Hay libros en los que se percibe una lucha entre el fondo y la forma que acaba afectando a la lectura.Esto es lo que me ha ocurrido con “Sunburnt Faces”, la obra del israelí Shimon Adaf.
En el aspecto formal, el autor utiliza el lenguaje con maestría. Me han maravillado sus comparaciones, sus diálogos, el uso de elipsis y flashbacks para contar la historia de Ori. Pero, ¡ay!, la historia precisamente es lo que ha fallado.
El libro está dividido en dos partes, en la primera asistimos a la infancia de Ori, una israelí hija de emigrantes marroquíes que después de varios meses sin poder articular palabra, recupera el habla tras oir hablar a Dios. Esto, que podría parecer un hito importante en la vida de Ori, no es más que un detalle dentro del relato, fácilmente prescindible. ¿O tal vez no?
La infancia y la pubertad son etapas definitorias de la vida humana y en este caso nos intentan ayudar a entender por qué Ori de mayor es como es. Acaba siendo escritora de literatura juvenil porque en una visita a la biblioteca, conoce la serie fantástica “Ariella the Fairy Detective” de Prospero Juno y se enamora del género. Del mismo modo, las amistades que establece influirán en sus decisiones posteriores.
En la segunda parte del libro, con Ori ya casada y con una hija, vemos como su vida está abocada al fracaso por su propia incapacidad de compromiso, algo que ya se vislumbraba en los capítulos anteriores.
Aquí me he encontrado con otro gran problema. Me resulta difícil leer cuando no empatizo con los personajes, aunque sean los villanos de la historia quiero entender sus motivaciones. Y con Ori he sido incapaz. Por más belleza que encuentre en la prosa de Adaf en el personaje principal solo encuentro vacío. No puedo entender como alguien es capaz de dejar a su propia hija sin comer un día porque se olvida, es capaz de cortar relaciones con la familia por razones ignotas o de entregarse al primer hombre con el que se cruza para llenar su vacío interior. Algo parecido aunque en menor grado me pasó con Quentin de “The Magicians”.
Como ya he dicho antes, los detalles del libro son importantes o no según la óptica con la que afrontemos la lectura. Los elementos fantásticos son sutiles, tan sutiles que se pueden interpretar como fantasía o como invenciones de una mente enferma. Este recurso está muy bien utilizado, se deja a la interpretación del lector qué es real y qué no.
Lo que más ha picado mi curiosidad es la historia fantástica de Ariella, y como si el autor supiera que esta parte nos llamaría la atención a muchos de sus lectores nos ofrece el último libro de la serie como anexo a “Sunburnt Faces”. Este relato, supuestamente juvenil, ofrece temas de gran calado, como el sacrificio por un bien mayor pero envuelto en un manto de magia que no deja de asombrarnos. Lo mejor del libro con diferencia.