Hay que dar oportunidades a nuevos autores y cuando vi que The Rage of Dragons estaba en oferta y leí la sinopsis, decidí que Evan Winter iba a pasar conmigo algunos días.
La novela es una fantasía épica con un mundo secundario muy llamativo de inspiración africana, aunque restringido geográficamente a una penísula no muy grande, por lo que no se trata de una novela de grandes viajes y espacios abiertos.
El reclamo principal, esos dragones de los que habla el propio título, tienen escasa importancia en el desarrollo de la historia, que resulta bastante típica. Una guerra que se perpetúa en el tiempo, una cultura volcada en la guerra que parece destinada a permanecer en un status quo permanente, un protagonista cuya única fijación es la venganza… todo muy trillado. En este sentido The Rage of Dragons no resulta para nada sorprendente.
Y es una pena porque tanto la mitología como las características de la magia son atractivas y podrían haber servido como escenario para una historia mucho más interesante. El autor tenía todos los elementos a su disposición para asombrarnos con un mundo distinto, pero el ámbito de la historia resulta ser tan restrigndio que a pesar del giro final para engrandecer la trama, no consigue compensar el resto del libro que se hace excesivamente largo.
Las escenas de formación en la academia llegan a resultar cargantes, de tanto repetir los entrenamientos y cómo la implicación constante y el entrenamiento puede llevarte a mejorar, cuando estamos hablando de un mundo mágico donde la sangre establece las diferencias entre clases. Cultura del esfuerzo, lo llaman. Aunque hay algo de crítica social contra el clasismo y a favor de la igualdad de oportunidades, las diferencias sociales son tan marcadas que resultan maniqueas en su concepción.
No puedo recomendar este libro, al que le he encontrado más fallos que virtudes.