La primera vez que oí hablar de Extremophile a Ian Green enseguida pensé, este libro lo tengo que leer. Y es que últimamente las mayores alegrías en el campo de la ciencia ficción me las estoy llevando con los autores que especulan con la biología, justo lo que Ian, con su doctorado en epigenética clínica (que he tenido que buscar lo que es porque una da para lo que da) lleva al extremo en esta novela.
Nos encontramos ante una novela de futuro cercano, situada temporalmente en Londres el 2043, pero un Londres asolado por el cambio climático y un 2043 que no dan muchas ganas de llegar a vivirlo. El mundo se divide en facciones, los verdes que creen que todavía hay posibilidades de salvarlo, los azules que solo buscan su propio beneficio y los negros que ya lo han dado todo por perdido. La protagonista de la historia es Charlie, una biohacker punk que lo mismo te da un concierto de lo más hardcore que te crea un sistema experto que es la envidia de muchos científicos (ya sé que el término sistema experto está muy denostado, pero es el que se utiliza en la obra). Un grupo extremo de los verdes se pone en contacto con ella para cumplir tres misiones, muy a lo Héroes: Kill the Ghost, steal the flower, save the world.
El resto es un libro con acción desenfrenada, manipulaciones genéticas extremas, malos muy malos y punk. Green da muestras de una imaginación malsana cuando vemos las perversiones que los genetistas son capaces de llevar a cabo si el precio es el adecuado, estamos hablando de virus que consigue que se licuen todas las células del cuerpo y no es, ni por cerca ni orilla, lo más depravado de lo que seremos testigos.
Ciertamente la prosa no es de lo más pulido del libro, con algunas reiteraciones cansinas en algunas palabras, pero creo que el interés creciente en la trama y en la resolución final de los conflictos hace que se pasen por alto estos defectos, así como algo del maniqueísmo de los personajes.
El cambio entre puntos de vista está bastante equilibrado, si bien Charlie se puede considerar la protagonista del libro, el resto de personajes también van aportando su granito de arena a la narrativa. Me atrae especialmente el personaje The Mole (¿la topa?) con un pasado aterrador, a la que se le impusieron unos cambios tan radicales que se aleja de la especie humana. Simplemente fascinante.
Además, la crítica a la sociedad corporativa hipervitaminada que solo busca el beneficio es de flagrante actualidad, con atisbos hacia el futuro al que se encamina la propiedad intelectual y la investigación científica. Aunque el libro intenta insuflar algo de optimismo en el nuestro futuro, la lectura del capítulo final recuerda demasiado al final de una de las obras maestras de Disch, no indicaré cual.