Tenía ganas de conocer la obra de Brian Staveley, así que cogí Skullsworn, una novela autoconclusiva, aunque situada dentro de un mundo más elaborado en el que el autor ha desarrollado otras historias, llamado The Chronicles of the Unhewn Throne.
Por desgracia, lo que me he encontrado es una novela de fantasía épica al uso, muy encasillada en los clichés más sobreexplotados del género (la secta del Dios de los asesinos, la profecía / prueba / excusa / requisitos para entrar en la susodicha secta, la ciudad llena de peligros a la que vuelve el protagonista para alcanzar su meta…) que acaban resultando cansinos.
Podría ser una novela de crecimiento, de despertar al mundo adulto, con ese viaje iniciático para ser admitida finalmente en el culto al Dios de la muerte. Sí, aquí también están presentes los famosos puntos del monomito campbelliano, el molde de tantos y tantos libros de fantasía calcados.
Y no es que esté mal escrita. Las descripciones y sobre todo el ambiente opresivo de una ciudad rodeada de peligrosos pantanos son extremadamente vívidas. Pero es un desperdicio utilizar un lenguaje tan cuidado para volver a contar la misma historia. Como dice un amigo mío y cito textualmente :
una vez has probado el maná perdido de la fantasía épica moderna, la clásica ya es como ir por tu casa sin luz (que ya te sabes todos los giros)
A lo que yo añado que te aburres como una ostra.
Aunque la protagonista Pyrre podría tener fuerza a pesar de estar estereotipada hasta límites insospechados, la pierde toda cuando se enfrenta a dudas sobre qué es el amor y por qué ella no lo siente. ¿En serio que una asesina despiadada tiene estas dudas? ¿Y esto te lo preguntas antes o después de cortarle el pescuezo al lugarteniente de turno? Pues lo pregunta antes, DURANTE y después. La pobre está en un mar de dudas y no hay cuchillo que le sirva para cortar este nudo gordiano. Y lleva unos cuantos encima, “inspirada” tal vez por Logen Nuevededos.
Algunos de los personajes secundarios sí que me han caído algo más en gracia, como por ejemplo Ela, que será testigo de la prueba de Pyrre. Sus constantes insinuaciones sexuales sirven de contrapunto a las dudas ya mencionadas anteriormente, pero no consiguen equilibrar la novela.
En la parte final la narración cambia un poco (ligerísimamente) y hay alguna que otra escena de lucha muy bien narrada, pero por lo general el libro es plomizo y perfectamente prescindible.