muy presente en otros trabajos de Edmundo, pero en “En la hora de nuestra muerte” y en el siguiente relato “Bienvenidos al nuevo mundo”, que finalizan la antología, son el punto central. Y en ambos relatos son el detonante de la búsqueda de algo más allá, bien como huida de la situación actual bien como siguiente paso en la evolución.

Recomiendo mucho la lectura pausada de los relatos recogidos en La vía del futuro.

Ogres

A estas alturas de la película no creo que sorprenda a nadie afirmando que Adrian Tchaikovsky es un autor extremadamente prolífico y que es difícil seguir su ritmo de publicación, así que si encima pretendemos ponernos al día también con las obras que por alguna razón se han ido quedando atrás, la lectura se convierte en una tarea titánica.

Afortunadamente, también se prodiga escribiendo obras más cortas, como esta Ogres, que ayudan a compensar un poco el atracón de páginas.

Ogres es una novela corta que utiliza la segunda persona para que nos metamos directamente en la piel del protagonista, lo cual tiene un efecto inmediato de inmersión en la historia muy acertado. Además, debido a la longitud de la obra, no pierde su magia a lo largo de todo el volumen. Muy acertada esta elección por parte del autor, que demuestra mucho oficio.

También se puede considerar que la novela corta mezcla géneros, empezando en un entorno fantástico-feudal, con referencia incluso a la leyenda de Robin Hood, pero que luego evoluciona hacia otro tipo de historia, con ciertos toques de miedo, o al menos de truculencia, que se añaden a la mezcla.

Estamos ante una versión muy simplificada de la eterna lucha de clases, esta vez propiciada por una diferencia aún más marcada entre pobres y ricos que la simple economía, pero aunque es ciertamente exagerada no deja de ser una referencia al sistema actual. ¿No es cierto acaso que los hijos de los más pudientes, por el simple hecho de serlo, tienen de partida muchas más oportunidades que los que no lo son? Pues Tchaikovsky parte de esa idea y la lleva hasta el extremo.

Tampoco falta un poco de crítica al belicismo en el libro, con una representación bastante acertada de las batallas en las que los generales enviaban a los soldados a morir casi como en una partida de ajedrez para su regocijo.

Ogres es un libro bastante accesible y recomendable, no es de las mejores obras del autor pero no porque sea mala, si no porque Tchaikovsky alguna vez raya la perfección.

Blindspace

La verdad, he quedado decepcionada con Blindspace, la segunda entrega de la saga The Common de Jeremy Szal. Quería que me gustara, pero no he llegado a conectar en ningún momento con la lectura, me parece que el autor se ha esforzado tanto en hacer la obra más grande, más agresiva, más dura que la anterior que se ha pasado de rosca y ha conseguido que me sea indiferente, que es casi lo peor que le puede pasar a un libro. La longitud de la novela tampoco acompaña y es posible que a otro tipo de lector que busque más la acción desenfrenada el libro le encaje mucho más que a mí.

Recordemos que en la primera entrega de la saga, Stormblood, donde conocimos al protagonista Vakov Fukasawa, el autor se centraba bastante en los problemas de la drogadicción a la tecnología alienígena que infestaba el cuerpo de algunos guerreros de élite y que también se utilizaba para traficar con ella. En esta segunda entrega, sin embargo, decide centrarse en la transformación que está sufriendo Vakov a causa de este ataque parasitario y cómo oculta los cambios a todos sus conocidos para intentar protegerlos (pista, sale mal).

Szal parece que sigue empeñado en hacernos ver la parte humana de los luchadores, algo que comprendo, pero lo hace de una forma tan poco sutil que es como un ladrillazo en el colodrillo. Es un buen principio intentar hacer la contraposición entre la familia de cada uno (esa te la encuentras ya formada) y la familia escogida de cada uno, por intentar poner en situación lo que cuenta el autor, pero estoy segura de que habría formar más sutiles de hacerlo. No hace falta hablar de “my fireteam, my family” cada dos párrafos, mi capacidad de memoria es mayor que eso.

Los personajes son histriónicos, exagerados en sus reacciones y en su forma de actuar. Conoceremos a algunos alienígenas más pero todos están cortados por el mismo patrón, el de la violencia y la chulería como forma de defensa ante la maldad de los enemigos. Los planes de las distintas facciones son cristalinos y las “revelaciones” pues tampoco es que descorran un velo que había ante nuestros ojos, si ya sabemos que los malos son muy malos y les gusta torturar a la gente, os recuerdo que están experimentando con ADN alienígena parasitario para ver si consiguen mejorar a la humanidad, hermanitas de la caridad no van a ser.

No obstante, he visto muchas reacciones que ponen la novela muy bien, así que es posible que yo no sea su público objetivo o que no haya conseguido conectar con ella. Si buscas acción a raudales, enfrentamientos de todo tipo (espaciales, de combate cercano, francotiradores…) y no requieres mucha verosimilitud, este puede ser tu libro.

Now Will Machines Devour the Stars

Me da la impresión de que está pasando bastante desapercibida esta estupenda saga de ciencia ficción, que aúna de forma totalmente armoniosa humanos aumentados, inteligencias artificiales y una prosa exigente pero muy bella.

En esta quinta entrega de la serie, Benjanun se centra en la pareja formada por Anoushka y Numadesi, como máxima autoridad de la Armada Alabastro. Ya conocíamos su relación de otras entregas anteriores, pero la autora se permite ahora profundizar en sus raíces y en las consecuencias de la ayuda que recibió en su ascenso vertiginoso desde el más completo anonimato.

La presencia de las inteligencias artificiales que comienza siendo testimonial en la novela va tomando más protagonismo conforme se desenreda el complejo entramado de traiciones y suplantaciones del que Anoushka parece ser el principal objetivo.

Las primeras entregas del Machine Mandate se podían leer de forma más o menos independiente, pero ahora es una necesidad imperiosa conocer todo lo que ha ocurrido con anterioridad para poder seguir el hilo de la narración y captar todas las referencias, desde el vientre del leviatán a lo que pasó con la otra esposa de Anoushka, pasando por las necesidades de los haruspex (híbridos entre humano e IA).

El detonante de todo el conflicto es la necesidad de las Inteligencias Artificiales de evolucionar y el impedimento que su propia arquitectura les supone a la hora de incrementar su poder computacional. La necesidad de cambio, algo intrínseco en el ser humano pero que los algoritmos no pueden emular.

En el aspecto formal, Sriduangkaew continúa con una elección exquisita de las palabras y de las frases que visten la historia de una belleza apabullante. Las referencias a la mitología asiática tampoco se dejan de lado en la nomenclatura de las Inteligencias Artificiales, casi como un guiño a los nombres de las mentes de Iain M. Banks.

Además, si estáis interesados en la tendencia actual que se podría denominar “Lesbianas en el espacio”, que quizá surgió a raíz de The Stars are Legion de Kameron Hurley, lo cierto es que Benjanun se puede considerar casi una precursora de este nicho de mercado.

Si no he conseguido convenceros con mis argumentos, también me gustaría mencioar que la primera entrega de la saga And Shall Machines Surrender, de hecho está recomendada por Mariano Villarreal en su recopilación de libros en busca de traducción.

Termination Shock

El cambio climático es una gran fuente de inspiración para escritores, incluso se ha llegado a denominar un nuevo subgénero que lo trata como clifi. No es de extrañar pues que Neal Stephenson lo haya escogido como el tema principal del que trata su nueva novela, Termination Shock, de más de 700 páginas.

Termination Shock posee las virtudes que gustarán a los seguidores habituales del autor, pero por desgracia, también los defectos que están haciendo más inaccesibles sus últimas obras. No llega a los niveles de Fall, or Dodge in Hell, pero ciertamente tiene muchas más páginas de la que necesita. Es una novela de futuro tan pero tan cercano que casi es pasado mañana. El autor ha conseguido incluso meter referencias al COVID y sus efectos a largo plazo.

El comienzo del libro juega al despiste, ya que veremos a uno de los protagonistas en una persecución vengativa tras un cerdo salvaje que mató a su hija. Y solo con eso ya sabemos que el libro va a tener muchas divagaciones, pero es que eso es marca de la casa del autor.

Desde un punto de vista completamente científico e ingenieril, un millonario tejano pone en marcha un plan para revertir parte del calentamiento global y evitar la subida de los océanos. Pero claro, esta intervención prácticamente unilateral provocará reacciones de todo tipo, ya que algunos países se verán perjudicados por ella y otros beneficiados. En paralelo se va desarrollando otra línea de la historia centrada en otro personaje, que tendrá su protagonismo después. Aquí también vemos varias de la obsesiones del autor, como son las artes marciales y las personas de ascendencia variopinta, aunque esto último está presente en casi todo el “casting” del libro. Las personas cuyos padres y abuelos son del mismo pueblo o ciudad somos demasiado aburridas para el autor.

Que un solo actor, forrado de billetes pero al fin y al cabo solo una persona, sea capaz de actuar de forma “efectiva” contra el cambio climático da que pensar. Se nos llena la boca con la responsabilidad individual, sobre si podemos cambiar o no algo con nuestros actos, y llega Stephenson a poner negro sobre blanco que se pueden hacer cosas que afectan a nivel planetario, tanto para bien como para mal.

Resulta también curiosa la visión del autor sobre la monarquía parlamentaria, en este caso sobre los Países Bajos, pero supongo que extrapolable a los demás países que todavía tenemos ese ordenamiento.

No es un libro que se pueda recomendar alegremente porque como digo, parece destinado a los fans ya habituados a la obra del escritor. Reconozco también que la versión en audiolibro, que supera las 20 horas, es quizá más llevadera por la buena labor llevada a cabo por Edoardo Ballerini. Stephenson tiene un don para explicar los conceptos de una forma que resulta bastante asequible para los demás y es cierto que se puede aprender un poco sobre la lucha contra el cambio climático en estas páginas, aunque en este sentido no le hace sombra al The Ministry for the Future de Kim Stanley Robinson.