Proyecto Marte

Ya sé que llego a la fiesta con algo de retraso, pero nunca es tarde si la dicha es buena. Proyecto Marte es un libro más que recomendable, volviendo a poner en entredicho el prejuicio sobre la calidad de lo que se escribe por estos lares.

El formato fix-up es muy utilizado en la ciencia ficción para unir relatos que puedan tener algo en común, como Central Station de Lavie Tidhar y tantos otros. Proyecto Marte utiliza esta estructura, hilvanando una historia larga es escala temporal pero corta en el sentido de que solo vemos pequeñas escenas cada vez más alejadas en el tiempo. Como forzosamente se ha de dejar de lado la implicación empática con unos personajes que solo aparecen fugazmente a lo largo del libro (aunque veamos algo de evolución en ellos en distintos momentos), la tensión de la obra debe recaer sobre las ideas.  La mezcla de temas que se tratan es extensa, deteniéndose en muchos de los tropos más típicos de la ciencia ficción y rindiendo homenajes nada velados a los grandes maestros de la ciencia ficción (esa ciudad llamada Trántor y las menciones a la psicohistoria como una ciencia establecida, por ejemplo).

A veces la estructura juega en contra del desarrollo, porque algunos relatos tienen más interés que otros. Pero creo que la brevedad de Proyecto Marte le permite salir airoso de este envite.

Proyecto Marte también tiene fallos. Añadido a la incorrección física de las “ventanas” a las que hace referencia, conocida por el autor y comentada en el propio libro, hay un aspecto que me resulta difícil de creer. A pesar de la dilatación temporal tan grande, los cambios en la raza humana son bastante discretos, cuando no directamente minúsculos. Es cierto que se llega a una relación simbiótica de la que no voy a hablar más en profundidad por no desvelar sorpresas, pero aparte de esto no hay cambios relevantes. Quizá sea una decisión consciente porque si ya resulta difícil empatizar con unos personajes tan fugaces, si encima fueran demasiado alejados a la Humanidad Como La Conocemos TM el libro haría aguas emocionalmente, pero me gustaría pensar que se hubiera podido llegar a una solución de compromiso. El autor ya está emplazado para una conversación al respecto (quizá esto suena demasiado amenazante, pero prometo someterme a las tres leyes de la robótica cual R. Daneel Olivaw).

La edición presenta algunos problemas de corrección, que sin llegar a acumularse para impedir la lectura sí que molestan en algunos momentos. Espero que el autor lo solucione para una hipotética segunda edición.

En definitiva, recomiendo la lectura de Proyecto Marte y me gustaría saber en con qué otros proyectos nos sorprenderá Salart. Desde luego, cuenta con mi interés.

Zorglub : La hija de Z

He de reconocer que tengo una debilidad especial por el trabajo de José Luis Munuera, como ya se ha podido comprobar por estos lares. Así que cuando vi que se iba a iniciar una nueva línea de Spirou, pero tomando como personaje principal a Zorglub, fue inevitable que el ejemplar cayera en mis manos.

Munuera tiene una innegable vis cómica, visible en otros trabajos en solitario como Los Campbell que está muy presente en esta obra también. Pero no es lo único destacable del tomo. En la parte del guión se trata de una manera muy natural el conflicto generacional entre padres e hijos, la sobreprotección de los vástagos frente a la búsqueda de libertad de estos. Esta dinámica de enfrentamiento da lugar a unos diálogos francamente divertidos. Me encanta también como el autor se burla de sí mismo metiéndose con las continuaciones infinitas de contenidos audiovisuales dentro de un tebeo que de por sí es una nueva continuación. Quizá se cargan demasiado las tintas en el elemento antibelicista que sustenta la narración, pero por contra tenemos una integración racial perfectamente llevada a cabo.

El aspecto visual es sencillamente espectacular. Los personajes estilizados a los que nos tiene acostumbrados el autor se unen con un dinamismo tan bien conseguido en las escenas de acción que entran por el ojo como si se tratara de una secuencia cinemática. Además, hay que destacar que en la edición de Dibukks hay una maravillosa splash-page central en la que recrearse.

El tratamiento del color también es muy adecuado a la historia que se está contando. En general, me parece un muy buen inicio de serie, que cae algo en los tópicos pero que pretende desligarse del resto de Spirou para labrar su propio camino. Es una apuesta arriesgada pero que puede ser muy acertada.

Las diez mil vidas de Milo

Hay libros que coges sin tener mucho conocimiento sobre qué te pueden ofrecer y cuando te sorprenden gratamente la alegría es aún mayor porque no tenías expectativas previas.

Las diez mil vidas de Milo es el título en español de Reincarnation Blues, obra de Michael Poore. A pesar de que puede parecer bastante tocho, ya que alcanza casi las 500 páginas, es una lectura muy ágil y entretenida. Recuerda a una autora a la que admiro como es Claire North, con obras como The First 15 lifes of Harry August y también un poco a Touch, pero el tono es totalmente diferente así como el estilo.

No llegamos a ver las diez mil vidas, pero tenemos atisbos de muchas de ellas. En este sentido, el libro puede tomarse más como una sucesión de relatos cortos que como una novela al uso. A pesar de compartir protagonista, el propio Milo, y un tenue hilo conductor, muchos de los capítulos podrían ser de lectura independiente y también valiosa. Esta variedad temática y temporal sirve para que el autor cambie de registro con asombrosa facilidad. De hecho, es capaz de contarnos una historia de ciencia ficción, un drama carcelario y una fábula en pocas páginas. Solo por esto, el libro-mosaico que tenemos entre las manos es meritorio.

Las diez mil vidas de Milo también rezuma un humor sarcástico , aunque en ocasiones recurre a lugares comunes y, por qué no decirlo, resulta algo escatológico. Esto de por sí no es malo, ya que estos momentos también están aderezados con reflexiones humanitarias profundas. No solo sobre el sentido de la vida, el universo y todo lo demás (de esto ya sabemos la respuesta) si no sobre el más allá.

Este libro también se puede entender como una historia de amor que supera las dificultades y la barrera del tiempo. Esta parte de la narración puede parecer convencional, pero sirve para poner un remate que deja con muy buen sabor de boca. Un libro muy recomendable.

Las diez mil vidas de Milo ha sido traducido por Miguel Marqués Muñoz y lo publica Alianza Editorial AdN.

La Aritmética del Caos

Eduardo Vaquerizo es un autor con un amplio registro, que va desde la ucronía de Danza de Tinieblas a la crítica social de Nos Mienten pasando por otros estilo como La Última Noche de Hipatia. Desde que supe de la publicación de La Aritmética del Caos estuve interesada en leerla y en este año que comienza encontré el momento adecuado.

La voz de tres personajes vertebra la narración de este libro. Un funcionario jubilado, un joven que sufre alucinaciones y una asesina despiadada. Tres vidas aparentemente inconexas, pero que están condenadas a cruzarse.

La prosa que utiliza Eduardo es afilada como una navaja cuántica, utilizando en muchas ocasiones la sinestesia para las descripciones. Desarrollando un escenario conocido como las calles de Madrid nos muestra una historia alucinógena y cruel con algo de intención admonitoria.

Creo que La Aritmética del Caos toma el pulso de la actualidad socioeconómica y lo subvierte para mostrarnos otra realidad. Pero creo que este ejercicio necesita de la complicidad implícita del lector algo que el autor no siempre consigue. El interés de los varios puntos de vista es bastante desigual aunque el parte final del libro (que por otra parte es bastante breve) consigue aunar de forma brillante a los tres personajes.

Hay ciertos toques de fría violencia que a mí personalmente me repugnan, aunque entiendo la parte que forman de la narración, frisando en el terror. En contraste, me llama mucho la atención la diversidad de personajes imaginarios que desfilan por las páginas del libro, cada uno exponiendo un punto de vista interesante, quizá no el esperado por lo que la figura representa.

En cuanto a la edición, me he encontrado con algunos fallos llamativos pero que me parece serían fácilmente subsanables (utilizar onceava en vez de undécima, cambiar el nombre de una ciudad en apenas dos párrafos, algunos laísmos…). La portada me parece muy en consonancia con la historia.

Horizonte 6

Me decidí a leer esta novela como parte del proyecto de Disección de novelas del infatigable cuestionable Origen Cuántico. Aunque la tozuda realidad me ha impedido participar en la disección, no por ello he dejado de leer esta recomendable colección de relatos.

Horizonte 6 lo componen cuatro relatos de diferente factura relacionados entre sí por un hilo conductor débil. Aunque se pueden leer por separado, se pierde la visión de conjunto. Mi preferida es la primera, con un componente científico muy acusado, pero que consigue que la lectura no se vuelva árida. De hecho es casi divulgativa, con sus notas a pie de página explicando conceptos sobre recepción de señales astrofísicas.

Los otros relatos tocan temas tan interesantes como la inteligencia artificial y el primer contacto. Curiosamente, el tratamiento de este primer contacto con una civilización alienígena recuerda mucho a la trilogía de Liu Cixin que comenzaba con The Three-Body Problem, pero de una forma mucho más condensada.

También merece destacarse el último relato, donde conoceremos a una especie alienígena muy distinta a los humanos y con un propósito también muy marcado. Me ha encantado la elección de los nombres, totalmente ilegibles pero con unos signos de sumatoria al principio que no sé si tendrán que ver con su participación en la mente colmena, pero que a mí personalmente me resultan muy acertados.

También juega a favor de Horizonte 6 su brevedad, que hace que se pueda leer de una sola sentada.

La prosa, por el contrario, me ha parecido demasiado simplista en comparación con las ideas que se exponían. Es posible que esta impresión sea debida a la comparación con otras obras de otros autores, pero también es cierto que me parece ver cierta evolución dentro de los propios relatos, así que Caryanna será una autora a la que seguir para ver su progresión.

Me tragó el igualma

A pesar de las muchas vicisitudes que pasé para hacerme con mi ejemplar de Me tragó el igualma, o quizá alentada por ellas, me puse a leerlo conforme cayó en mis manos. Es una obra de un autor al que me gustaría ver publicado más a menudo y encima con un texto de mi gran amigo Elías Combarro, así que tenía todas las papeletas para gustarme. ¡Cómo me alegra haber acertado!

Lo primero que salta a la vista, ya desde los primeros párrafos, es la musicalidad de la prosa. Creo que sería toda una experiencia escuchar el libro narrado porque creo que tiene una métrica casi poética. Esta sonoridad se mantiene a lo largo de todo el libro y consigue encandilar al lector. Pero esta no es su principal virtud.

Para mí esta virtud, es la imaginación que nos asalta en cada página. La narración está prácticamente centrada en un solo planeta, pero Víctor ha sido capaz de mostrarnos el universo. En este sentido me recuerda mucho a los tebeos de Valerian, de mis favoritos de todos los tiempos.

Con homenajes claros a Carl Sagan desde la orilla del océano cósmico y otros no tan obvios como el de Belisario, que el propio Víctor me tuvo que apuntar, o a Italo Calvino.

Es un canto de amor al universo desde la parte más infinitesimal a la más inmensa pero también un alegato pacifista y ecologista, entendiendo la ecología como la protección del mundo natural, pero sin entrar en conflicto con el progreso.

También me ha gustado el detalle de que el universo sea compartido con otras obras del mismo autor. Este dato lo sabemos por pequeñas referencias a los cromatófagos y los ingrávidos, otros seres nacidos de la imaginación del escritor.

Un pequeño detalle que no desluce para nada la lectura pero que creo que se podría haber corregido es la repetición excesiva de ciertos términos, como “soltar lastre” que supongo se podría haber evitado con algún sinónimo. A menos que esta repetición sea un efecto buscado, algo que es perfectamente posible.

Solo me queda recomendar la lectura de esta pequeña joya de la ciencia ficción española.

Horizonte Lunar

Ahora que se ha anunciado la reedición el año que viene de esta obra, con nueva portada, ilustraciones interiores y revisada, me doy cuenta de que quizá esta reseña haya quedado un poco desfasada, ya que puede no ser la misma obra que leáis vosotros.

A Horizonte Lunar innegablemente le faltaba una revisión porque tenía fallos de edición. Como supongo que este problema estará soslayado con la siguiente publicación puedo centrarme en otros aspectos.

Se nota que es una obra primeriza por los cambios de ritmo tan bruscos pero al mismo tiempo es patente que la escritora que se estaba formando tras estas páginas tenía una imaginación desbordante y ganas de romper moldes. Esa protagonista femenina, por ejemplo, no es lo habitual en una space opera.

Horizonte Lunar exige al lector que se haga una composición de lugar cuando le faltan muchas piezas del puzle y eso, que puede ser una buena baza cuando se da suficiente información durante la narración, se convierte en algo frustrante cuando al final descubres que la información que te faltaba solo aparece en los anexos. No tengo problema en que no se me explique todo, pero tampoco me gusta que se hagan cientos de referencias a hechos de los que no tenemos conocimiento y no vamos a tener. Lo que puede ser interesante para dar un atisbo del trabajo de creación del mundo llega a cansar cuando se convierte en una constante.

Las escenas de acción, que las hay y bastantes, están bien narradas. Son muy cinéticas sin caer en un problema habitual, cuando parecen mal coregrafiadas. No obstante, que todas tengan lugar dentro de una nave espacial y que haya alegre reparto de disparos láser y otros proyectiles, aliñado de apertura de esclusas sin que haya problemas de despresurización me saca de la narración. Salvando este obstáculo, si lo que buscas es diversión espacial sin complicaciones, Horizonte Lunar cumplirá su cometido.

Me gustaría saber si Felicidad tiene intención de volver a este mundo, pues sin duda será muy agradable leer lo que salga de una pluma más experimentada en un universo con tantas posibilidades.

Despertares

Uno de mis planes para #leoautorasoct es compartir la mayoría de mis lecturas con mi compañero de fatigas habitual en estos lares. Mientras él terminaba su último libro antes de ponernos con Winterglass de Benjanun Sriduangkaew, yo me encontré con un pequeño hueco que decidí pasar leyendo Despertares de Felicidad Martínez.

Partiendo de la base de que no conozco el multiverso de Víctor Conde (creo que leí un libro pero se ha debido colar entre los intersticios de mi memoria) tenía que juzgar Despertares como obra individual, sin poder situarla correctamente en su contexto. Esto no ha supuesto ninguna dificultad, ya que Felicidad cuenta la historia que le interesa, que podría ubicarse en otro escenario y solo con una pequeña modificación la incluye en el multiverso. Vale que esa modificación también le da fuerza a la historia, así que el recurso resulta ser elegante y oportuno.

El relato es claramente deudor de obra muy buenas como Anatema de Neal Stephenson, con esos monjes que son trasuntos de filósofos naturales cuya fe son las leyes físicas. En este sentido la narración es totalmente verosímil, con una orden que se encarga del depósito del conocimiento y su estudio, casi como en el medievo. Cuando aparece un cambio, existe una reacción en contra para proteger el orden establecido.

También hay otra obra de un escritor recientemente fallecido a la que no voy a hacer referencia por que podríamos entrar en el escabroso terreno del spoiler, pero que es patente y que inevitablemente anula parte del efecto sorpresa que buscaba la autora.

El ritmo es rápido y la propia brevedad de la obra juega a su favor. La prosa de Felicidad, va directa al grano sin florituras y recuerda a otras obras suyas como La mirada extraña (sería posible incluso que este relato encajara dentro de ese mismo libro porque es otra forma de ver al alien, al ser ajeno a nosotros).

En definitiva, estamos ante una novela corta de consumo inmediato y que encima estuvo gratis durante el día del libro. Ideal para un aperitivo mientras seguimos esperando su siguiente obra (ni presión ni nada, ¿eh, Felicidad?).

Tres Ojos de Bruja

Pablo Bueno ha conseguido con Tres Ojos de Bruja algo nada fácil, escribir una novela corta perfectamente disfrutable de forma independiente y a la vez dotar de una magnífica puerta de entrada a su trilogía La Piedad del Primero. Y lo ha conseguido utilizando una brevedad a la que no nos tiene acostumbrados.

La historia, que se sitúa varios años antes de los hechos que ya conocemos, nos presenta a varios personajes que tienen que indagar sobre unos asesinatos. La narración se centra en esta investigación, sin llegar a ser un procedimental, pero claramente beneficiada por tener un misterio que resolver.

Teniendo un objetivo claro en mente (resolver el misterio) el autor se centra en las dinámicas entre los personajes, que están bien enlazadas. Si bien se puede leer de forma independiente como ya he dicho con anterioridad, el lector que ya conoce la obra de Bueno podrá disfrutar de los muchos guiños que pueblan sus páginas, además de conocer las motivaciones y la historia oculta de algunos personajes de cierta importancia en las novelas.

En cuanto a la forma en que está escrito, Pablo Bueno sigue utilizando es lenguaje “arcaizado” que le sienta bien a su fantasía épica, pero en esta ocasión con un ritmo muy conseguido, un allegro ma non troppo que hace que la lectura se acabe en un suspiro.

Una lectura muy adecuada para estos calores veraniegos.

La Hora de los Desterrados

Uno de tantos proyectos con los que empecé el año era leer más producto nacional y aunque mi lista de lectura me indica que estoy fracasando estrepitosamente en este aspecto, no por ello voy a dejar de intentarlo.

La Hora de los Desterrados es el segundo libro de Pablo Bueno, nominado a los Ignotus por su primera obra La Piedad del Primero que ya reseñamos aquí. La novela es continuación de la anterior y me temo que adolece mucho del síndrome del segundo libro.

El planteamiento de la novela es claramente una road-movie, con constantes viajes a lo largo y ancho del mundo. En este sentido se agradece la presencia de un mapa para seguir las andanzas de Marc y sus acompañantes. Por tanto, te tiene que gustar este tipo de lectura, que realmente no es de mis favoritas. Me gustaría pensar que cada desplazamiento tiene un significado claro, pero algunas veces me parece que la compañía va dando tumbos en busca del siguiente momento de interés.

Por contra, la prosa de Pablo ha evolucionado bastante. No sé si se podría describir como un castellano antiguo adaptado a los tiempos modernos o como un castellano moderno arcaizado, pero recorre esta fina línea de una manera firme y segura. Se adapta a la narración y en ningún momento chirría. Un gran logro.

La presencia de la magia es más patente en esta segunda entrega, y aunque algunas soluciones se las saca de la anchísima manga del deus ex machina (o lupus ex machina o pater ex machina o insértese aquí lo que toque ex machina), dentro de lo que cabe están entroncadas con la historia que ya conocemos. Me hubiera gustado que la narración fuera más consecuente con la presencia de la Voluntad, ya que sigue siendo un recurso infrautilizado.

También me hubiera gustado que le hubiera metido algo más de tijera al libro. Creo sinceramente que un poco de labor editorial hubiera adelgazado La Hora de los Desterrados
y así, se hubiera librado de algunos de estos pasajes de la Guía Michelín que aportan poco a la novela.

Otros aspectos positivos son el desarrollo de los personajes, a los que Pablo va dotando de más profundidad y trasfondo. Veremos cómo se desarrollan las relaciones interpersonales y cómo elementos del pasado vienen a influir en lo que pasará en el futuro. Esta continuidad incrementa mi interés por la siguiente entrega.

Ciertamente, la novela tiene fallos, pero no por ello puedo dejar de recomendarla. Pablo, ¿para cuándo el siguiente?