Gnomon

He invertido mucho tiempo en la lectura de Gnomon, la titánica obra de Nick Harkaway. También he pasado tiempo pensando en la reseña, no porque (como se dijo de Mike Oldfield en su día) en una obra tan larga forzosamente te tiene que gustar una parte, si no porque creo que tiene muchas ideas interesantes.

Lo primero que chocará al lector es la estructura tan extraña escogida por el autor para contar su historia. Recuerda a la utilizada en El Atlas de las Nubes, pero como si a este libro le hubiéramos añadido un triple tirabuzón carpado. La subjetividad de la narración da juego para esto y más, pero aún así no deja de ser una apuesta muy arriesgada de la que no sale necesariamente exitoso siempre.

El argumento subyacente es de rabiosa actualidad. En un futuro Reino Unido post-Brexit la vigilancia y la supervisión por parte del Estado es constante y aceptada, casi unánimamente, con regocijo. La seguridad es mayor si todo está supervisado, ¿pero dónde queda la libertad? La pesadilla de Doctorow y Orwell hecha realidad.

¿Cuál es la minúscula contrapartida de este perfecto y maravilloso sistema? Algunas veces hay que hacer “lecturas mentales” de algunas personas para estabilizar el entramado. Es un procedimiento probado, nunca pasa nada, … hasta que pasa.

Gnomon, no obstante, es mucho más que esto. La inteligencia y el conocimiento de la cultura clásica de Harkaway sale a relucir en más de una ocasión, así como su capacidad para hilar historias interesantes. Pero tiene un problema de fondo, que se aprecia más conforme vas pasando páginas y es que el autor se “recrea” en su propia complejidad. Las cualidades oníricas de algunos de los pasajes y la subjetividad en general le permiten hacer lo que quiere con el libro, saltándose sus propias reglas y creando una sucesión de Deus ex machina que acaba resultando irritante, cuando no directamente agotadora. Creo que se podría haber reducido mucho, MUCHO, el volumen del libro y eso que habríamos salido ganando.

Las múltiples capas que forman Gnomon se relacionan de muy diversas maneras, desde la repetición de palabras claves a las que hay que estar atento a otras un poco más burdas, en las que el autor prácticamente te lleva de la mano hasta el descubrimiento. Hubiera preferido ir uniendo yo los hilos, pero no sé si la ausencia de algunos infodumps hubiera soslayado el problema de la longitud.

La novela hace honor a su nombre como algo que se sale de lo habitual, es una lectura fascinante pero exige un esfuerzo continuado al lector que no muchos estarán dispuestos a entregar.

Binti : The Night Masquerade

Como no hay dos sin tres, tenía que terminar la trilogía de Binti con la lectura de este Binti : The Night Masquerade. Si alguien se esperaba un final pirotécnico se verá desfraudado, porque esta tercera entrega sigue el camino pautado por las anteriores.

Comentaba el otro día con mi amigo @mertonio que hay libros que son más importantes por lo que representan que por el libro en sí. Me temo que las historias de Binti tienen más implicaciones que el interés de la propia narración. Por ejemplo, en esta última entrega ocurren hechos que son extraordinariamente previsibles por lo que la lectura se convierte a ratos en un: “¿a que sé qué pasa ahora?” con 100% de probabilidad de acierto.

En cuanto al significado de The Night Masquerade al que se hace referencia en el título, es muy inocente pensar que una farsa pueda decidir el destino de un pueblo, pero basta con mirar a nuestro alrededor para ver cómo influyen en nuestras decisiones otros elementos igualmente cuestionables.

Y sin embargo, entiendo que se defienda la novella. Esta escrita desde la emoción, esto es innegable, pero también pugna por la normalización de los personajes. Es un alegato pacifista a favor del diálogo entre pueblos, una petición para olvidar rencores tan antiguos que ni siquiera se recuerda el origen y principalmente, una defensa a ultranza del mestizaje como forma de evolución. Si las bacterias intercambian ADN para hacerse más resistentes, ¿por qué no va a hacerlo un ser humano?

Como final de una trilogía me parece incompleto pero como comienzo de una nueva historia creo que sienta bien las bases para una continuación, que espero sea mejor.

Horizonte 6

Me decidí a leer esta novela como parte del proyecto de Disección de novelas del infatigable cuestionable Origen Cuántico. Aunque la tozuda realidad me ha impedido participar en la disección, no por ello he dejado de leer esta recomendable colección de relatos.

Horizonte 6 lo componen cuatro relatos de diferente factura relacionados entre sí por un hilo conductor débil. Aunque se pueden leer por separado, se pierde la visión de conjunto. Mi preferida es la primera, con un componente científico muy acusado, pero que consigue que la lectura no se vuelva árida. De hecho es casi divulgativa, con sus notas a pie de página explicando conceptos sobre recepción de señales astrofísicas.

Los otros relatos tocan temas tan interesantes como la inteligencia artificial y el primer contacto. Curiosamente, el tratamiento de este primer contacto con una civilización alienígena recuerda mucho a la trilogía de Liu Cixin que comenzaba con The Three-Body Problem, pero de una forma mucho más condensada.

También merece destacarse el último relato, donde conoceremos a una especie alienígena muy distinta a los humanos y con un propósito también muy marcado. Me ha encantado la elección de los nombres, totalmente ilegibles pero con unos signos de sumatoria al principio que no sé si tendrán que ver con su participación en la mente colmena, pero que a mí personalmente me resultan muy acertados.

También juega a favor de Horizonte 6 su brevedad, que hace que se pueda leer de una sola sentada.

La prosa, por el contrario, me ha parecido demasiado simplista en comparación con las ideas que se exponían. Es posible que esta impresión sea debida a la comparación con otras obras de otros autores, pero también es cierto que me parece ver cierta evolución dentro de los propios relatos, así que Caryanna será una autora a la que seguir para ver su progresión.

Blackfish City

Aunque Sam J. Miller tiene una considerable producción en formato corto, hace poco que dio el salto a las distancias más largas con la recomendada The Art of Starving. Como quiera que la temática de esta no me llamaba la atención, pero si que cayó en mis manos Blackfish City decidí leer su novela “adulta” en primer lugar.

La ambientación de Blackfish City me recuerda mucho a Osiris, aunque hay que salvar las distancias. Una ciudad polar que utiliza energía geotérmica para seguir viviendo mientras el deshielo ha hecho desaparecer las ciudades costeras, una estrella artificial donde las diferencias económicas son tan acusadas como injustas que conoceremos a través de los ojos de muchos de sus habitantes.

No sé si se llegaría a enmarcar dentro de la ciencia ficción de cambio climático porque esta obra está innegablemente ligada a este subgénero pero su crítica más afilada no va en esa dirección. He leído algunas reseñas que hablan sobre todo de su oposición radical a la especulación inmobiliaria y no puedo negar que la haya en un mundo donde cada vez hay menos tierra habitable. Esto es patente en el alquiler de cubículos donde apenas caben las personas para dormir por la noche comparada con la opulencia de los grandes dueños de superficies, que se pueden permitir incluso tener edificios cerrados al uso para obtener más beneficios.

También juegan un papel importante las personas ligadas a animales, mediante manipulación genética y nanorobótica. Este aspecto me resultaba más interesante, aunque puede haber quedado un poco desperdiciado en la longitud de la novela. Se utiliza principalmente como pretexto para la exclusión del grupo afectado (aunque luego sea importante en la finalización de la obra), pero lo mismo que se ha utilizado este pretexto se podría haber buscado otro. Siempre es bueno dividir y echar la culpa al más débil mientras el verdadero responsable huye con los beneficios. Siempre habrá chivos expiatorios a los que recurrir.

Una de las voces que más nos ayudan a comprender el entorno es una audioguía pirata, supuestamente dirigida a los inmigrantes que llegan a la ciudad, pero que todo el mundo puede oir a través de sus implantes. Esta primera persona narrativa dando voz a la propia ciudad me parece todo un acierto y uno de las aportaciones más destacables de Miller.

Pero permitidme que os diga cuál es la imagen que a mí se me ha quedado clavada en la retina. Una enfermedad mental, que le hace tener recuerdos de otras vidas pasadas, cayendo cada vez más profundamente en el pozo de la locura. Te hace incapaz de seguir el hilo de tus pensamientos.  Y os digo que me ha dejado marcada porque esta enfermedad, llamada breaks por Miller, se supone que solo es transmitible por relaciones sexuales. Las autoridades mienten sobre el tratamiento. ¿Os suena de algo? El miedo de la gente. El rechazo. No sé si la condición sexual de Miller ha influido en el desarrollo de esta novela, pero a mí esta es la parte que me ha dejado más marcada.

No todo es destacable en el libro. El final me parece un poco acelerado y basado en casualidades. En ocasiones carga demasiado las tintas mostrando las diferencias sociales que ya conocemos y también hay elementos que me recuerdan a otras obras excesivamente. Aún así, me parece una novela muy redonda y que me gustaría recomendar.

The Will to Battle

Padezco una enfermedad de nuevo cuño llamada “Adacción”. Los síntomas son tener que leer las novelas de Ada Palmer en cuanto salen y al acabarlas esperar impacientemente la siguiente. Los únicos casos diagnosticados de momento somos Elías Combarro y yo, pero se va propagando por el mundo de los aficionados a la ciencia ficción cual virus mutante. Así que estáis avisados, leed esta reseña con medios profilácticos si no queréis caer víctimas de la “Adacción”.

Ya hablé en su momento de las dos novelas anteriores de la saga Terra Ignota así que en un principio me costaba encontrar nuevos argumentos para elogiar The Will to Battle, pero lo cierto es que Ada Palmer añade nuevas capas de interés a la historia y utiliza nuevos recursos estilísticos. La autora deja un poco de lado los temas relativos al género que quizá fueron el principal reclamo de Too Like the Lightning, en una maniobra arriesgada pero encomiable. Este giro es compensando con una ruptura constante de la cuarta pared, con la intervención tanto del propio lector como de figuras legendarias. También se utiliza la maquetación en columnas para representar con más fuerza un diálogo, o más bien un soliloquio que se pretende interrumpir. Pero todo queda a la interpretación del lector.

No se puede negar que es una novela que puede provocar algo de rechazo por recrearse en su propia inteligencia. Es necesario tener una cierta predisposición para introducirse en sus páginas y para asistir a los debates filosóficos tan intensos que presenciaremos. Todo el libro gira alrededor de la necesidad de la guerra en un mundo que creía haber llegado a una paz utópica. Pero el precio que se tenía que pagar por esta paz no es algo que todos estén dispuestos a asumir, en una posición que nos remite a Baroja o a Leguin. ¿Cómo volver a adiestrar a una población que ya no está capacitada para combatir? ¿Cómo preparar la defensa, la protección del débil? Incluso un héroe mitológico dudaría ante esta tesitura.

La panoplia de personajes que desfilan ante nuestros ojos no para de crecer y cada uno (¡cada uno!) aporta algo a la historia. Las contribuciones son mayores o menores, pero hay que estar atento durante la lectura para recabar las pistas que van sembrando. Creo que la saga ganaría aún más con una relectura, pero Palmer consigue volver a reavivar nuestros recuerdos en los primeros capítulos con una serie de toques que esquivan con destreza la trampa del infodump.

Me encanta la recuperación de los Juegos Olímpicos como la tregua que fueron originalmente, sutilmente preparada por Palmer desde el principio de la historia, pero la narración del propio hecho me parece atropellada. ¿Será un efecto buscado debido al cambio de narrador? Es posible pero creo que podría haberse realizado la transición de una forma menos brusca.

La trama pasa por algunas fases algo cadenciosas mientras va preparando las bases que utilizara para un final que resulta un espectacular despliegue pirotécnico, metafórico y real. La lectura es densa, pero gratificante.

Lo que si tengo claro es que cada vez que acabo un libro de Ada Palmer tengo más impaciencia por leer el siguiente. ¿Algún tratamiento para esta “Adacción”?

Me tragó el igualma

A pesar de las muchas vicisitudes que pasé para hacerme con mi ejemplar de Me tragó el igualma, o quizá alentada por ellas, me puse a leerlo conforme cayó en mis manos. Es una obra de un autor al que me gustaría ver publicado más a menudo y encima con un texto de mi gran amigo Elías Combarro, así que tenía todas las papeletas para gustarme. ¡Cómo me alegra haber acertado!

Lo primero que salta a la vista, ya desde los primeros párrafos, es la musicalidad de la prosa. Creo que sería toda una experiencia escuchar el libro narrado porque creo que tiene una métrica casi poética. Esta sonoridad se mantiene a lo largo de todo el libro y consigue encandilar al lector. Pero esta no es su principal virtud.

Para mí esta virtud, es la imaginación que nos asalta en cada página. La narración está prácticamente centrada en un solo planeta, pero Víctor ha sido capaz de mostrarnos el universo. En este sentido me recuerda mucho a los tebeos de Valerian, de mis favoritos de todos los tiempos.

Con homenajes claros a Carl Sagan desde la orilla del océano cósmico y otros no tan obvios como el de Belisario, que el propio Víctor me tuvo que apuntar, o a Italo Calvino.

Es un canto de amor al universo desde la parte más infinitesimal a la más inmensa pero también un alegato pacifista y ecologista, entendiendo la ecología como la protección del mundo natural, pero sin entrar en conflicto con el progreso.

También me ha gustado el detalle de que el universo sea compartido con otras obras del mismo autor. Este dato lo sabemos por pequeñas referencias a los cromatófagos y los ingrávidos, otros seres nacidos de la imaginación del escritor.

Un pequeño detalle que no desluce para nada la lectura pero que creo que se podría haber corregido es la repetición excesiva de ciertos términos, como “soltar lastre” que supongo se podría haber evitado con algún sinónimo. A menos que esta repetición sea un efecto buscado, algo que es perfectamente posible.

Solo me queda recomendar la lectura de esta pequeña joya de la ciencia ficción española.

Portada de Revenant Gun

Ya podemos disfrutar de la portada de Revenant Gun, la esperadísima novela de Yoon Ha Lee, la finalización de la trilogía Machineries Of Empire que empezó con Ninefox Gambit y continuó con Raven Stratagem. Revenant Gun, está situada temporalmente nueve años después de Raven Stratagem. Nirai Kujen, está intentando reconquistar el hexarcato con Jedao como su general. Mientras tanto, Cheris tratará de acabar con ambos.

When Shuos Jedao wakes up for the first time, several things go wrong. His few memories tell him that he’s a seventeen-year-old cadet—but his body belongs to a man decades older. Hexarch Nirai Kujen orders Jedao to reconquer the fractured hexarchate on his behalf even though Jedao has no memory of ever being a soldier, let alone a general. Surely a knack for video games doesn’t qualify you to take charge of an army?

Soon Jedao learns the situation is even worse. The Kel soldiers under his command may be compelled to obey him, but they hate him thanks to a massacre he can’t remember committing. Kujen’s friendliness can’t hide the fact that he’s a tyrant. And what’s worse, Jedao and Kujen are being hunted by an enemy who knows more about Jedao and his crimes than he does himself…

Aquí tenéis la portada, obra de Chris Moore:

En la portada podemos ver la nave de Jedao, la Revenant, dirigiéndose a la Fortaleza de Pearled Hopes.

La novela saldrá a la venta en junio de 2018.

 

Kickstarter : 2001: An Odyssey in Words

Para celebrar el centenario del nacimiento de Sir Arthur C. Clarke se ha lanzado un proyecto de antología en la que cada historia tendrá exactamente 2001 palabras.

El elenco de autores es espectacular, y aún quedan por anunciar más:

  • Chris Beckett
  • Becky Chambers
  • Colin Greenland
  • Mathew De Abaitua
  • Yoon Ha Lee
  • Dave Hutchinson
  • Emmi Itäranta
  • Gwyneth Jones
  • Ian R MacLeod
  • Phillip Mann
  • Ian McDonald
  • Emma Newman
  • Claire North
  • Jeff Noon
  • Rachel Pollack
  • Alastair Reynolds
  • Adam Roberts
  • Jane Rogers
  • Bruce Sterling
  • Adrian Tchaikovsky
  • Ian Watson
  • Liz Williams

Logout, de Sergi Puertas y Pier Brito: lo que entendemos por realidad

En esta ocasión abrimos las puertas de este blog a un gran conocedor del género como es Esteban Betancour, consiguiendo así aumentar el plantel de colaboradores con una gran incorporación. Y le dejo hablar a él, que sin duda se expresa mejor que yo.

Por lo general compramos libros (da igual que se trate de una novela o un cómic) porque hemos leído (o escuchado) buenas críticas, por el hype que se ha montado en las redes sociales o porque ya conocemos (y seguimos) a su autor. Pero a veces lo que consigue seducirnos es la portada. Y eso fue lo que me ocurrió con LOGOUT, de Sergi Puertas y Pier Brito (NORMA Editorial, 2014).

En la carpa en la que se programaron muchas de las charlas del Celsius había una serie de casetas de venta de libros. Y en una de ellas, junto a la caja, estaba LOGOUT: una novela gráfica de la que nunca había oído hablar, pero cuya portada me resultó fascinante.

Sobre la imagen monocroma de una ciudad —distópica y nevada— se pegoteaban pantallas led de tonos rojos y azules y amarillos. Y en el medio de la calle, un único peatón contemplaba su reflejo en un charco… el reflejo de un explorador en mitad de la jungla.

A la segunda o tercera vez que pasé por la caseta me decidí a abrir el álbum y comprobé que la calidad de sus dibujos se asemejaba a al de la portada. Así que el último día lo compré.

Y descubrí que a veces vale la pena dejarse seducir.

Los hijos de Matrix

Resulta curioso ver con cuanta frecuencia toda obra que aborde el tema de la realidad virtual es tildada de «copia de Matrix».

No creo que a nadie se le ocurra decir que toda historia de amor trágico es una copia de Romeo y Julieta.

Y aunque sé que lo que acabo de escribir puede parecerte obvio, considero que es imprescindible recalcarlo. La realidad virtual, como el amor trágico, es un tema artístico. Y los temas no se agotan en una obra.

Dado que es un tema reciente, es lógico que todavía se lo confunda con sus obras más representativas, pero a estas alturas la virtualización de la realidad (aunque no implique una inmersión en entornos virtuales) forma parte de nuestra vida cotidiana en la misma medida en que lo hacen nuestras relaciones personales… De hecho, muchas de nuestras relaciones personales ya forman parte de esa virtualización.

La inmersión como metáfora

Aunque la realidad virtual todavía no se haya estandarizado, el concepto de «inmersión en un entorno virtual» es una herramienta narrativa muy potente para analizar los vínculos entre la realidad y lo que experimentan nuestros sentidos y, en particular, para explorar qué entendemos por realidad.

Ese es, precisamente, el tema central LOGOUT.

Si en Matrix la diferencia entre el mundo real y el virtual quedaba clara a los veinte minutos, en el cómic de Puertas y Brito el protagonista se sumerge en una pesadilla kafkiana en la que lo real y lo virtual se entrelazan y confunden. Y es en esa exploración (y en los estados anímicos que atraviesa el personaje) donde el cómic expone sus ideas.

Reiteración

En los primeros compases de la historia —aquellos en los que la separación entre la realidad material y la virtual es evidente— la exploración del entorno digital es remarcado por la reiteración de la experiencia.

Cada vez que el protagonista/jugador ingresa en el entorno retrocede hasta el principio de la aventura, lo que le obliga a revivir una «semana» de experiencia virtual…, con el tedio que eso supone.

Esta experiencia de juego nos resulta tan familiar que nos basta para asociar el entorno selvático a la realidad virtual y la ciudad distópica y nevada a la realidad material.

Sin embargo, los autores introducen una sutil ironía. La vida del protagonista en la ciudad es una constante reiteración de rutinas. Una sucesión de repeticiones tediosas modificadas apenas por el aprendizaje de la experiencia.

¿Dónde está la diferencia, entonces, salvo en el ritmo de las repeticiones definidas por el entorno?

Simetrías e imperfecciones

En una de las viñetas de la primera página el protagonista hace la siguiente reflexión:

«Dos de cada tres plantas son de la misma especie. La uniformidad de sus ramas y la simetría en la disposición de sus hojas resulta inquietante».

En efecto, la uniformidad y la simetría nos resultan inquietantes porque son una prueba indefectible de que nos hallamos en un entorno diseñado.

Nuestra realidad se caracteriza por las simetrías imperfectas, por la ausencia de uniformidad. Si nuestra mente se desespera por encontrar patrones es porque estos (aunque existen) se esconden en la diversidad.

Así que cuando un patrón es demasiado evidente, de inmediato nos invade la certeza de que hay gato encerrado; de que hemos ingresado en ese «valle inquietante» en que un diseño artificial intenta engañar a nuestros sentidos.

Sin embargo, ¿qué ocurrirá cuando el poder computacional sea suficientemente grande como para diseñar simetrías imperfectas, para eliminar la uniformidad? ¿Podrán nuestros sentidos diferenciar lo real de lo virtual? ¿O acaso la propia diferencia dejará de tener importancia?

El relato

Otra de las ideas que se repiten a lo largo de LOGOUT es la presencia de un relato vertebrador como elemento definitorio de un entorno virtual.

Para explicar a qué me refiero, contrapondré dos bocadillos con pensamientos del protagonista:

«Todo se articula en torno al personaje clave. Solo se trata de ir venciendo los obstáculos».

Dado que esa es (supuestamente) la «mecánica» del juego, el protagonista se siente desconcertado cuando, en un entorno supuestamente virtual, pero que es idéntico a la ciudad en la que vive…

«Las piezas no casan. No hay causa ni efecto. Es escenario es tan absurdo como la jungla de la que acabo de salir».

La desesperación con la que busca una casuística, un relato que estructure su deriva (¿por un mundo virtual?, ¿por la vida?) trasciende lo meramente narrativo.

Por un lado, nos interpela sobre la función (y la necesidad) de las historias en la construcción de la identidad. ¿Es acaso porque no somos capaces de unificar la realidad en que vivimos que necesitamos la unificación de los relatos?

Y por otro, nos revela la condición caótica de la realidad. Es decir, su condición de sistema en el que no pueden predecirse (aunque existan) todos los efectos que devienen de una causa.

Pero, una vez más, cabría preguntarse qué sucedería si un entorno virtual pudiese reproducir ese tipo de sistemas y nos diese libertad de acción. ¿Seríamos capaces de reconocer la diferencia?

Recuerdos

Quizás el ancla más potente que nos enlaza a la realidad sea otro tipo de relato. Un relato que nos vincula al pasado.

Me refiero a los recuerdos.

Sin embargo, dado que el vínculo entre los recuerdos y la realidad es un tema mucho más antiguo que el del vínculo entre realidad material y virtual, resulta mucho más difícil decir algo novedoso.

En ese sentido, el enfoque de LOGOUT es muy interesante.

En lugar de explorar la falsedad o veracidad de los recuerdos del protagonista, nos describe paso a paso sus acciones (siempre en presente). Sin embargo, cuando pasa del entorno virtual de la jungla al entorno (¿virtual?) de la ciudad donde vive, el dibujo que lo representa muestra a un hombre veinte años mayor que el que estaba explorando el juego.

De ese modo se expone una sugestiva ambigüedad:

Para él no ha pasado el tiempo. Simplemente ha fallado la rutina de salida del juego (el logout) y ha pasado de un entorno virtual a otro.

Para los que lo rodean, sufre de amnesia, por lo que es incapaz de recordar los últimos años y esa falta de recuerdos le impide anclarse a la realidad.

Al margen del modo en que se resuelve esta incógnita, su planteamiento sugiere otra pregunta interesante:

¿Qué ocurriría si el ingreso a un entorno virtual incluyera recuerdos virtuales? Relatos que nos anclaran a esa «realidad» como esos sueños en los que estamos seguros de estar inmersos desde hace años.

La necesidad de retorno

Todas las preguntas planteadas hasta aquí podrían resumirse en una única cuestión.

Si la realidad en la que vive el personaje es rutinaria y tediosa; si —como se muestra en todo momento— no tiene especial relación con nadie del mundo real—; si la realidad que experimenta (sea o no sea virtual) resulta indistinguible de aquella de la que ha partido…, ¿Por qué necesita volver?

¿Qué lo impele a buscar una salida?

Quizás pienses que la respuesta es evidente. (Yo mismo lo estoy pensando mientras escribo). Sin embargo, lo que vuelve a LOGOUT una obra tan potente (lo que la separa de Matrix) es que se atreve a preguntarnos si, en última instancia, esa «evidencia» no es solo un hábito mental.

En un entorno que nuestros sentidos experimentan como real, en el que se han eliminados las simetrías y uniformidades, en el que hemos creado una historia que nos ancla al pasado y estamos inmersos en un sistema caótico, capaz de simular el libre albedrío, ¿es posible dar por sentado que la realidad material es la única que merece ser vivida?

Reconozco que plantear esta pregunta puede parecer reaccionario. Pero incluso si la respuesta es un contundente sí, incluso para impedir que el otro escenario se produzca, primero debemos planteárnosla. Y LOGOUT, como las buenas obras de arte, ejerce esa incómoda función.

Lo que no se dice

Dado que es un cómic, la obra de Puertas y Brito no solo se expresa por medio de palabras. Y si bien su tema central se expone a través del relato, los dibujos sugieren otros temas empleando el contexto.

Al principio de este artículo dije que el «mundo real» mostrado en el libro era una ciudad distópica y nevada. Pero lo cierto es que la «distopía» solo se refleja en las imágenes.

Es una distopía porque la sociedad que muestra es gris (literal y figurativamente) y desasosegante y despoblada. Porque la vida de la mayoría de los personajes no parece tener sentido (se ve en sus posturas desgarbadas, en su consumismo triste). Y he dicho que es una distopía (aunque no he aclarado que climática) porque el lugar que aparece eternamente nevado es Tenerife. Como si estuviera en medio de un invierno nuclear u otro tipo de «oscurecimiento» debido al cambio climático.

Un cambio climático que, lógicamente, no solo afecta la isla.

A lo largo de todo el libro se muestran, en segundo plano, desastres que azotan otras partes del mundo: un huracán en San Pablo, la cúpula que cubre a una ciudad China para salvarla de la polución…

Nada se explica sobre las causas de esos fenómenos (o de la situación global), pero incluso esa ausencia de información tiene sentido. Los habitantes de esa realidad han perdido la capacidad de asombrarse frente al deterioro de su entorno, por lo que nada tienen que decir al respecto.

La soledad del demiurgo

En una última vuelta de tuerca (que no explicaré para no caer en spoilers) LOGOUT plantea el tema de la creación.

De la creación absoluta.

De la posibilidad de crear universos.

Y dado que lo hace desde la perspectiva de quien los crea, al hacerlo sugiere una idea que me ha resultado sorprendente.

Solo existe una cosa que el demiurgo es incapaz de crear: alguien igual que él.

Puede rodearse de criaturas hechas a su imagen y semejanza, pero ninguna de ellas lo podrá comprender. Porque un demiurgo no puede «hacerse», un demiurgo solo puede «ser».

Sobre las portadas

Así que ya ves: una obra de la que ni siquiera había escuchado hablar, que me llamó la atención por su portada, me ha permitido reflexionar sobre temas tan dispares (y apasionantes) como qué entendemos por «realidad» o esta soledad del demiurgo.

Sin embargo, antes de animarte a comprar la primera portada que te tiente, conviene que cierre este artículo con una última reflexión.

LOGOUT es una novela gráfica; y en el tema de las portadas, la diferencia entre una novela convencional y una novela gráfica es realmente importante.

Sobre la portada de una novela convencional el autor tiene escaso margen (salvo que se trate, por supuesto, de una novela autopublicada), mientras que en una novela gráfica la portada es parte esencial de la obra.

Si la portada de una novela gráfica te tienta, existen grandes posibilidades de que su contenido sea de tu agrado (al menos en el tono y ambientación de la obra). Algo que no tiene por qué ocurrir con una novela convencional.

Sergi Puertas lo explica muy bien en el «contenido extra» que sigue al cómic:

«La portada de LOGOUT deja bien claro que se trata de un cómic futurista pero que no encaja en el género de aventuras, ni en el de acción, ni en el de humor. La idea fue exclusivamente de Pier [Brito, el dibujante] y dio perfectamente con el tono que necesitábamos. Conceptualmente era perfecto. Artísticamente, deslumbrante».

Te aseguro que eso fue lo sentí (sin traducirlo en palabras) al contemplar la portada en el puesto del Celsius.

Espero que os haya gustado el artículo tanto como a mí. Y que aún así sigáis queriendo leer los míos, que no alcanzan este nivel pero en los que me seguiré esforzando.

Infinity Engine

Cuando por fin le he podido hincar el diente a Infinity Engine, el final de la trilogía Transformation de Neal Asher me  he encontrado un libro complejo como esperaba pero con mucho menos ritmo que las dos entregas anteriores.

Para esta valoración menos entusiasta que las anteriores se han dado varias circunstancias, pero la principal es que la historia se ralentiza mucho en su nudo central. No son libros ligeros, pero al menos la acción estaba medida para aparecer cuando la lectura se volvía excesivamente lenta, algo que Asher no consigue en Infinity Engine.

La trama es sin duda interesante y la capacidad de planificación del autor brilla como una supernova cuando todas las piezas que Penny Royal ha ido moviendo durante décadas encajan inexorablemente. Sigue habiendo trampas dentro de trampas y resulta aleccionador ver cómo el papel de los humanos, por muy mejorados que estén, no deja de ser meramente anecdótico ante la extraordinaria capacidad de cálculo y de previsión de las que son capaces las IA, las auténticas eminencias grises de la Polity.

Si en la segunda entrega tuvimos escenas de sexo prador, el autor decide que en este final de trilogía también tenemos que ver algo de sexo humano, pero mi impresión es que es un añadido posterior y no veo que aporte mucho al libro.

Infinity Engine pretende ser una novela sobre redención y perdón empeñada en mostrarnos a Penny Royal bajo otra luz. Los hechos fundacionales del personaje, así como la comparativa con the Brockle son la herramienta que utiliza Asher para este cambio de perspectiva, un poco a lo Jaime Lannister.

A pesar de este problema de ritmo en la parte central del libro, también es justo reconocer que las escenas finales son de las que se quedan grabadas en la memoria.

Como obra aislada, esta última entrega de la trilogía Transformation no hace justicia completamente a toda la pirotecnia desplegada en el primer y segundo volumen y hace que baje la valoración del conjunto. No obstante, los dos primeros libros son tan entretenidos que sería una lástima dejar de leerlos solo porque el final no sea tan convincente.