Cuando parecía que la serie estaba remontando tras Secret Service y Eliminar a Vasili Záitsev nos llega otra entrega que vuelve a bajar el listón de esta ucronía de la Segunda Guerra Mundial.
El objetivo de los aliados en este momento es la Italia fascista de Mussolini. Pero dentro de la península italiana existe un poder, no muy en la sombra, que pretende regir los destinos del mundo. Cuando el Vaticano fue bombardeado de forma accidental por los estadounidenses, también acabaron con la vida del Papa Pío XII y ahora hay que elegir un sucesor para la silla de San Pedro.
En este contexto, la Iglesia impide el fusilamiento de un desertor italiano para encargarle una misión secreta relacionada con unos documentos que se encuentran en el fondo del mar. El equipo destinado a este trabajo tendrá que esquivar por una parte la planeada invasión de Italia por las fuerzas aliadas y por otra los planes de venganza personales de un fascista italiano que persigue al desertor.
Aunque así contado puede parecer interesante, el guión que nos presenta Luca Blengino es retorcido y embrollado, y el intento de acabar la historia en una suerte de serpiente Uróboros donde el final y el comienzo se dan la mano, no lo consigue rompiendo la simetría con las últimas paginas.
En el apartado gráfico del Vecchio cumple con su función pero no destaca en ningún aspecto y algunas veces la caracterización de los personajes es tosca y apresurada.
Esta serie sufre unos altibajos muy exagerados, es buena idea que cada tomo lo haga una pareja de guionista y dibujante, pero sería de agradecer que la calidad fuera más elevada en todas las entregas.