Este libro de Mike Chen es especialmente relevante en los tiempos que corren, ya que habla de un mundo tras una pandemia por un virus respiratorio que se llevó por delante al 85% de la población. Lo que se convierte en algo habitual como es el lavado de manos y la utilización de mascarillas de forma generalizada quizá hubiera llamado la atención en otro momento, pero en la actualidad no puede estar más presente.
La novela es la historia de algunos supervivientes que han de hacer frente a los problemas de una civilización en reconstrucción. La vida no parece especialmente difícil en algunas zonas urbanas, no hay desabastecimiento y nos da la impresión de ser el resultado de un apocalipsis leve, si no fuera por la elevadísima tasa de muerte. Estamos en plena reconstrucción del sistema, pero ya hay una base sólida en la que apoyarse para seguir con el trabajo. El problema principal es afrontar el duelo por los que se perdieron en su momento y también las previsiones para el futuro porque el virus sigue presente y sigue mutando.
Los personajes consiguen hacerse entrañables, porque se muestran como humanos con sus defectos y sus virtudes. Mediante varios flashbacks vamos conociendo imágenes de su pasado que nos ayudan a comprender sus acciones en el presente. Quizá resulta un poco chocante que en este mundo haya una planificadora de bodas y eventos, pero creo que la intención del autor es dar una pátina de cotidianidad a la historia.
La premisa de la que parte Chen parece poco creíble mirando los datos ofrecidos fríamente, pero creo que su intención es difundir el optimismo y la confianza en el ser humano, que a través de la solidaridad es capaz de sobreponerse a los mayores desafíos. Incluso los personajes más dañados por el pasado, que para protegerse han construido una coraza alrededor de sus sentimientos, son capaces de redimirse y afrontar el futuro con un nuevo aire de confianza. Es un mensaje quizá iluso, pero que muestra un camino que se puede seguir, duro pero esperanzador.