En su cuenta de twitter, Felix J. Palma ha publicado unas imágenes de las ediciones de sus libros El mapa del tiempo y El mapa del cielo en Rusia.
Por si no las habíais visto, aquí os las adjunto, ya que me resultan muy curiosas.
Lecturas de ciencia ficción y fantasía
En su cuenta de twitter, Felix J. Palma ha publicado unas imágenes de las ediciones de sus libros El mapa del tiempo y El mapa del cielo en Rusia.
Por si no las habíais visto, aquí os las adjunto, ya que me resultan muy curiosas.
De forma resumida, El mapa del caos es un estupendo colofón a una trilogía de ciencia ficción que puede ser de las más importantes de literatura patria. Pero claro, si seguís conmigo durante unas cuantas líneas más, quizá pueda explicar algo más mi opinión sobre este libro que, a pesar de su longitud; he devorado en pocos días.
La prosa de Félix J. Palma continúa embelesando a sus lectores. El gaditano la utiliza para hacer prestidigitación con unos personajes y tramas complejas, que en manos de otro autor menos ducho podrían habernos deparado algún que otro quebradero de cabeza. Si bien es cierto que los cambios de puntos de vista, e incluso de universo en determinados tramos de la narración resultan un tanto bruscos, puede que este sea un efecto buscado por el autor para que sintamos el caos que tan apropiadamente titula la novela.
Los personajes están trazados con mano firme y, aunque se nota el especial cariño de Palma por H.G. Wells (que será protagonista de toda la trilogía), el resto del elenco no queda a la zaga. Incluso se permite un guiño final que hará las delicias de los lectores de fantasía más avezados. La aparición de Lewis Carroll es corta pero imprescindible para el desarrollo de la novela aunque me gusta especialmente Arthur Conan Doyle, transformado en una fuerza de la naturaleza que arrasa con todo lo que se interpone en su camino. Las vivencias por las que pasan los personajes son acordes con algunas de las anécdotas que conocemos de la vida real de los famosos escritores, lo que dota de más profundidad a una historia ya de por sí muy completa.
El ambiente es algo que también cabe destacar en la novela. La época victoriana tiene algo que atrae a muchos autores, quizá sea la fe en el progreso de la que se hacía gala en aquel momento o tal vez el imperialismo. El caso es que, además de ser el gérmen del steampunk; ofrece muchos recursos que facilitan al autor la tarea de situar al lector en la acción.
Sobre la edición del libro me gusta mucho la inclusión de ilustraciones en su interior, obra de Claudio Sánchez Viveros y que podéis ver en este enlace. Hay alguna que otra errata suelta, que resulta incluso graciosa, pero por lo general la edición es bastante correcta.
Se ha hablado bastante sobre el orden de lectura de los libros, y una vez que ya los he acabado creo que el adecuado es el de publicación. Aunque Palma intenta no desvelar los secretos de las entregas anteriores, es indudable que el disfrute será pleno si no tenemos conocimiento previo de la historia. El mapa del caos es el adorno final de esta trilogía victoriana.
Algo que no me ha convencido del todo es el ritmo de la novela. A pesar de comenzar con una historia que podríamos tildar de steampunk y que es un muy buen inicio, rompedor y desafiante, la intensidad decrece por momentos. Afortunadamente en los instantes finales de este encaje de bolillos en que se ha convertido nuestro mapa del caos, el autor consigue cerrar las tramas de forma acertada e imbuir de sentido de maravilla la historia. La complejidad intrínseca a la novela, con muchos caminos y vericuetos que cartografiar en nuestra ruta, no debería ser impedimento para el disfrute de una lectura exigente pero gratificante.
Morgan Abutti se dispone a revelar los sorprendentes resultados de su investigación astronómica. La humanidad no apareció de repente en el planeta en el que habita de la mano de los dioses (Increates) como todas las pruebas paleontológicas y arqueológicas demuestran. Esto hará temblar los cimientos de la civilización, basada en el precario equilibrio de fuerzas entre la Iglesia y la Talasocracia, que se encuentra en un punto de inflexión por la llegada de la electricidad y de nuevos avances científicos.
Sin embargo, Morgan no llega a avanzar mucho en su discurso, ya que es echado de malos modos de la Sociedad Planetaria y llevado ante la justicia por sus ideas, para acabar embarcado en una carrera que cambiará el mundo.
Este es el punto de partida de The stars do not lie, nominado a los premios Hugo en la categoría novella. La prosa es muy atractiva y me gusta la idea en la que se basa, pero me encuentro con el problema de los referentes de los que bebe el autor que no son nada velados.
Para empezar, esa imagen de un científico exponiendo sus teorías ante una audiencia que se las toma a chifla ha sido utilizada hasta la saciedad. El último ejemplo que se me ocurre es El mapa del cielo de Félix J. Palma, pero hay más. La idea de una Iglesia que retiene el avance científico por su propio interés es el centro sobre el que gira toda la novela Pavana, aunque he de decir que Lake lo hace mucho más entretenido que Roberts. La astronomía como clave para el descubrimiento de verdades ocultas también fue utilizada por Neal Stephenson en su interesantísima Anatema… Incluso diría que me recuerda a Gene Wolfe en su Libro del Sol Nuevo.
Con esto no quiero decir que The stars do not lie no sea entretenida, que lo es, ni que esté mal escrita, nada más lejos de mi intención. Se disfruta de la historia, los personajes son creíbles y la idea de una talasocracia como sistema político sí que es original. Es solo que me parece que es una historia que ya se ha contado en otras ocasiones, a veces mejor y a veces peor.