Continúo leyendo las obras de Reynolds que por una razón u otra se me habían escapado. Después de rotundos éxitos como Pushing Ice y House of Suns con Terminal World, desgraciadamente, me he encontrado con una obra menor.
Como dice mi buen amigo Elías “es el libro menos representativo del estilo y los temas de Reynolds”, una frase que me parece un estupendo resumen y una opinión que comparto, sobre la que me extenderé después.
El libro es una mezcla algo extraña en un escenario postapocalíptico con toques steampunk. Y digo algo extraña porque Reynolds no parece tener muy claro el objetivo de la novela, va un poco a la deriva (y si os fijais en la portada veréis que las palabras están elegidas a caso hecho). Una de las ideas principales es la presencia de distintas “zonas” en el mundo, en las que hay distintos niveles de tecnología. Hay lugares en los que funcionan las máquinas más avanzadas, en otras la principal fuente de energía es el vapor y en otras directamente no es posible la vida, porque la “maquinaria celular” de los seres vivos es incapaz de desempeñar su función.
Estas zonas me recuerdan poderosamente a Un fuego sobre el abismo de Vernor Vinge. Me hubiera gustado que el galés hubiera utilizado esta idea para explorar las desigualdades provocadas por la tecnología, ya que hubiera sido un excelente símil para la situación actual del mundo. Pero en un momento determinado da un giro de timón y la novela se convierte en un relato de aventuras, algo deslavazado e inconexo.
El elemento de terror que tanto le gusta al autor incluir en sus novelas sí que está presente, con una raza de cyborgs que se alimenta de tejido cerebral.
En definitiva, una obra que no parece de Reynolds y que aunque tiene sus puntos buenos, no resiste comparación con otras del mismo autor.