El cambio climático es una gran fuente de inspiración para escritores, incluso se ha llegado a denominar un nuevo subgénero que lo trata como clifi. No es de extrañar pues que Neal Stephenson lo haya escogido como el tema principal del que trata su nueva novela, Termination Shock, de más de 700 páginas.
Termination Shock posee las virtudes que gustarán a los seguidores habituales del autor, pero por desgracia, también los defectos que están haciendo más inaccesibles sus últimas obras. No llega a los niveles de Fall, or Dodge in Hell, pero ciertamente tiene muchas más páginas de la que necesita. Es una novela de futuro tan pero tan cercano que casi es pasado mañana. El autor ha conseguido incluso meter referencias al COVID y sus efectos a largo plazo.
El comienzo del libro juega al despiste, ya que veremos a uno de los protagonistas en una persecución vengativa tras un cerdo salvaje que mató a su hija. Y solo con eso ya sabemos que el libro va a tener muchas divagaciones, pero es que eso es marca de la casa del autor.
Desde un punto de vista completamente científico e ingenieril, un millonario tejano pone en marcha un plan para revertir parte del calentamiento global y evitar la subida de los océanos. Pero claro, esta intervención prácticamente unilateral provocará reacciones de todo tipo, ya que algunos países se verán perjudicados por ella y otros beneficiados. En paralelo se va desarrollando otra línea de la historia centrada en otro personaje, que tendrá su protagonismo después. Aquí también vemos varias de la obsesiones del autor, como son las artes marciales y las personas de ascendencia variopinta, aunque esto último está presente en casi todo el “casting” del libro. Las personas cuyos padres y abuelos son del mismo pueblo o ciudad somos demasiado aburridas para el autor.
Que un solo actor, forrado de billetes pero al fin y al cabo solo una persona, sea capaz de actuar de forma “efectiva” contra el cambio climático da que pensar. Se nos llena la boca con la responsabilidad individual, sobre si podemos cambiar o no algo con nuestros actos, y llega Stephenson a poner negro sobre blanco que se pueden hacer cosas que afectan a nivel planetario, tanto para bien como para mal.
Resulta también curiosa la visión del autor sobre la monarquía parlamentaria, en este caso sobre los Países Bajos, pero supongo que extrapolable a los demás países que todavía tenemos ese ordenamiento.
No es un libro que se pueda recomendar alegremente porque como digo, parece destinado a los fans ya habituados a la obra del escritor. Reconozco también que la versión en audiolibro, que supera las 20 horas, es quizá más llevadera por la buena labor llevada a cabo por Edoardo Ballerini. Stephenson tiene un don para explicar los conceptos de una forma que resulta bastante asequible para los demás y es cierto que se puede aprender un poco sobre la lucha contra el cambio climático en estas páginas, aunque en este sentido no le hace sombra al The Ministry for the Future de Kim Stanley Robinson.