Tenía una cuenta pendiente con la trilogía de Peter Higgins y decidí saldarla de la manera adecuada, leyendo su última entrega.
Hacía demasiado tiempo que había leído Wolfhound Century y Truth and Fear, pero la huella que dejaron en mí sus personajes no ha desaparecido. Higgins sigue con su peculiar interpretación de la historia de Rusia acelerada por el poder de los elementos fantásticos imbricados en la estructura de la novela.
En esta ocasión, la novela toma como base la carrera espacial, aunque no es una carrera de por sí cuando solo hay un competidor, el propio régimen del Vlast. Imaginaos una nave espacial que toma como propulsión explosiones nucleares constantes (algo que ya vimos de la mano de Vernor Vinge) pero que utiliza este método incluso para alcanzar la velocidad de escape. Imaginaos el paisaje desolador que puede dejar atrás con cada prueba fallida o no, a pesar de la inmensidad del territorio. Pues esto es solo un mínimo detalle en el libro.
Josef Kantor ha conseguido el poder absoluto en el Vlast, camuflado como un gobierno del proletariado, pero asemejándose incluso más a la figura de Stalin de lo que Turtledove hizo en Joe Steele. Las purgas constantes y el terror que impera en los estamentos del poder no impide que los ambiciosos funcionarios aspiren a seguir escalando puestos en el organigrama a pesar de la amenaza que esto pueda suponer. En este sentido, el tono del libro es muy oscuro y la atmósfera está conseguida con maestría. Pero quizá lo peor de todo sea saber que el hambre se está extendiendo por muchas zonas del Vlast y nadie desde el poder hace nada al respecto, aún a sabiendas del problema, ocultando cadáveres y falseando estadísticas. Quizá esta sea la parte más terrible del libro, a la par que realista.
Además, que parte del plan para derrocar a Kantor esté basada en la propia burocracia que empantana cualquier acción del gobierno es una ironía que no pasará por alto el lector, aún más sabiendo que Higgins es funcionario en la vida real.
Me gusta bastante también cómo se tratan las pequeñas acciones de espionaje, la manipulación de ganchos, el poder real de la información…
No quiero desvelar más sobre el libro, así que solo diré que me parece un final excelente para una trilogía que ha pasado demasiado desapercibida por estos lares. Espero que alguna editorial española acabe echándole el ojo, porque creo que merecería la pena.