La última tendencia en la fantasía épica es que sea lo más realista posible, es decir, no evitar en ningún momento la sangre y la violencia connatural a las batallas e incluso regodearse en ellas. También se tratan de una forma más desinhibida el sexo y las luchas de poder. Todo esto se hace quizás en contraste con la alta fantasía abanderada por Tolkien y sus émulos.
Uno de los máximos exponentes de esta forma de escribir es Joe Abercrombie, cuya trilogía La primera Ley y sus secuelas han tenido una muy buena acogida entre los aficionados. “Los Héroes” es una de las continuaciones de estos libros, siguiendo la historia de algunos personajes que aparecían en las entregas anteriores. Otra secuela a mi entender superior es “Best Served Cold”, pero eso otra historia.
Los Héroes del título se corresponden con una suerte de Stonehenge en la cima de una colina, donde transcurre la mayoría de la acción. Es propiamente una ironía, pues el comportamiento de los personajes dista mucho de ser heróico.
El libro tiene dos lecturas, una más superficial y otra más profunda. En la primera, vemos como se desarrolla una batalla en tres días, mientras que la segunda se puede interpretar como un alegato contra la guerra y la inutilidad de las muertes por un puñado de tierra.
El estilo de Abercrombie es ágil y divertido y hace que las casi ochocientas páginas de que consta esta entrega se lean en un suspiro. Me gustó especialmente un capítulo titulado Bajas, donde el punto de vista del narrador va saltando varias veces de un soldado a otro que le da muerte. Es una forma de narrar muy cinemática. También destacan mucho sus comparaciones, jocosas en la mayoría de las ocasiones y algunos de los personajes, que se alejan de los estereotipos comunes, como Finree o Calder. Aunque otros caen dentro del esquema habitual, el viejo guerrero que no sabe hacer otra cosa que guerrear (Craw), el general valeroso pero inepto (Jalenhorm), el aprovechado que negocia con los despojos de las batallas (Tunny)…
El autor vuelve a usar los monólogos en los que podemos ver en cursiva qué es lo que piensa un personaje en contraste con lo que dice realmente. Este recurso ya lo utilizó con el inquisidor Glotka, y aunque no alcanza aquí el mismo nivel, también resulta muy cómico.
La edición que he leído es en español y con esto me he encontrado con un problema. No sé cómo se toman estas decisiones, pero entiendo que los nombres de los personajes, especialmente cuando son apodos se tendrían que traducir todos. O no traducir ninguno. Pero unos sí y otros no da lugar a confusiones, e incluso hace que sean necesarias notas a pie de página explicando los apodos en el original. Me gustaría que alguien que supiera más que yo de estas lides me explicara en qué se basan las decisiones de traducción de este tipo, porque me parece algo inconsistente.
En resumen, este es un libro muy entretenido que se lee en un suspiro. Si te gusta Abercrombie y su propuesta, no dejes de leerlo.