Ensayo sobre la Cultura (III)

BanksSeguimos sumergiéndonos en la Cultura gracias a la ayuda de Cristina Jurado. La primera parte la podéis leer aquí y la segunda aquí.

4. Historia cíclica

La historia de la saga de la Cultura se estructura en etapas cíclicas. En algunas, el hombre ha mantenido una estrecha relación con las máquinas, mientras que en otros momentos ha predominado su interés por los avances en la ingeniería genética. Las historias narradas en las novelas, que datan desde 1300 AD a 2100 AD, se enmarcan en una época más clásica en términos tanto en las relaciones entre máquinas y humanos, como con respecto a las posibilidades de las manipulaciones genéticas.

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La Cultura también se pliega a las modas en este sentido y puede volver a épocas en las que la gente vivía en el ciberespacio o en las que la ingeniería genética generaba sub-especies morfológicas. Restos de esas tendencias se encuentran presentes en toda la federación de forma que cualquiera de sus habitantes incluye los resultados de dichas alteraciones en sus genes: se trata del signo más fiable de pertenencia a la Cultura.

Gracias a la ingeniería genética, el humano medio nacerá sano y con una inteligencia significativamente mayor que su herencia genética básica. Un filtro que protege contra la formación de coágulos y la cicatrización sin úlceras son dos de las alteraciones mencionadas en la saga, por ejemplo. Las mayores transformaciones en los ciudadanos de la Cultura radican en:

-Un sistema inmune optimizado de nacimiento.
– Sentidos mejorados.
– Estar libre de defectos o enfermedades hereditarias.
– Contar con la capacidad para controlar los procesos autónomos y el sistema nervioso (el dolor se puede “apagar”).
– Sobrevivir y recuperarse de heridas que, de otro modo, acabarían con la vida o mutilarían a la persona para siempre.

La mayoría de la gente nace con glándulas modificadas situadas en su sistema nervioso central que secretan en el flujo sanguíneo componentes para alterar los sentidos bajo demanda. Otra gran parte de los ciudadanos de la Cultura han transformado sus órganos reproductores para aumentar el placer sexual. La ovulación es un proceso voluntario en la mujer y el feto puede, hasta una cierta fase de su desarrollo, ser absorbido, abortado o mantenido en un punto estático también a voluntad. Es posible cambiar de sexo a través de un proceso auto-administrado que dura aproximadamente un año. El consenso en el seno de la Cultura dicta que cada persona dé a luz a un hijo a lo largo de su vida. En la práctica, la población crece lentamente.

Conocer qué se experimenta practicando sexo desde cualquiera de los dos géneros o ser capaz de emborracharse, drogarse e intoxicarse solo con pensarlo (en la Cultura no se producen efectos secundarios desagradables ni se cae en la  adicción) podría parecernos un mero anhelo satisfecho caprichosamente. En parte lo es, pero se trata de una de las fuerzas más poderosas de la civilización y una de sus funciones más importantes: deseamos vivir más tiempo, de manera más cómoda, con menos ansiedad y más diversión, y con menos ignorancia y más conocimiento que nuestros ancestros.

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La capacidad para alterar el género de la persona y la química del cerebro, sin recurrir a tecnologías externas o a ninguna opción previo pago, desempeñan funciones más serias en la Cultura. Una sociedad en la que es relativamente fácil cambiar de sexo comprenderá que un género está mejor tratado que otro. Los individuos tenderán a adoptar ese género cada vez más y la sociedad presionará hasta que se produzcan los cambios necesarios para reducir las desigualdades y se llegue a un cierto equilibrio entre sexos, así como a una paridad numérica. De igual manera, una sociedad en la que todo el mundo es libre de permanecer drogado la mayor parte del tiempo comprenderá la importancia de trabajar para que la realidad sea mucho más apetecible y, desde un sentido peyorativo, menos mundana. De una manera implícita se deja entrever que, a través de este tipo de mecanismos de auto-corrección, la Cultura alcanzó un estado de cierta estabilidad hace miles de años y se mantiene en una secuencia de equilibrio relativo que durará miles de generaciones.

En cuanto a las generaciones, los humanos de la Cultura suelen vivir entre tres y medio y cuatro siglos. Después de la infancia y la adolescencia, el paso a la edad adulta los lleva a envejecer muy lentamente durante unos trescientos años, tras los cuales empiezan a decaer con mayor rapidez y finalmente mueren.

Desde el punto de vista filosófico, la muerte es considerada como parte de la existencia y nada, ni siquiera el universo, perdura para siempre. La muerte se entiende como algo natural, algo que da forma a la vida. La sepultura y la cremación no son formas desconocidas a la hora de deshacerse de los cuerpos, aunque la manera más habitual de realizar un funeral incluye que el fallecido, rodeado de sus amigos, sea visitado por un “Dron de Desplazamiento”. Utilizando una técnica que permite la transmisión cuasi-instantánea a través del hiperespacio de una singularidad inducida desde un lugar remoto, se extrae el cuerpo de su último lugar de descanso y se deposita en el núcleo de una de las estrellas importantes del sistema. Las partículas que componen el cadáver comienzan así un viaje de millones de años hasta la superficie del sol en cuestión, en la que brillará mucho más tarde del final de la historia de la Cultura.

Nada de este procedimiento es obligatorio (de hecho, nada en la Cultura lo es). Algunas personas optan por la inmortalidad biológica, otras hacen que su personalidad sea transcrita a una IA y mueren felices sintiendo que continuarán existiendo en algún lugar. Hay quien permanece en suspensión inanimada para ser despertados en tiempos más interesantes o una vez cada década, cada siglo, cada eón, o bien en intervalos de tiempo crecientes exponencialmente, o cuando parece que algo diferente va a suceder.

5. Naves

Las naves de la Cultura, las que realizan viajes interplanetarios, son constructos conscientes. Sus Mentes son IAs muy sofisticadas que trabajan en el hiperespacio aprovechando la velocidad de la luz y que tienen la misma relación con el chasis de la nave que un cerebro humano con su cuerpo. La Mente sería la parte más importante del vehículo, estando el resto compuesto por los sistemas de trasporte y de apoyo a la vida. Tanto los humanos como los drones independientes (aquellas AIs que no son androides y que disponen de una inteligencia equivalente a la humana) no son necesarias para el funcionamiento de las naves, siendo el suyo un status intermedio entre ser pasajeros, mascotas y parásitos.

eve-online-logoLos vehículos más grandes, aparte de algunas obras de arte y ciertos Excéntricos, son los VGSs o Vehículos Generales de Sistemas de la sección Contacto (el servicio de la Cultura que se ocupa de descubrir, catalogar, investigar, evaluar e interactuar con otras civilizaciones). Se trata de naves muy rápidas que pueden llegar a medir varios kilómetros, habitadas por millones de personas y máquinas. La idea que subyace a estas construcciones es que son representante plenos de la Cultura, con todo lo que eso conlleva. Todo lo que la Cultura conoce, cada VGS lo conoce también. Asímismo, cualquier cosa que la Cultura pueda realizar en cualquier lugar puede hacerse desde y por cualquier VGS. En términos de información y tecnología, representan el último recurso, actuando como fragmentos holográficos de la Cultura, son una parte que actúa como el todo .

Las capacidades de una VGS son las mismas que las de un estado o, incluso, las de un planeta. Contacto representa una pequeña parte de la Cultura y el ciudadano medio en raras ocasiones tiene la ocasión de encontrarse con un VGS u otra nave asignada a esta sección. Habitualmente la gente utiliza cruceros, naves de pasajeros interestelares que trasportan personas de un hábitat a otro o que permiten visitar sistemas, estrellas, nébulas, agujeros y otros territorios. Este tipo de turismo responde a una moda a largo plazo: la gente viaja porque puede, no porque tenga que hacerlo. Podrían permanecer en sus hogares y pretender que visitan lugares exóticos a través de la llamada Realidad Virtual (RV), o enviar un constructo de sí mismos en una nave que experimentara por ellos e incorporara los recuerdos más tarde.

Después del perfeccionamiento de la tecnología RV, la cantidad de turismo físico disminuyó sustancialmente. Durante el tiempo en el que las historias de la saga se desarrollan (sin contar la etapa de la guerra Idirana) sólo una décima parte de los ciudadanos de la Cultura optarían por viajar por el espacio.

Cristina Jurado Marcos escribe Más ficción que ciencia, un blog sobre ciencia ficción y fantasía. Licenciada en Publicidad y Relaciones Públicas por la Universidad de Sevilla, y con un Máster en Retórica de Northwestern University, actualmente cursa estudios de Filosofía por la UNED. Se considera una viajera incansable después de haber vivido en Edimburgo, Chicago, París y Dubai, donde tiene su residencia actual. Sus relatos han aparecido en revistas digitales de sci-fi y en diversas antologías del género y su primera novela Del Naranja al Azul fue publicada en 2012.

Libro gratis : Comic Letter 44

En io9 tienen disponible para su lectura online la primera entrega de la serie Letter 44. La premisa parece interesante, en la carta que recibe el nuevo presidente de los EE.UU. su antecesor le informa de que todas las decisiones políticas de su mandato estaban destinadas a preparar a la población para una invasión extraterrestre. ¿Quieres saber más? Por que yo sí.

Ensayo sobre la Cultura (I)

Banks

Dejamos las puertas de Fantástica Ficción abiertas para recibir a Cristina Jurado, que en una serie de artículos nos va a exponer algunas consideraciones del propio Banks sobre la Cultura.

“Antes que nada, vaya por delante más importante: la Cultura no existe realmente. Solo es una historia, que existe en mi mente y en la mente de los lectores”. De esta forma comienza “Algunos apuntes sobre la Cultura”, que Iain M. Banks escribió en 1994 y que publicó en su nombre Ken McLeod en rec.arts.sf.written. Yo he tomado como base su transcripción en http://nuwen.net/culture.html. El artículo intenta explicar al neófito las particularidades de este constructo, utilizado por el escocés como escenario para una serie de diez novelas que comienza con “Pensad en Phlebas” (1987) y finaliza con “The Hydrogen Sonata” (2012), y que intentaremos resumir en el presente texto.

1. Oportunidades de la vida en espacio

Hace 9.000 mil años se estableció en nuestra Galaxia una federación de civilizaciones llamada la Cultura, compuesta por ocho especies humanoides con sus correspondientes tecnologías, que conviven con un gran número de formas de vida diferentes. La dilatada historia de dicha federación comprende la aparición y desaparición de imperios, numerosas olas de colonizaciones, guerras cruentas, épocas oscuras para algunas civilizaciones y renacimientos para otras, periodos de construcción y destrucción, etc.

En las novelas de Banks, la Cultura comprende los siguientes tipos de civilizaciones:

-Una docena con capacidad para realizar viajes espaciales.
-Cientos de civilizaciones menores.
-Decenas de miles de especies que potencialmente pueden adquirir dicha capacidad.
-Incontables que la tuvieron y que, o bien han desaparecido, o se han replegado en sus mundos por razones desconocidas.

The Culture Novels by Iain M Banks

La Cultura florece en una galaxia relativamente tranquila, aunque esté rodeada de otras civilizaciones que hayan alcanzado la madurez. Para Banks, su historia y estructura vienen determinadas por la naturaleza del espacio en sí mismo. El desarrollo de cada nación de la Cultura se articula alrededor de las características del territorio que ocupa, por lo que la evolución y mentalidad de la especie que lo habite estarán vinculadas siempre a su tierra, se encuentre ésta en un planeta, en una nave o en un hábitat artificial.

Para el escocés, sobrevivir en el espacio requiere de hábitats y/o naves que sean prácticamente autosuficientes. Cualquier intento por parte de una entidad organizada de imponer su autoridad y ejercer su poder chocará con los intereses de cada sociedad. La anarquía, por tanto, es casi inevitable.

En un planeta, cualquier oposición a la autoridad impuesta se traducirá en conflictos armados tras lo cuales, el mundo permanece. En el espacio, un ataque puede suponer la destrucción total de la nave o hábitat artificial en cuestión, imposibilitando su contribución económica a la entidad que intenta ejercer su dominio.

Las pérdidas humanas y materiales en el espacio son mucho más evidentes por tanto, aunque también  es cierto que cualquier intento de rebelión es más fácil de poner en práctica en una nave que en un planeta. Banks también señala que, de acuerdo a la peculiar dialéctica de la disidencia, a cualquier hegemonía –exceptuando las más represivas- le resulta prácticamente imposible eliminar todo rastro de rebelión en naves o hábitats artificiales. La insurrección en el espacio, según esta lógica, se da con más facilidad que en la superficie de un planeta.

Banks nos acerca al punto más vulnerable de la historia de la Cultura, en el que los sofisticados mecanismos de control de los poderes hegemónicos chocan contra la ingenuidad, las capacidades, la solidaridad y la valentía de los hábitats y naves rebeldes. Lo interesante es que el autor deja entrever que a esta fase se ha llegado ya con anterioridad y que las hegemonías vencieron en su momento, asumiendo que se trata de un movimiento cíclico en el que las fuerzas represivas necesitan vencer en cada ocasión y los elementos subversivos necesitan triunfar una sola vez.

A este argumento se le suma la naturaleza de la vida en el espacio, la vulnerabilidad mencionada anteriormente. Si naves y hábitats son capaces de independizarse con mayor facilidad los unos de los otros y con respecto a sus hegemonías, sus tripulaciones o habitantes siguen siendo conscientes de la dependencia que mantienen entre sí y con la tecnología que les permite vivir en tal entorno hostil. Tanto la propiedad como las relaciones sociales en asentamientos espaciales se desarrollarían de manera diferente a como lo harían en un planeta. Un entorno inherentemente hostil requiere que exista una coherencia social interna en cada nave y hábitat, que contrasta con la informalidad de las relaciones de dichos dominios entre sí. En otras palabras: socialismo interno y anarquía externa.

A continuación, el escocés realiza un apunte socioeconómico propio y defiende que la economía planificada es más productiva (y por tanto, moralmente más deseable) que la economía de mercado que, según él, ejemplifica lo que llama ”evolución en acción”: el modelo “pruébalo-todo-y-comprueba-qué-funciona”.  Se trata de un sistema de gestión de los recursos bastante satisfactorio y hasta cierto punto moral, en tanto no se cuestione que las criaturas dotadas de consciencia puedan ser tratadas en su seno como otro recurso más.

El hecho de que la humanidad coloque este sistema profundamente mecanicista (y en ese sentido, perversamente inocente) por encima de cualquier otro valor o consideración moral, filosófica o política, es una muestra de su inmadurez intelectual y una especie de maldad sintética. Nuestra inteligencia, capaz de mirar hacia delante más allá de la próxima mutación agresiva, puede fijar metas a largo plazo y puede trabajar para conseguirlas. Mientras que el mercado brilla, la planificación resplandece y llega a las metas fijadas con coherencia y efectividad.

El autor reconoce que lo que se echa en falta en las economías planificadas de nuestro planeta es la participación continuada, íntima y decisiva de la ciudadanía a la hora de especificar los objetivos, así como a la hora de diseñar e implementar los planes que los pondrán en práctica.

Hay lugar para el margen de error y la suerte en cualquier plan y el grado en que esto puede afectar a las funciones de una economía diseñada democráticamente sería uno de los parámetros a establecer. La información almacenada en bibliotecas e instituciones ha superado la que reside en nuestros genes. En solo un siglo de la invención de la electrónica hemos conseguido duplicar un proceso que se tardó billones de años en culminar. De la misma manera, podremos un día abandonar una economía de mercado a favor de la creatividad rigurosa de la planificada.

La Cultura, por supuesto, se encuentra más allá de ese punto, inmersa en una economía que forma parte intrínseca de la sociedad y que sólo se ve limitada por la imaginación, la filosofía, los usos y costumbres, y la idea que el mínimo desperdicio es elegante. Se trata, en definitiva, de una especie de conciencia ecológico-galáctica unida al deseo de generar belleza y bondad. Al final, como siempre, la práctica eclipsará la teoría.

Cristina Jurado Marcos escribe Más ficción que ciencia, un blog sobre ciencia ficción y fantasía. Licenciada en Publicidad y Relaciones Públicas por la Universidad de Sevilla, y con un Máster en Retórica de Northwestern University, actualmente cursa estudios de Filosofía por la UNED. Se considera una viajera incansable después de haber vivido en Edimburgo, Chicago, París y Dubai, donde tiene su residencia actual. Sus relatos han aparecido en revistas digitales de sci-fi y en diversas antologías del género y su primera novela Del Naranja al Azul fue publicada en 2012.

Recordando a Iain Banks

BanksPor desgracia, este año nos dejaron varios escritores de nuestros géneros favoritos. Quizá la pérdida que más he sentido ha sido la de Iain M. Banks, porque era un escritor que me gustaba especialmente. Su saga de la Cultura marcó un antes y un después en la Space Opera y abrió puertas a otros autores británicos que me encantan como Peter F. Hamilton o Alastair Reynolds.

Es por esto que desde El Fantascopio hemos decidido preparar un homenaje al escocés. Nuestro peculiar calendario de adviento incluirá reseñas en nuestros blogs sobre algunos de sus libros, haciendo especial hincapié en su faceta como escritor de ciencia ficción pero no por ello dejando de lado sus otros libros. También incluiremos algún artículo sobre su obra e incluso puede que contemos con alguna sorpresa en forma de colaboración especial.

Os invito a ir degustando onza a onza esta especial elegía que dedicamos a Iain. Dondequiera que estés, ¡salud!

Fundación será una serie de televisión

El proyecto de Roland Emmerich para llevar a la gran pantalla la serie “Fundación” de Asimov ha dado un giro inesperado, ya que ahora se va a rodar una mini serie para la televisión.

No es una noticia muy tranquilizadora sobre todo teniendo en cuenta los comentarios del director:

“We’re trying to do it as a big mini-series, but even there you would have to change the story itself and set it in a time when the galaxy has fallen apart – and then you’re pretty much making a TV show with all these characters and playing all the scenes out. You can [do that] and we’ll see what happens. We tried so hard [to make it into a movie], honestly, because it’s one of my most favourite books. I just love it.”

No entiendo cómo puede decir que es uno de sus libros favoritos y luego cambiar toda la historia… ¿Qué pensais vosotros?

Then Will The Great Ocean Wash Deep Above

aq3Cuando escribes sobre un tema que te apasiona transmites tus sentimientos a quien lee. No me cabe la menor duda de que Ian Sales quería ser astronauta desde pequeño y aunque no lo consiguiera conoce el tema con una profundidad asombrosa.

En “Then Will The Great Ocean Wash Deep Above” podemos disfrutar de una nueva vuelta de tuerca sobre la historia del programa espacial estadounidense durante los años de la Guerra Fría, en este caso con una trama tan cercana a la realidad que solo pequeñísimos detalles señalan esta obra como la estupenda ucronía hard que es.

La erudición de Sales sobre el tema se nota en cada una de las páginas que conforman “Then Will The Great Ocean Wash Deep Above” de forma que resulta encomiable la intensísima labor de documentación que ha llevado a cabo.

Pero todo esto no sería más que un estupendo decorado si no nos encontráramos con una historia de personajes reales con los que nos podemos sentir identificados.

La dualidad de la narración, dividida en una parte espacial y una submarina que refleja de forma tan estupenda la portada también es palpable en la voz de los protagonistas, hombre y mujer, cada uno con sus deseos e inquietudes. También se tratan otros temas, como las luchas intestinas por el poder y la posibilidad de aunar creencias religiosas y conocimientos científicos, pero no son lo más importante del libro.

Lo que destaca especialmente es el aspecto feminista de la trama, poniendo a la vista de todos desde la primera página la increíble exigencia a la que se vieron y se siguen viendo sometidas las mujeres con puestos de responsabilidad. El hecho de que las candidatas a astronautas se vean obligadas a ir siempre maquilladas o que las preguntas de la rueda de prensa siempre sean referidas a que opinan sus maridos o parejas de su trabajo deja claro que el machismo estaba enraizado en lo más profundo de la sociedad americana de la época, pero podemos ver paralelismos con la situación actual.

Ian Sales es un autor concienciado sobre este tema, como se puede ver en su labor en SF Mistress Works o en su listado de las mejores obras de ciencia ficción escritas por mujeres pero aún así queda mucho camino por recorrer hasta el reconocimiento de la igualdad en muchos campos.

Recomiendo encarecidamente a cualquier lector al que le guste la ciencia ficción hard que se haga con las entregas de Apollo Quartet. Seguro que no se arrepentirá.