Cuando se empieza a leer un clásico de la literatura de ciencia ficción, siempre afloran algunas dudas. ¿Habrá envejecido bien? ¿Seguirá teniendo validez su mensaje?
Con este estado mental emprendí la lectura de The handmaid’s tale, y he de decir que, desgraciadamente, su mensaje sigue teniendo validez hoy en día.
En Estados Unidos se ha instaurado una teocracia que subyuga a la mujer, disminuyéndola a su mínima expresión, importante solo por su labor reproductora. Lo que leemos son las reflexiones de Offred, la doncella del título, que es la concubina de uno de los poderosos comandantes.
No exagero nada si os digo que mientras leía The handmaid’s tale me encontraba en tal estado de desazón que muchas veces lo he tenido que dejar a un lado para tranquilizarme. Y es que esta distopía, aún improbable por varias razones, no deja de tener su semilla totalmente creíble.
Dentro de la rígida estructura social que la autora nos presenta, cabe destacar la presencia de las aunts, las mujeres encargadas de propagar la doctrina impuesta por el gobierno. Y es que no hay peor creyente que el converso, ya que parecen disfrutar de forma sádica de las limitaciones impuestas al resto de las mujeres, sean de la clase que sean.
La narración está fragmentada, ya que al tratarse del discurso mental de la protagonista recurre muy a menudo a los flashbacks, en los que asistimos al desarrollo de su vida anterior. Es este terrible contraste, su capacidad de recordar como estaba antes en comparación con el momento actual lo que llena de desasosiego al lector.
El adendo final del libro dota de perspectiva la lectura e incluso ilumina con esperanza a la raza humana. Un libro que hay que leer.