Mezclar la computación con el fin del mundo no es nada nuevo, solo hay que recordar el estupendo relato “Los nueve billones de nombres de Dios” de sir Arthur C. Clarke para ver que este recurso se ha utilizado desde los comienzos de la ciencia ficción. Sin embargo, si añadimos unos toques de fantasía muy oscura y algo de horror lovecraftiano, el resultado es menos previsible.
Esto es lo que hace Charles Stross en sus Atrocity Archives y lo debe hacer bastante bien ya que va por la cuarta entrega de la serie “The Laundry Files”, que el año pasado ganó el Locus de Fantasía.
El autor cuenta con sólidos conocimientos informáticos de los que hace gala en el libro, aunque están aderezados con toques chtulianos, nazis malvados y en general, cualquier bicho con demasiados tentáculos dispuesto a sorbernos el seso (la traducción es mía pero es casi literal). Esto tiene su gracia, sobre todo cuando todo el planeta está envuelto en una trama conspiranoica para que no conozcamos esta terrorífica realidad y podamos seguir viviendo nuestras vidas como si nada. El protagonista de los dos relatos es Bob Howard, un administrador de sistemas de “The Laundry”, agencia hipersecreta del gobierno británico destinada a lidiar con horrores cósmicos que pretenden devorarnos en cuanto nos despistemos. Bob se aburre de su trabajo de oficina, y quiere trabajar como agente de campo, con los riesgos que ello conlleva.
Parece que una novela de espías por fuerza ha de tomar como referencia a James Bond, cuando se supone que el trabajo de un espía es pasar desapercibido. Stross no cae en ese error, aunque la parafernalia de armas, amuletos y gadgets variados de los que tiene que hacer uso Howard no tiene nada que envidiar de cualquier producto de la imaginación de M.
Los dos relatos de esta primera entrega (“The atrocity archives” y “The concrete jungle”) están plagados de referencias que harán las delicias de cualquier persona con curiosidad por conocer las fuentes de inspiración del escritor. El primer relato en particula hablar de Wolfenstein y es innegable la influencia del famoso videojuego en toda la trama, aunque el desarrollo sea incluso más macabro. ¿Y qué decir de la ironía de llamar a su superior Angleton, como James Jesus Angleton?
Mi favorito sin embargo es “The concrete jungle”, porque me parece algo más terrenal (sin serlo en demasía) y porque trata un tema muy polémico desde un óptica (nunca mejor dicho) distinta. ¿La proliferación de cámaras de televisión en todas partes pone en peligro nuestra intimidad?
Tampoco todo van a ser alabanzas, la prosa del autor es un poco enrevesada y utiliza en demasía los mismos recursos, por ejemplo Bob pierde más el conocimiento que Homer usa la cortinilla de estrella., y las quejas sobre la burocracia y el presupuesto, aunque divertidas, pueden llegar a resultar cansinas.
En resumen, un libro divertido que no pasará a la historia de la ciencia ficción, pero que tampoco es lo que pretende.