The Witness for the Dead

De nuevo contamos con la presencia de @mertonio en esta lectura conjunta. Le damos las gracias por su colaboración, que espero os guste.

Había muchísima expectación respecto a la publicación de The Witness for the Dead, la continuación de The Goblin Emperor. Aunque la novela original es completamente autoconclusiva, un sector del público quería conocer más historias ambientadas en este extraño mundo de goblins, elfos y dirigibles.


Addison se aleja un poco de lo esperado cambiando el escenario y también de personaje principal, aunque ya lo conocíamos de la primera entrega. En lugar de en los entresijos de palacio nos sumergimos en el mundo de la jerarquía eclesiástica. De una forma muy amena la autora nos habla de las diferentes creencias y permutaciones de la fe, la omnipresencia de los miembros del clero en la sociedad y la variedad de sus funciones.


En este sentido el worldbuilding es tan interesante como el del primer libro, sustituyendo las intrigas cortesanas por las clericales y comerciales.


El protagonista es un “testigo de los difuntos” que recibe a peticionarios que desean algo que sus parientes recientemente fallecidos sabían. Posee una limitada capacidad de leer recuerdos de los cadáveres que raramente arrojan luz sobre las cuestiones que se le plantean.


Este poder divino está a disposición de los peticionarios que lo deseen, sean personas privadas o públicas. A lo largo de la novela iremos enlazando diversas “investigaciones” de esta índole.


La variedad de peticiones y de asuntos en los que se ve enredado en protagonista es de lo más interesante. Desde muertes sospechosas, asesinatos, herencias a sucesos sobrenaturales. Todo tiene cabida en el desempeño de sus funciones, hasta aplacar a los ghouls que se levantan de sus tumbas cuando no se respetan los ritos funerarios.


Más que una trama en sí misma, lo que nos ofrece la novela es el relato de una parte de la vida del protagonista, incluyendo reflexiones sobre su pasado y, sobre todo, su futuro, ya que su don no es durarero.

En cuanto a la prosa, hay que decir que fluye muy bien y que recuerda, en cierto modo, a esas novelas basadas en la regencia y la época victoriana, que son tan del gusto de los escritores de fantasía y, sin duda, de los lectores.


Addison adopta un estilo en primera persona para centrar la narración, lo que es de agradecer, ya que hay un cierto baile de nombres y apelativos que puede ser excesivo en sus primeras páginas


Una vez superado este pequeño obstáculo, sólo queda disfrutar de las intrigas y misterios en los que se verá envuelto el protagonista.


El libro tiene un ritmo pausado pero constante. No encontraremos muchas escenas de acción frenética en la vida de un sacerdote que vive solo en la gran ciudad pero Addison capta y mantiene nuestro interés porque no se va por las ramas y siempre está ocurriendo algo. Aunque solo sea relatar la visita del protagonista a la sala de mapas para que le expliquen cómo llegar a la ópera o ser testigo de un ensayo en ese mismo lugar.


La novela está repleta de pequeños papeles secundarios para una multitud de personajes que pueblan la ciudad en la que transcurre la acción. Cabría destacar el director de la ópera como una suerte de detective adjunto en algunas escenas pero el resto para desapercibido. Resulta curioso que Addison preste mucha atención al lenguaje físico de las orejas, cuyos gestos y posiciones revelan tanto de la actitud de los personajes como cualquier otra parte del cuerpo. Quizá pretenda reforzar la idea de que estamos hablando de goblins y elfos, pero que son seres eminentemente humanos.


En definitiva nos encontramos ante una novela pausada tanto en su ritmo con en su desarrollo, de esas que sirven para reconciliarte con el mundo. No llega al nivel de The Goblin Emperor pero es más que recomendable. The Witness for the Dead impregna al lector de una sensación de bienestar muy parecida a la que causa la obra de Becky Chambers.

We Are Satellites

Después de la premonitoria A Song for a New Day tenía mucha curiosidad por la siguiente novela de Sarah Pinsker, We Are Satellites. Espero que en esta ocasión la autora se haya equivocado en su especulación sobre un futuro cercano, porque como acierte otra vez vamos a estar regular.

La narración recae en los cuatro miembros de una familia formada por dos madres, un hijo biológico y una hija adoptada. A través de los ojos una familia normal como esta veremos cómo la irrupción de una nueva tecnología puede cambiar radicalmente la sociedad y la convivencia.

La tecnología a la que me refiero son los Pilot, unos implantes cerebrales que ayudan a la multitarea, permitiendo realizar varias cosas a la vez con eficiencia. No se dan muchos detalles sobre su funcionamiento porque lo que le interesa a la autora es especular sobre cómo un cambio de este tipo influiría en la sociedad. Especialmente en el ámbito educativo, ya que la introducción de los aparatos se apremia sobre todo entre los jóvenes, que acaban necesitando tenerla para seguir las clases en igualdad de condiciones con el resto de sus compañeros.

La autora nos hace ver claramente que esto provocaría una brecha social entre los “aumentados” por llamarlos de alguna manera y aquellas personas que por decisión propia o por otros problemas neuroatípicos no pudieran tener acceso a esos dispositivos. Esta es la parte más interesante del libro, con mensajes claros sobre un ejercicio aparentemente teórico, pero que podemos ver como una realidad en nuestro entorno (no es cuestión de tener un aparato, pero hay una ventaja evidente de los alumnos que tienen acceso a tecnología, a profesores particulares… respecto a quienes no pueden permitírselo).

Como digo, el aspecto social es sobre el que más hincapié hace la autora, a veces incluso dejando un poco de lado la narración en sí. No digo que no sea acertado centrarse en esto, pero también se desprende cierto aire de ingenuidad sobre todo en las últimas partes del libro, cuando se desvelan los problemas intrínsecos al uso de estos avances y cómo afectan al cerebro a largo plazo. No llega a convertirse en un tecnothriller, pero los mimbres están ahí. El final me parece resuelto con demasiada prisa después de haberse tomado tanto tiempo en establecer los términos de las relaciones de la familia y las posibilidades de la tecnología, como si Pinsker ya hubiera hecho suficiente con exponer sus ideas para dejarnos reflexionar sobre ellas y no se hubiera detenido la suficiente en finiquitar las tramas de una forma satisfactoria.

Respecto al audiolibro, la narración de Lyssa Browne me ha parecido muy adecuada, cambiando el tono en los diferentes puntos de vista de la familia entre los que va saltando al autora. Me parecen especialmente logrados los pasajes en los que intenta recrear el bombardeo de información al que se ven sometidos algunos usuarios de Pilot.

We Are Satellites es una lectura para hacernos reflexionar, que podría estar más pulida como novela pero que consigue su objetivo de plantar una semilla para nuestros propios pensamientos.

Black Water Sister

Con esta novela, Zen Cho deja de lado la fantasía histórica de sus dos obras anteriores The True Queen y Sorcerer to the Crown para ofrecer una obra mucho más acorde a los tiempos modernos. Hay que reconocer que el cambio le sienta bien, ya que en vez de utilizar un escenario más que trillado como es la Inglaterra de la regencia nos vamos a Malasia en la actualidad, algo más novedoso y atractivo.

Black Water Sister es una novela que representa perfectamente la Diáspora Asiática, aunque en este caso sus protagonistas vuelven a Malasia tras encontrarse con problemas económicos graves en Estados Unidos. La vuelta a los orígenes lleva muchas cosas asociadas, pero lo que no se esperaba Jessamyn Teoh es que su difunta abuela empezara a hablarle, al haberla escogido como médium para terminar las tareas pendientes que dejó en vida.

Con esta novela nos sumergimos en la cultura malasia, que combina tiburones de las finanzas con templos donde los dioses se manifiestan a través de los humanos, violentas bandas con familiares cotillas en una mezcla que resulta realmente más que entretenida. Me hace especial gracia el control de la vida de los vástagos de los ancianos de la familia, que aunque aquí se describe como una característica esencialmente asiática veo paralelismos claros con nuestro propio país. El hecho de que la protagonistas sea lesbiana no hace si no añadir un grado más de dificultad en mantener el secreto de su vida, ya de por sí bastante expuesta.

Por supuesto, la trama de misterio es el hilo principal de la narración, ya que solo vamos descubriendo poco a poco por qué la abuela tiene tanto interés en proteger el templo de las manos avariciosas del quinto hombre más rico del país, que quiere transformarlo en pisos para su venta con jugosos beneficios. Pero resultan bastante más atractivas las relaciones interpersonales y familiares de Jess.

A veces la narración es un poco atropellada porque están pasando bastantes cosas a la vez pero no resulta excesivamente complicado seguir el hilo.

En cuanto a la narración, mis más sinceras enhorabuenas para Catherine Ho, que lidia con gran pericia con el peculiar inglés que utiliza la autora, trufado de localismos. En ningún momento me ha resultado complicado seguir el libro en parte gracias a su estupenda labor de caracterización.

Se tratan temas de gran relevancia, como el racismo y la homofobia, tal vez no en demasiada profundidad pero se agradece que se hable de ellos. En definitiva nos encontramos ante un libro muy agradable de leer y muy entretenido, que presenta temas de gran actualidad aunque no profundice excesivamente en ellos y que nos deja con ganas de más obras de Zen Cho.

Regarding Ducks and Universes

Una novela que comienza siendo original desde su título y que homenajea de forma clara a las novelas de detectives de principios del siglo pasado con un barniz de ciencia ficción tenía que llamar forzosamente mi atención.

La premisa de la que parte la historia es curiosa. En 1986 se creó un universo alternativo, no sé sabe muy bien por qué y desde entonces es posible viajar entre ambos. Aunque hay bastantes diferencias entre los escenarios también hay similitudes y la autora juega sobre todo con los personajes que tienen un doble en el otro universo para dar lugar a situaciones divertidas o chocantes.

La fórmula no da mucho más de sí y me hubiera gustado que se exploraran otras diferencias entre mundos que no fuera por ejemplo la existencia del libro electrónico y el libro de papel convencional, que parece un elemento fundamental en la diferencia del desarrollo de los dos universos. La narración es amena y es cierto que el misterio no deja de tener su interés, pero la broma se hace un poco larga para el escaso contenido que se ofrece. Tampoco se hace mucho hincapié entre la diferencia que puede haber entre las personas que nacieron antes de la bifurcación, que sí tienen un igual en el otro universo, y las que nacieron después, que no tienen por qué tenerlo necesariamente. Este aspecto también podría haber dado algo más de juego.

En una especie de pirueta metaliteraria la principal preocupación de protagonista es saber si su alter ego se está dedicando a crear una novela de detectives como es su sueño secreto. Esto también dará lugar a confusiones y envidias, que darán vidilla a la narración.

Se trata de una lectura ágil y amena, el típico libro que se lee para una sobremesa sin tener que pensar mucho y que te tiene entretenido un rato. En esta ocasión, yo lo escuché como audiolibro, con la narración de Alexander Cendese, que he de decir que realizar una labor encomiable. Las distintas caracterizaciones de la voz de los personajes hace que sea muy fácil seguir la historia, aún habiendo doppelgangers que forzosamente deberían tener la voz muy similar.

En definitiva es un libro que no pasará a la historia, pero es que tampoco lo pretendía.

The Last Watch

Le tenía el ojo echado a esta novela de ciencia ficción sobre todo por la portada, ¡qué le vamos a hacer!, a mí es que me pones una nave espacial y ya me tienes contenta.

La premisa científica en la que se basa toda la historia es muy interesante, ya que da por hecho que en algún momento en el pasado la expansión de universo se detuvo y se quedó “congelada”. Lo que hay más allá de este límite, llamado The Divide, ha permanecido inmóvil durante mucho tiempo bajo la vigilancia, tal vez inútil, de la Legión, un cuerpo militar con los castigados y exiliados del resto de los ejércitos. Este retiro forzoso, es una manera estupenda de quitar de en medio a los elementos subversivos o simplemente de solucionar problemas disciplinarios de manera drástica. Pero la situación cambiará de repente, como era de esperar y quizá ya no sea un destino tan tranquilo.

La novela tiene dos puntos de vista, el de Cavalon Mercer y el de Adequin Rake. El primero es el heredero díscolo de una de las monarquías más importantes del universo humano y la segunda es una heroína de guerra condecorada. Ambos, por distintas causas, acaban en la Legión. Me gusta el contraste entre la veteranía de Rake y el idealismo de Mercer, es uno de los motores de la novela. Las causas que llevaron a cada uno a la Legión son muy diferentes y no las iremos descubriendo en su totalidad hasta que vamos avanzando en la lectura, pero este no es el principal misterio del libro.

The Last Watch tiene una mezcla bastante descompensada entre la especulación científica y la tecnología que se van encontrando. Aplicando la Ley de Clarke, es tan avanzada que es indistinguible de la magia y eso hace que chirríe un poco en la narración, aunque forme parte inseparable del núcleo de la novela y de su justificación. Esta es el principal escollo con el que me he encontrado a la hora de valorar la lectura.

Los personajes, aunque creíbles, son algunas veces exagerados en su propia idiosincrasia. Vale que uno de ellos tenga memoria fotográfica, pero de ahí a sacarse tres doctorados por no dejar de ir a la Universidad y que sean justo los que hacen falta en cada momento del libro hay un trecho. El sentido del honor en ocasiones es tan rígido que enorgullecería al samurai más estricto. No por ello deja de ser interesante el desarrollo de la historia, pero a veces parece demasiado encorsetada por estas características. Me gustaría que se hubiese hablado algo más sobre la situación política en el resto de mundos y colonias, ya que las referencias a las condiciones de vida de los humanos y la manipulación genética dejan entrever una trama que puede ser interesantísima en las entregas posteriores.

El audiolibro tiene dos narradores: Andrew Eiden y Nicol Zanzarella. Ambos realizan un buen trabajo, pero no encuentro ninguna cualidad especialmente llamativa que destacar.

Aunque esta novela tiene algunos fallos de ritmo, creo que podré hacerme una idea más completa de lo que quiere enseñarnos la autora cuando lea el siguiente libro. Os emplazo a esa próxima lectura para ver si la serie merece la pena.

The Coward

The Coward de Stephen Aryan es una fantasía muy correcta que no reinventa la rueda pero ni falta que le hace para tenernos entretenidos durante algunas horas.

El protagonista de la historia es Kell Kressia único superviviente de una expedición llevada a cabo por un grupo de héroes para acabar con la amenaza del norte que estaba provocando la pérdida de cultivos y la hambruna en los Cinco Reinos. Se unió al grupo por cabezonería, siendo un joven descerebrado y cansino. Ahora, diez años después, los signos del mal vuelven a estar presentes, pero Kell, más maduro y responsable, no desea realizar de nuevo un viaje del que cree que salió con vida de pura chiripa.

Aryan nos relata una historia que cumple punto por punto el viaje del héroe, como hemos visto muchas veces en la fantasía más convencional. No obstante, nos ofrece una vuelta de tuerca gracias al hecho de que sea la segunda vez que realiza la peregrinación, por lo tanto se suma el factor experiencia. De cara al lector sigue siendo novedoso porque no conocemos el viaje anterior salvo por los extractos del cantar que cierto bardo creó a raíz de la primera aventura, que es maniqueo y está manipulado de forma flagrante.

El viaje y la composición del conjunto de héroes también es convencional, aunque los personajes se hacen de querer con sus peculiaridades y características. Quizá la parte que da más empaque a la historia es la intriga política de la que seremos testigos entre bambalinas, entre los reyes y principalmente la cabeza de la iglesia, que es un ejemplo estupendo de los delirios de grandeza de la estructura eclesiástica.

Aunque la historia es bastante lineal, ya que hay que desplazarse desde el punto A al punto B para acabar con la amenaza C, se agradecen las historias añadidas de los miembros de la expedición, que dan un poco más de variedad a la misión. Y una vez alcanzadas las llanuras heladas, se nota cierta épica inspirada en la exploración del capitán Scott que le sienta muy bien a la aventura, que en caso contrario habría sido demasiado tradicional.

The Coward es una novela correcta, quizá no demasiado original, pero que cumple con su papel de entretenernos de forma más que pasable. Deja abierto el camino para una continuación que lógicamente habrá de centrarse más en los tejemanejes políticos que en una nueva amenaza, pero tampoco tengo la certeza absoluta de qué va a hacer el autor a continuación.

Clockwork Boys

Sé que llego tarde a la fiesta de la autora T. Kingfisher, pero también dice que nunca es tarde si la dicha es buena, así que me alegro de haberle dado una oportunidad. Tras disfrutar de la más que correcta The Seventh Bride, vi que más obras había disponibles de la autora en la plataforma de audiolibros a la que estoy suscrita y escogí Clockwork Boys, aunque no os podría decir muy bien las razones por la que escuché esta y no otra.

A veces el azar nos favorece y así ha sido el caso. Clockwork Boys es la primera entrega de una duología fantástica con toques steampunk. Utiliza una fórmula bastante manida, la creación de un grupo de variopintas cualidades para llevar a cabo una misión suicida. Es así como un paladín, un asesino, una falsificadora y un erudito entran en un bar se embarcan en una aventura destinada a investigar a los propios clockwork boys, una ominosa amenaza que cada vez se acerca más a la ciudad para destruirla. La recompensa para los tres primeros será la libertad, ya que por sus “hazañas” se encontraban en prisión.

El principal punto fuerte del libros son unos diálogos chispeantes con cierta carga de humor negro, que nos harán avanzar por la aventura con una sonrisa en los labios. Y es que los personajes desplegado por Kingfisher están tan bien descritos que parece que estás andando a su lado a lo largo de la campaña. Y no es que no haya causas para el conflicto entre ellos, es que hay para elegir. Desde la misoginia del jovencísimo erudito que cree que la cercanía de una mujer puede ser la causa de su perdición (algo relacionado con la disolución de sus órganos internos por los efluvios femeninos), a los celos pasando por las dudas que genera la posesión demoníaca sufrida por uno de los miembros del grupo, los malentendidos y los choques están a la orden del día. Y sin embargo estos roces irán forjando una amistad entrañable.

Todo esto se desarrolla en un entorno mágico, narrado con toques de road movie porque casi todo el libro sucede en el trayecto en busca de los clockwork boys, que a pesar de dar título a la novela tienen un presencia testimonial aunque terrorífica. El libro tiene ese toque de fantasía antigua, de retelling de otras historias del que ya tuvimos una muestra en The Seventh Bride, pero en esta ocasión no es la base de la narración, tan solo un añadido más.

El audiolibro está narrado por Khristine Hvam, que hace una labor encomiable. Me encanta cuando un narrador es capaz de modificar su voz y su acento para distinguir a cada personaje y sin duda Khristine lo consigue en esta ocasión. Estoy deseando leer la conclusión de la historia y sin duda lo haré por el mismo medio.

Shards of Earth

Con esta novela Adrian Tchaikovsky da comienzo a una saga de ciencia ficción que se aleja del camino marcada por Children of Time y su secuela Children of Ruin. En esta ocasión nos encontramos con una space opera algo más convencional, con su adecuada ración de razas alienígenas, su consabida intriga política y algún toque de horror cósmico que recuerda a The Outside.

La humanidad tiene algunas colonias repartidas por el espacio que sobreviven con dificultad tras la pérdida de la Tierra y otros planetas a manos de los Arquitectos, unas entidades alienígenas casi incomprensibles que transforman en esculturas planetas habitados, acabando de paso con su población. La guerra se acabó en su momento con la intervención de los Int, humanos desarrollados exprofeso en un duro procedimiento con muy pocas posibilidades de éxito que son capaces de entablar una conversación con los Arquitectos.

En la novela se comparten dos puntos de vista: el de uno de estos Int, llamado Idris, que asqueado tras la guerra pertenece a una variopinta tripulación que va haciendo encargos por la galaxia y Solace, miembro de una sociedad matriarcal exclusivamente femenina, el Parthenon, creada por una investigadora en el pasado para mejorar la humanidad y que se convirtió en el principal ejército humano en la lucha contra los Arquitectos.

Como es natural, existe un elemento desencadenante que romperá con la situación de status quo que se había conseguido hasta el momento. Resulta muy interesante cómo el autor utiliza a los compañeros de tripulación de Idris (humanos y alienígenas) para darnos ejemplos de las distintas posibilidades que pueden dar lugar a un ser “sentiente” ya sea de origen natural o artificial. La tripulación es maravillosa, con una sentimiento de camaradería que infunde esperanza sobre la capacidad de colaboración entre especies. Están caracterizados de una forma estupenda y consiguen despertar nuestra empatía desde el primer momento, así que sufriremos mucho con lo que el destino les depara.

La entrada en la novela no es fácil, con muchos términos y cierta historia previa que no se desvela desde un principio, pero una vez superado este obstáculo, la lectura fluye mucho mejor. También es innegable que es el comienzo de una historia más larga, por lo que hay mucha exposición y en ocasiones acontecen pocas cosas, pero para compensar Tchaikovsky se saca de la manga un híbrido alienígena que reparte cera como Michael “ídem” en Scott Pilgrim y que tiene una resistencia al dolor, la desmembración y en general a cualquier ataque físico con sus poderes de regeneración que deja a Lobezno camino del asilo.

Me gustaría saber cómo se va a seguir desarrollando la historia para poder tener una opinión más completa, pero como primera novela de una narración más larga Shards of Earth me parece recomendable, aunque no exenta de fallos.

Victories Greater than Dead

Dicen que en la literatura juvenil se pueden hacer más experimentos que en la literatura dirigida a adultos, quizá por que los jóvenes son más moldeables y no son tan rígidos como otras personas a la hora de aceptar argumentos o ideas. En esta ocasión Charlie Jane Anders hace uso de esta presunción en una novela que en ocasiones llega a resultar machacona y algo repetitiva, pero que también presenta temas de representación y autoaceptación dignos de consideración.

La protagonista es Tina, una adolescente que lleva toda su vida esperando la visita de los alienígenas. Y es que Tina sabe que no es enteramente humana, desde el principio su madre le hizo saber que era especial, la clon de una brillante estratega extraterrestre fallecida. En su interior, una baliza espera el momento adecuado para lanzar su mensaje al universo para su rescate.

La autora utiliza esta historia bastante típica sobre el elegido predestinado a grandes tareas para explorar las crisis de identidad de cualquier adolescente, corregido y aumentado por la situación excepcional que atraviesa la galaxia. Anders nos muestra este camino al autoconocimiento no solo a través de Tina, ya que también hará uso de otros personajes en circunstancias similares a la suya pero con orígenes diversos, que complementan de una manera bastante correcta aquellas decisiones a las que Tina no se tiene que enfrentar, por las razones que sean.

Victories Greater than Dead está muy centrado en reflejar esta representación, haciendo hincapié de forma especial en el uso de los pronombres adecuados, algunas veces de forma sorprendente, como cuando se presenta a una de las antagonistas y antes de decir que va a matar a Tina le dice que su pronombre es she. En este sentido a veces resulta demasiado exagerado y poco sutil el mensaje que nos quiere hacer llegar.

Es innegable la influencia de series de televisión como Star Trek o Steven Universe en la autora a la hora de escribir la novela, así que se podía esperar ese aura de buen rollo en la narración. Me gusta también la imaginación de la que la autora hace gala para describir las especies extraterrestres con las que se va topando, la mayoría humanoides debido a uno de los misterios que se desvelan a lo largo de la lectura.

La versión en audiolibro está narrada por Hynden Walch, que hace un impecable trabajo en crear todas esas voces juveniles o no, otorgando características diferenciales a cada personaje, algo que no debe haber resultado fácil debido a la gran cantidad de diálogo que hay en el libro. De hecho, al final de la grabación hay una conversación entre Charlie Jane y ella para aclarar algunos aspectos del audiolibro que me parece un buen extra para esta versión.

Tengo claro que no soy el público objetivo de esta novela y en ocasiones la lectura se me ha hecho algo cuesta arriba por la reiteración innecesaria de ciertas ideas y la previsibilidad de algunos acontecimientos, pero es bastante probable que a otras personas les encante el desarrollo.

Savage Legion

Hace poco me preguntaron por este libro y como no lo había leído, pensé que en su momento me había llamado la atención pero se había quedado a un lado por razones que no recuerdo. Como estaba disponible en la plataforma de audiolibros a la que estoy suscrita, me coloqué los auriculares y me dispuse a dedicarle unas horas de mi tiempo. Una decisión fortuita, pero que acabó siendo sabia.

El mundo que construye Matt Wallace para esta saga es bastante innovador, o al menos a mí me lo parece, porque crea una distopía en un entorno fantástico que nos recuerda a nuestro pasado en vez de situarlo en un futuro indeterminado. Un término que está irremediablemente ligado a la ciencia ficción, pero con un cambio de contexto que permite al autor jugar con viejas ideas en un escenario distinto. No me venía otro ejemplo de distopía fantástica así que pregunté a mis contactos y Elías Combarro me indicó Las Edades de la Luz de Ian R. MacLeod, pero tampoco supimos sacar más.

El punto de partida del libro es la existencia de Crache, una nación gobernada por comités y gremios de funcionamiento supuestamente impecable en el que todos aportan y todos reciben. Siempre hay guerras que se luchan en las fronteras pero no parecen afectar a la idílica vida de los ciudadanos. Obviamente, esto es solo la punta del iceberg. Hay muchos estratos sociales y la pobreza extrema existe en los arrabales de la ciudad, oculta de las buenas gentes. Pero esto no es lo peor, mucho de los miembros menos apreciados de la sociedad han comenzado a desaparecer.

Partiendo de esta base, Wallace nos llevará en un relato con muy buen ritmo y diversos puntos de vista desde la ignorancia de los verdaderos entresijos del poder a las revelaciones más duras. Me gusta mucho la forma en que Wallace trata el anonimato de los poderosos, cómo se ocultan tras comités y subcomités de forma que no hay un liderato claro, y por lo tanto no hay un objetivo al que atacar para provocar la revolución. Además, no se corta en tratar temas como la eugenesia y la supervivencia del más apto, haciendo hincapié en el poco valor de la vida humana si no cumple unas determinadas características. El hecho de que los desechos de la sociedad sean usado como carne de cañón no es ninguna novedad aunque el método utilizado para obligarles a luchar sea de lo poco mágico que aparece en la obra.

También se puede interpretar Savage Legion en clave ecológica, si pensamos cómo para mantener la calidad de vida de unos pocos es necesaria una guerra de conquista para esquilmar los recursos de los pueblos colindantes. Una comparación nada sutil con el capitalismo que requiere del crecimiento infinito para seguir funcionando.

No he hablado de los personajes que me parece que están excelentemente construidos. Aunque en uno de ellos Wallace comete el “error” de utilizar en demasía su desconocimiento del mundo para ponernos a nosotros al día, por lo general son muy creíbles y hacen que desarrollemos nuestra empatía hacia ellos.

El audiolibro está narrado por Lameece Issaq que hace un muy destacable labor, consiguiendo dotar de una voz y personalidad propias a cada personaje, llamándome especialmente la atención cómo consigue que distingamos a un personaje que habla a través de una traqueotomía muy sui géneris.

El autor adereza esta novela con unos pequeños toques de intriga y mucha lucha intestina política para dar lugar a una obra bastante recomendable. No la dejéis pasar.