The Philosopher’s Flight

Empecé a escuchar The Philosopher’s Flight de casualidad, sin tener referencias ni del autor ni de la obra en sí. Me sorprende mucho que esta historia alternativa situada en la Primera Guerra Mundial no haya tenido más predicamento entre mis contactos, aunque seguramente haya pasado desapercibido por razones de marketing.

La novela cuenta los años de juventud de Robert Weekes, un practicante de filosofía empírica, que aunque en el libro se afirma que no es magia si no ciencia, ante nuestros ojos es prácticamente indistinguible de la magia. Las mujeres tienen más afinidad con esta filosofía, por lo que los practicantes masculinos son escasos y menos dotados.

Existen ramas de esta filosofía, especializadas en distintas posibilidades. El vuelo, la teletransportación o la escultura de humo son de las más mencionadas a lo largo de la novela, pero hay muchas más. Y la aplicación de esta ciencia ha cambiado algo la historia del mundo, pero la Primera Guerra Mundial sigue ocurriendo y por los tratados firmados con anterioridad la filosofía empírica solo se puede utilizar para el rescate de los heridos, no en las propias batallas.

Es en este mundo tan interesante donde asistiremos a las andanzas de Robert, hijo de una heroina de cuatro guerras que ahora trabaja como filósofa de condado, volando de forma urgente hasta donde es necesaria su intervención. Estamos ante un novela de paso a la madurez, donde Robert deberá conocerse a sí mismo y a decidir a qué se dedicará en su futuro, con todas las trabas que su condición masculina le impone.

La novela tiene la dosis justa de culebrón para que sigamos interesados en las andanzas de Robert en su primer año universitario, donde conoce a los que serán sus mejores amigos en la vida, su primer amor y también el odio y las rencillas que la envidia puede provocar. Como telón de fondo, un interesantísimo escenario en el que los fanáticos religiosos atacan de forma indiscriminada a las filósofas empíricas, haciendo alarde de discursos que no nos sonarán muy extraños, como que “el orden natural de las cosas es que la mujer se quede en casa cuidando de los hijos” y la utilización de la violencia justificada para deshacer la tiranía feminista. Recuerda en cierto modo a algunas lecturas recientes, como The Heart of the Circle, aunque en esta ocasión el autor aboga por un punto de encuentro y una búsqueda de la igualdad que no parece un objetivo muy realista en un enfrentamiento con violentos fanáticos religiosos. Aunque en ciertos momentos se responde a la violencia con más violencia, queda claro que ese no es el camino a seguir si lo que se quiere es extirpar el problema de raíz.

La prosa de Tom Miller es bastante funcional, aunque algunas explicaciones de la filosofía natural quedan en un terreno bastante abstracto, no resulta impedimento para creer a pies juntillas lo que cuenta. Al final del libro hay unos anexos explicando algunos de los glifos utilizados para cada “encantamiento”. Me temo que la explicación narrada no resulta tan clara como quizá fuera ver dibujado el glifo, pero es solo un pequeño inconveniente a la hora de disfrutar del audiolibro.

La narración de Gibson Frazier es perfecta en cuanto a tono e intensidad. Consigue meterse en la piel del joven Robert, que al fin y al cabo solo tiene 18 años cuando se desarrollan estos acontecimientos. Sobre todo, es capaz de inculcar en la narración la pasión desmedida que siente el protagonista por su ilusión de infancia y cómo lucha contra viento y marea para conseguir su aparentemente imposible sueño.

The City We Became

No me ha convencido para nada la nueva obra de N.K. Jemisin. Tengo entendido que si el lector está familiarizado con la ciudad de Nueva York, el libro resulta mucho más absorbente y atractivo, pero como no es mi caso, me he encontrado con una novela que pretende ser reivindicativa pero que se queda en el intento.

La antropomorfización de ciudades o entidades no es nada nuevo. Sin ir más lejos, en la divertidísima The Shambling Guide to NYC, Mur Lafferty ya dio voz a la misma ciudad que ocupa el eje central de este libro. En Ríos de Londres, Ben Aaronovitch nos presenta a los avatares de los ríos de la ciudad y seguro que se os ocurren más ejemplos. Así que, al menos por esa parte, la labor de Jemisin no es totalmente original.

La obra está escrita con un lenguaje moderno y en ocasiones complicado, rozando el slang. Es una elección consciente y adecuada por parte de la autora, ya que si pretende que los avatares de cada barrio de la ciudad sean creíbles, la forma más fácil para conseguirlo es adecuar su forma de hablar y actuar al momento presente. Los riesgos que corre, sin embargo, son dos: la generalización (si eres de tal barrio te tiene que gustar tal cosa) y anclar demasiado la obra en el presente, por lo que envejecería de forma muy acusada en poco tiempo. Este segundo aspecto es menos preocupante, ya que la trama fantástica aleja la obra tanto de la realidad que no llamaría la atención este hecho.

Me gustaría que el tono reivindicativo de la obra, muy volcado en asuntos sociales y en exponer las desigualdades de la gran ciudad, así como la gentrificación y otros temas, tuvieran algo más de sustento. Aunque parecen ser el motor que ha llevado a Jemisin a escribir la obra, la envoltura fantástica con que agrupa estas críticas es demasiado endeble y frágil. Toda la estructura del nacimiento de ciudades cuando se alcanza una determinada masa crítica podría ser interesante, pero acaba quedando en nada, aludiendo en todo momento al “esto es como se ha hecho siempre” y “¿por qué habrá cambiado lo tradicional?”. Además conforme avanza la lectura y especialmente en la parte final, el interés va menguando capítulo a capítulo y párrafo a párrafo. Y he descubierto que es la primera parte de una trilogía… que no tengo intención de seguir leyendo.

La obra está editada en español como La ciudad que nos unió con traducción de David Tejera.

Sixteenth Watch

Myke Cole es un autor inquieto, que va cambiando de género aunque su “especialidad” sea la ciencia ficción militar. Y Sixteenth Watch se puede enmarcar perfectamente en ese casillero, pero he quedado gratamente sorprendida con la protagonista, que rompe el molde que podríamos haber esperado para una novela de estas características. Y es extraño porque estamos hablando de una militar de carrera, de mediana edad, madre de dos hijos y viuda de un marine que precisamente pereció en una misión lunar. El contraste de este trasfondo familiar y el entorno militar es acusado pero totalmente creíble.

El autor formó parte en su momento de la Guardia Costera, un cuerpo del ejército de los EE.UU. que pasa bastante desapercibido entre otros más conocidos. Y esa experiencia vital así como la profunda huella que dejó en él se deja ver en cada una de las páginas del libro. Las escenas de acción, que son muchas y variadas, están descritas con un punto de verosimilitud que añade credibilidad al relato.

La tensión fronteriza en la Luna entre los EE.UU. y China está en niveles muy altos y parece que algunos intereses particulares pretenden forzar la que sería la Primera Guerra Lunar. En este sentido cobra especial importancia la labor de la patrulla fronteriza, pero sobre todo las relaciones públicas, la imagen externa. Es por esta causa que a Jane Oliver le ofrecen un puesto de instructora en la Luna para un equipo de especialistas de la Guardia Costera que participará en un concurso que crea muchísima expectación entre la audiencia. Puede parecer una excusa un tanto débil, pero es un buen comienzo para una novela que tomará otros derroteros.

Estamos ante un libro con mucha acción, pero con algo más de profundidad que una retahíla constante de enfrentamientos con la testoterona por los cielos. Un relato sobre cómo hacer trabajo en equipo, pero también sobre la cadena de mando, las decisiones políticas dictadas por intereses particulares o las relaciones familiares bajo presión así como las formas de afrontar el duelo. Me ha parecido muy completo y recomendable.

Stormsong

Witchmark fue una agradable sorpresa el año pasado y se ganó por mérito propio algunas nominaciones a premios internacionales. No es de extrañar que la autora decidiera seguir con la historia, aunque en esta ocasión el foco se centrar en un personaje distinto, concretamente en la hermana del protagonista de Witchmark.

Algunas de las características que estaban presentes en la primera entrega de The Kinston Cycle, como la amenaza de las terribles condiciones meteorológicas y las relaciones no heteronormativas siguen presentes aquí, pero es cierto que Stormsong toma un giro decididamente político en su desarrollo. Aunque haya que investigar un misterio, gran parte del desarrollo de la novela se basa en las maniobras que Grace debe llevar a cabo para lograr equilibrar un poco la balanza de la justicia social. E intentar cambiar el sistema desde dentro, pretendiendo que los propios privilegiados que dominan la sociedad recorten sus prebendas es misión harto complicada.

He de decir que lo que más me ha interesado ha sido esta especie de simulación de la lucha de clases, aunque esté diluida en cantidades homeopáticas, porque los otros componentes de la novela flojean bastante. La trama amorosa resulta bastante obvia e incluso algo forzada y los “misterios” que hay que “desentrañar” para llegar a la “gran revelación” son demasiado obvios para mi gusto. Polk lo escribe con oficio, pero parece que la mayor parte de las ideas que tenía las volcó en la primera novela y aquí estira un poco la historia aprovechando el tirón. Puede que estemos ante una víctima más del síndrome del segundo libro, pero con los elementos que tenía a su disponsición la autora, creo que podría haber sacado más rendimiento a la visita de los Amaranthines, que vienen a pedir explicaciones por los sucesos que acontecen en el primer libro y se quedan en poco menos que un precioso adorno.

La narradora del audiolibro es Moira Quirk, que hace un buen trabajo imitando la voz y compostura que se presuponen a la clase alta de un mundo distinto al nuestro pero que es un calco de la alta sociedad británica de principios del siglo pasado.

Desconozco si habrá más entregas de la serie, aunque es lógico pensar que sí las habrá al haberla denominado Cycle. Espero que la autora me ofrezca algo distinto porque con Stormsong me ha dejado bastante fría.

The Strange Case of the Alchemist’s Daughter

Me lo he pasado estupendamente bien con The Strange Case of the Alchemist’s Daughter, una novela ligera a pesar de querer meter a muchísimos personajes de novelas decimonónicas. Y es que Theodora Goss ha sido capaz de crear los cimientos para una serie que puede dar mucho juego partiendo de unos elementos de sobra conocidos, pero aportando un nuevo giro. En vez de hablar de los protagonistas de novelas como Dr. Jeckyll y Mr. Hyde o Frankenstein, esta novela estará protagonizada por sus hijas. Esta inclusión de un toque femenino, sirve para aportar un punto de vista totalmente diferente lo que aunado con una trama detectivesca en la que de manera casi inevitable aparece Sherlock Holmes, da lugar a un pastiche de agradable lectura para pasar el tiempo.

La autora ha acertado tanto con el tono de la novela, tirando a juvenil, como con los incisos e interrupciones que pululan por todo el libro como aportaciones para conocer más en profundidad a los personajes y como contrapunto cómico. No faltarán los típicos capítulos de flashback para que sepamos la intrahistoria de las muchas mujeres que conformarán el club Atenea.

Resulta también muy curiosa la obsesión de los científicos y de la sociedad alquímica en general por experimentar con sujetos aparentemente más maleables, lo que implica que sean mujeres. No me cabe duda de que en las siguientes entregas se ahondará en esta interesante dicotomía, donde las propias víctimas / creaciones de los experimentos se enfrentan a sus figuras paternas. Ya hay un adelanto en estas mismas páginas, pero intuyo que ese será el camino que seguirá la serie. Existen también menciones a temas feministas, pero por supuesto adaptados a la época en que se desarrolla el libro (las sufragistas, las convenciones sociales sobre las herencias, los atuendos incómodos…)

No todo son puntos positivos en la novela. Las apariciones puntuales de Sherlock Holmes eclipsan en cierta manera a las mujeres que llevan el peso de la historia, quizá por querencia de la propia autora o por el inevitable bagaje que un personaje de esa categoría lleva consigo. Desconozco si en las siguientes entregas seguirá apareciendo o quedará atrás, pero lo que si tengo claro es que voy a seguir con la serie ya que me ha parecido extremadamente entretenida, algo que hace mucha falta en estos tiempos.

El audiolibro está narrado por Kate Reading que tiene una forma de actuar estupenda. Ya la conocía de la narración de otros libros como algunos de Victoria Schwab, pero aquí hace un labor encomiable, impostando la voz para hacer reconocible a cada uno de los personajes.

The Outside

He acabado gratamente sorprendida la lectura de The Outside, un libro que se sale claramente de mi zona de confort por sus referencias a horrores lovecraftianos, pero que trata temas de especulación muy interesantes y con una protagonista autista como en A las puertas de la nada de Corinne Duyvis. Y eso que la primera vez que empecé a leerla la tuve que dejar de lado porque no acababa de convencerme la lectura.

Sin embargo, una vez superada esa primera parte quizá de difícil comprensión (sin llegar a los niveles del primer libro del Hexarcado de Yoon Ha Lee, por ejemplo) el libro comienza a fluir. No digo que se convierta en un paseo por el campo, pero sí que comienza a tener una lógica interna que te permite disfrutar de una historia bastante dura con sus momentos de puro horror cósmico. Y eso es un gran mérito por parte de la autora, al menos para alguien como yo que no se acerca al terror muy a menudo.

En el universo que nos describe Ada Hoffman hay colonias humanas esparcidas por distintos mundos y estructuras orbitales, en cierto modo supeditadas a la voluntad de los dioses, que son computadores cuánticos evolucionados hasta ser prácticamente indistinguibles de los antiguos dioses. La estructura de poder de los dioses, apoyándose en arcángeles y otros humanos evolucionados con tecnología cuántica también resulta muy interesante.

Me gusta mucho la idea de que el desarrollo tecnológico que no cumple los estándares estipulados por los dioses se consideren herejías, como las afirmaciones de Servet o Galileo en su momento (se ve que aunque estemos en un futuro bastante lejano no hemos evolucionado tanto como especie). Aunque claro, cuando esta tecnología puntera puede dar rienda suelta a la presencia de horrores cósmicos en la puerta de al lado de tu casa, empieza a entenderse las restricciones a la investigación.

Es importante la especulación que realiza la autora, con ciencia ficción dura que se adentra en terrenos metafísicos, porque pone en juego la cordura del científico que osa andar esos caminos. Y qué maravilla que sea necesaria una estructura neuronal atípica para ser capaz de dar esos saltos intuitivos vetados al resto de los mortales. También es destacable la relación que la protagonista mantiene con su mentora, huida por sus ideas heréticas y también especial por esas mismas especulaciones. Vemos un juego del gato y el ratón, una persecución quizá ya dictada de antemano por fuerzas superiores que escapan a su comprensión pero que consigue mantener nuestra atención.

Quizá el punto débil del libro sea la relación amorosa en la que está inmersa la protagonista, que parece un poco de quita y pon, según la necesite o no la autora. También es posible que a mí no me haya parecido suficiente fascinada como estaba por los otros acontecimientos que se iban desplegando ante mí.

The Outside no es un para nada una lectura fácil, pero creo que si recompensa el esfuerzo invertido.

Shorefall

Cuando leí Foundryside me encantó. Se trataba de una fantasía basada en un sistema de magia muy bien pensado y con unos personajes con los que se puede empatizar, lo tenía todo para triunfar. Y sin duda lo hizo, porque aquí tenemos ya la segunda parte, titulada Shorefall.

Robert Jackson Bennett apuesta desde el principio por un ritmo endiablado, una velocidad en la narración y en el desarrollo de los acontecimientos que hace que en un muy corto espacio de tiempo pasen muchas cosas. No estoy para nada en contra de esto, pero es cierto también que si se empieza pisando el acelerador es difícil mantener esa velocidad de crucero en una novela de 500 páginas. El autor sale airoso de este desafío, pero a lo mejor un poco de pausa al principio le hubiera favorecido a la hora de llegar al desenlace final y hacer un último sprint.

La acción se desarrolla en la misma ciudad, Trevane y con prácticamente los mismos personajes, pero la situación ha cambiado mucho. Los hechos acaecidos en la primera entrega de la saga han provocado pequeños cambios en la monolítica estructura social de la urbe y vemos cómo esa rígida composición se va resquebrajando poco a poco, en una búsqueda de cambio pausado en la sociedad. Es interesante cómo el autor plantea esta posibilidad para seguidamente descartarla, ya que gran parte del libro habla sobre las implicaciones filosóficas de lo que es la civilización y si sería posible una organización eminentemente buena, sin caer en la explotación, la esclavitud, la desigualdad…

Shorefall pierde algunos de los puntos que más interés me causaron en la novela inicial, ya que el sistema mágico no puede volver a sorprendernos de la misma manera y el plan para la “estafa” en esta ocasión que da como algo anecdótico. No es menos cierto que el alcance del conflicto en esta ocasión es mucho más grande, ya que no afecta solo a una parte de la ciudad.

Hay algunos momentos dramáticos muy bien narrados, como la culminación de la relación entre Gregor y su madre, y también se van desvelando algunos misterios que quedaron en suspenso con anterioridad. Algunas de las revelaciones no resultan ser tan sorprendentes como podríamos haber esperado, bien porque el autor ya se ha encargado de ir dando pistas o bien porque el lector está acostumbrado a andar ojo avizor en este tipo de novelas.

El final, como no podría ser de otro modo, nos deja en una situación límite para conocer cómo acabará la historia. A mí al menos me ha convencido para esperar ansiosamente la siguiente entrega.

Do you dream of Terra-Two?

Do you dream of Terra-Two? no es un libro fácil. La premisa es apasionante, una misión que sirva como cabeza de puente para la colonización de un mundo a una distancia asequible para una nave espacial, ya que el tiempo de trayecto estimado es de 23 años. Para este fin, la tripulación estará compuesta de una mezcla entre astronautas veteranos y noveles, para que cuando estos últimos lleguen al nuevo planeta, estén en plenitud de condiciones, mientras que los más experimentados quizá no lleguen pero han conseguido transmitir su conocimiento a los jóvenes.

La parte en la que se habla someramente sobre el durísimo entrenamiento al que se ven sometidos los candidatos recuerda a En órbita con Thomas Pesquet, pero con muchísima menos incidencia en la parte técnica y casi sin humor. De hecho, el principal fuerte de la novela son las relaciones interpersonales entre los distintos miembros que forman parte de la misión. El hecho de que sea al agencia espacial del Reino Unido la responsable de la misión dota de cierto tono británico a todo el conjunto, un poco en estilo stiff upper lip y flema total que hace que no acabes desarrollando del todo la empatía que podrías sentir por los protagonistas.

Y es que es difícil creer que los aspectos psicológicos que se consideran fundamentales para la convivencia en una nave espacial, como tan claro nos ha dejado Mary Robinette Kowal en las entregas ya publicadas de su serie Lady Astronaut, y que forman una parte fundamental de esta narración, tengan un resultado tan catastrófico. Entiendo la competitividad inherente a la formación de los futuros astronautas en esa carrera por ser elegido, pero los perfiles que finalmente llegarán a la misión son incongruentes con lo que sería imprescindible para una misión de tan larga duración. Entiendo que la psicología no es una ciencia exacta pero parece que han seleccionado lo mejor de cada casa para provocar conflictos.

El uso de una tercera persona alejada de los personajes también influye en este distanciamiento percibido por el lector. A pesar de los constantes cambios de personaje, el tono es siempre el mismo y emite cierta frialdad que quizá no sea la que necesitaba el libro. Se trata de una lectura un tanto aséptica, si me permitís la expresión y la verdadera “acción” no llega hasta el último cuarto de la novela. Seguimos interesados en el transcurrir de la aventura, pero de un modo desapegado.

Se pasa de puntillas sobre los aspectos técnicos que permiten tanto la expedición como la exploración previa del planeta de destino, que se considera un Edén lejano. Existe cierto aire místico que rodea al libro, incluso en el título, que puede resultar decepcionante para quien buscara un relato sobre una nave generacional. Este no es el entorno en el que nos movemos.

La ubicación temporal de la novela hace que podamos pensar en ella como una historia alternativa, ya que el lanzamiento de la nave tiene lugar en el año 2012. Es este un detalle aparentemente nimio, pero que ayuda a que la autora contextualice la situación de los astronautas.

En definitiva, Do you dream of Terra-Two? es un libro para una lectura sosesagada y en cierto modo distanciada del propio relato. Es difícil recomendarlo sin poder ubicarlo con exactitud, pero espero haber despertado vuestra curiosidad con la reseña.

The Oracle Year

Charles Soule es conocido por su labor como guionista de cómics pero también ha hecho sus pinitos como escritor en otros formatos. The Oracle Year fue su primera novela, con un ingrediente fantástico sobre el que gira toda la trama.

Un joven residente en Nueva York recibe en sueños una serie de predicciones que resultarán ser reales punto por punto. Con parte de esta información decide instaurar un sitio en Internet donde hará públicar parte de estas predicciones y poco a poco veremos cómo van influyendo no solo en su vida y en la de sus allegados, si no a escala global.

The Oracle Year es una novela simple y centrada, que no se va por vericueto alguno a la hora de contar una historia directa. Está escrita con oficio, libre de polvo y paja, pero dando siempre la sensación de responder a un plan prefijado de antemano. Quizá esta sensación es a la vez la principal ventaja y el principal inconveniente de la lectura. No estamos ante una disquisición sobre el libre albedrío como podría parecernos y la utilización casi constante de deus ex machina a lo largo de la historia pero principalmente en la segunda mitad puede resultar exasperante. Sin embargo, una vez aceptadas las reglas del juego que nos propone el oráculo, la novela se convierte en un entretenido thriller de consumo rápido y satisfactorio. Tiene sus momentos de acción con persecuciones automovilísticas y viajes contrarreloj en helicóptero, y también sus momentos de reflexión sobre el devenir del mundo en manos de los poderosos. Que el malo más malo de todo el libro sea un reverendo también resulta irónico, aunque su fe sea solo una fachada para el entramado económico que hay detrás.

Los personajes son bastante planos, pero cumplen su función perfectamente. Como ya digo, la novela consigue mantener tu interés sin ser un dechado de originalidad. Y es que tampoco lo necesita, basta con entretener.