Echo of Worlds

Esta novela es la conclusión de Infinity Gate y quizá por las buenas sensaciones de su lectura esperaba demasiado de Echo of Worlds, que sin llegar a ser para nada una novela “mala”, sí que falla al intentar construir la conexión con el lector y su empatía hacia los personajes que van mostrándonos su vicisitudes. Y es que, con el potencial de mundos casi infinitos ante él, Carey opta por una solución bastante facilona, a mi entender.

Es muy llamativo el comienzo de la novela, con un ente que no se identifica pero que parece que jugará un papel primordial en el desarrollo de la trama. Pronto lo dejará de lado, para centrarse en el variopinto grupo que se unió en la primera novela para tratar de impedir que la guerra entre los humanos y las máquinas llegue a un punto de no retorno. Y aquí es donde empiezan los problemas. El grupo está condenado a entenderse pero se pierden en vericuetos y “misiones secundarias” que solo inflan la novela sin aportar sustancia. El objetivo que persiguen de conocer a la Masa Madre, algo que buscan con más interés que el más abnegado de los panaderos, en realidad no sirven para nada en el devenir de los acontecimientos y los pasos intermedios no van acumulando tensión ni conocimiento, se sienten bastante prescindibles.

Estos problemas de ritmo desaparecen cuando vamos llegando a la conclusión final, pero por desgracia tampoco me convence el uso de un deus ex machina de manual para arreglar un conflicto que se expandía por innumerables mundos y que ha causado bajas imposibles de cuantificar. El autor nos ofrece una interesante perspectiva sobre el transhumanismo, apoyado en un poquito de tecnojerga para suavizar el impacto, pero al final deja que el conflicto se solucione desde el exterior de una manera un tanto inocente.

Es posible que mi experiencia como lectora de ciencia ficción haga que sea cada vez más difícil sorprenderme y de hecho Carey no lo ha conseguido en esta ocasión. Quizá en la próxima habrá más suerte.

Infinity Gate

Los universos múltiples quizá sean uno de los tropos más utilizados de la ciencia ficción, principalmente porque dan muchísimo juego a la imaginación desbordada de un autor. Cualquier cosa que puedas imaginar está a solo salto de página. M.R. Carey aprovecha esta circunstancia para presentarnos una novela muy entretenida, escrita con mucho oficio que si bien no llega para revolucionar el mundo de la ciencia ficción si que cumple de manera excelente su labor como introducción a una nueva serie, dejándonos con ganas de más.

En Infinity Gate la científica Hadiz Tambuwal descubre casi sin querer la que podría ser solución para la crisis ambiental y de recursos que sufre su planeta, al descubrir nuevas tierras vírgenes que se podrían explotar. Por desgracia, su revelación llega un poco tarde y se verá obligada a hacer uso de su invento para poder seguir viviendo, no para salvar el planeta.

Lo que Hadiz no sabe es que ya hay un régimen establecido en las múltiples tierras que resultan de interés, el Pandominion, que domina con férrea mano la posibilidad de viajar entre mundos, pero un error burocrático la salva de una terrible persecución en primera instancia.

Sin entrar en demasiada profundidad en la trama del libro, para evitar destripes y para que el futuro lector lo descubra todo por sí mismo, bastará con decir que la explicación que Carey se saca de la manga para los multiversos es mezcla de tecnojerga y suspensión de la incredulidad, pero aceptando esta premisa, nos veremos embarcados en una aventura muy atractiva con una marcada crítica al militarismo y la colonización. Carey a veces se enreda demasiado, como cuando explica algo innecesario como la diferencia entre magnitudes escalares y vectoriales, pero por lo general va directo al grano.

También resulta de especial interés la presencia de una inteligencia artificial que se va desarrollando con la ayuda de Hadiz y que colabora estrechamente con ella a lo largo del libro. Como estamos ante la primera entrega de una serie que nos permite conocer el universo y los personajes con los que el autor nos narrará lo que tiene en mente, es fácil suponer que su presencia irá cobrando importancia en las siguientes entregas. El escritor maneja a los tres personajes principales con buena mano y equilibrio para mantener el interés, aunque hay que reconocer que las “actuaciones” de algunos personajes secundarios también resultan memorables.

En resumen, Infinity Gate me ha parecido una estupenda puerta de entrada (guiño, guiño, codazo, codazo) a una nueva serie que espero que dé mucho de sí. Estoy deseando leer la siguiente entrega.