Da gusto coger un tebeo de un autor desconocido, al menos para mí, y encontrar una AVENTURA en mayúsculas. Pues eso es lo que me ha pasado con este “Norton Gutiérrez y el collar de Emma Tzampak” del argentino Juan Sáenz Valiente.
Norton es un joven apocado, trasunto de un ceniciento moderno que vive a la sombra de sus hermanos realizando todas las tareas del negocio de sus padres. Sus únicos momentos de diversión los dedica a ver una y otra vez viejos capítulos de una serie televisiva de ciencia ficción, “El marciano fantástico” que se estrella en la Tierra y ha de buscar un surtidor de combustible para su nave, surtidor que aquí llamamos… Fuente de la eterna juventud. Lo que nunca imaginó Norton es que sería envuelto en un arriesgado viaje en búsqueda de esa fuente.
No deseo entrar más en detalle sobre la trama para no desvelar sorpresas pero sí quiero dejar claro que este tebeo me parece una pequeña joya a la que todo aficionado a la línea clara debería echar un vistazo.
Las cosas que más me han gustado durante la lectura son los continuos homenajes, velados y no tan velados a otros tebeos, siendo un referente ineludible Tintín. Encuentro tantas y tantas referencias que casi no sé por dónde empezar a enumerarlas, pero como muestra baste mencionar el paralelismo claro entre Emma Tzampak y Bianca Castafiore, la calavera que da acceso a la isla de Bimini con la estatua del astronauta en “Vuelo 714 para Sidney” o los pasajes selváticos de Bimini con los que se muestran en “La oreja rota” o en “Tintín y los pícaros”. No descarto una segunda lectura más pausada solo para disfrutar de estos easter eggs.
¿Y qué decir del barco que se llama Altuna como el famoso historietista?
El apartado gráfico muestra un dibujo muy personal, con unos personajes desgarbados y desproporcionados de gran expresividad. El tratamiento de la figura humana se despliega de forma muy curiosa ante nosotros. Los fondos y los paisajes también se ven muy trabajados aunque sean menos llamativos que los seres vivos y ocupen un segundo plano discreto, en línea con el dibujo conciso de Hergé.
Podría seguir escribiendo sobre la curiosa rotulación del título o sobre los momentos cómicos presentes en la narración, pero creo que lo mejor sería que vosotros mismos lo descubrieras y disfrutéis tanto como yo con esta obra.