De verdad que esperaba algo más de In Universes, quizá porque la premisa de los mundos paralelos es probablemente uno de mis tropos favoritos de la ciencia ficción y, si bien es cierto que Emet North hace gala de una imaginación desbordante con cada nueva iteración y capítulo, quizá los mundos que plantea se adentran demasiado en el weird como para ser plato de mi gusto.
La prosa del autore es muy bella y emotiva, pero por alguna razón no he conseguido conectar con esta historia de amor y búsqueda de la otra persona que nos completa a través de mundos con similitudes pero con diferencias extremas también. No he pasado por alto el tono profundamente reivindicativo de algunos de las realidades alternativas, como esa en la que las mujeres se fracturan en animales cuando dan a luz, en una novela caleidoscópica que creo que te obliga a posicionarte cuando la lees, porque es imposible que te deje indiferente.
Es bastante probable que haya jugado también un rol negativo en mi valoración el aroma eminentemente melancólico que emanaba de cada historia, sin llegar a atisbar un rayo de esperanza en el camino. Especialmente duros y tristes son los capítulos apocalípticos, que los hay, en los que la inevitabilidad de los hechos que han ocurrido alrededor de los personajes los empujan a un final descorazonador.
Una novela que no es para todos los públicos, especialmente no para mí pero que es un libro sobre la búsqueda de la propia identidad y de qué nos define como la persona que somos con el que desgraciadamente no he conseguido conectar.
Tenía mis reservas sobre el final de la trilogía Between Earth and Sky, de Rebecca Roanhorse, ya que si bien la primera entrega me encantó en la segunda parte mi entusiasmo se enfrío un tanto. Afortunadamente, con Mirrored Heavens Roanhorse retoma el pulso épico de una historia polifacética y apabullante.
De nuevo asistiremos a una narración con tantos puntos de vista que podría llegar a ser confusa en alguna ocasión, pero la autora es capaz de dotar de una voz propia y perfectamente distinguible a cada personaje, lo cual favorece muchísimo la lectura de una obra de casi 600 páginas.
Serapio, el avatar ciego, había conseguido mandar sobre la ciudad de Tova, pero para nada significa que la paz haya llegado para aposentarse en la controvertida urbe. Sus enemigos conspiran para arrebatarle el poder de la forma más cruenta posible y los pocos aliados que pudiera tener están desperdigados. Y no quiero entrar mucho más en la trama porque es muy difícil no caer en el resbaloso terreno del exceso de información en un tercer libro de una saga.
Creo que el punto fuerte de la autora en esta serie son los personajes, que están trazados con mano firme y que tienen una exquisita complejidad en sus motivaciones e impulsos. No son maniqueos ni planos, algo que se agradece mucho cuando por desgracia nos enfrentamos a veces a libros con seres de luz y malos malísimos sin cortapisas. Aquí, no hay nada de eso.
La construcción de mundo y el panteón que la autora ha venido presentándonos desde el primer capítulo alcanzan esta entrega su punto culminante, con sacrificios de sangre que riegan del precioso elemento hectáreas de terreno. Por fin asistiremos a la magia Teek en todo su esplendor, con una Xiala desatada que no dudará en desempeñar un papel fundamental en la historia.
Nos encontramos ante una fantasía precolombina maravillosa con un final estupendo que desafortunadamente no cierra todos los hilos que habíamos venido siguiendo, en algunos momentos se queda un poco corta en cuanto a información e incluso un poco inocente en el destino de algunos de los implicados. Esperaba algo más de épica en el final, pero quizá ese fue mi error. No obstante, creo que la trilogía merece la pena.
Personalmente, leer un libro de Peter F. Hamilton es volver a mi zona de confort, a esa ciencia ficción de imaginación desbordada y sentido de la maravilla a paletadas. Si bien es cierto que empecé el libro con cierto recelo por tratarse de una franquicia, una novela de un juego que todavía no se ha estrenado y del que no conocía el lore, he de decir que es una lectura totalmente independiente de la experiencia del videojuego. Es posible que el juego gane enteros una vez leída (algo que me gustaría probar cuando salga) pero como obra literaria en sí misma es perfectamente independiente (salvo de la segunda entrega, claro, porque nos encontramos ante una bilogía).
La premisa ya es espectacular. Hace cuarenta mil años la humanidad escapó de una Tierra moribunda y se estableció, tras siglos de viaje, en una serie de planetas habitables (terraformados por una antigua raza alienígena). Allí han evolucionado, dando lugar a los Celestiales, que ya no se pueden considerar humanos por su desarrollo intelectual y genético. Hay cinco familias de Celestiales que se reparten el poder de forma cíclica, y las Reinas de cada casa, si bien no son inmortales, sí que transfieren parte de su conciencia a sus herederas, dando lugar a una línea dinástica ininterrumpida, que obviamente ofrece muchísima estabilidad.
Mientras tanto, las naves generacionales que fueron saliendo de la Tierra continúan llegando y estos humanos base deberán adaptarse a las condiciones que imponen los Celestiales, que abogan por una especie de servidumbre, llevadera pero irritante en su consideración de los humanos como inferiores.
En esta compleja situación política, llega otra nave generacional con el último hombre que anduvo por la Tierra TM, en un punto álgido del Gran Juego que los Celestiales llevan milenios desplegando, porque hay un planeta que se dirige hacia esta parte del Universo sin que se sepa muy bien quién lo ha puesto en esta trayectoria. Y no voy a hablar más de la trama, porque os aseguro que casi mil páginas de libro dan para mucha trama.
El reparto de Hamilton es muy coral, ya que da voz a diversos Celestiales, a humanos y a otros seres que habitan los distintos mundos. Resulta muy interesante ver cómo la manipulación genética de los Celestiales les lleva a crear muchos tipos de Awakened, que son como animales dotados de inteligencia o constructos biológicos desarrollados para una tarea en particular, siempre con la salvaguarda de que los Celestiales podrán influir en sus mentes. Esto es un comodín muy útil para que el autor se vaya sacando de la manga una serie de razas que nos irá mostrando como una muestra de todo lo que se le va pasando por la cabeza y a su vez, desarrollando toda una cultura específica para cada especie. ¿Le vienen bien unos seres de los que se aprovechan sus fluidos cuales ciervos almizcleros para crear drogas? Ahí los llevas. ¿Ahora necesitas gigantes forzudos pero complacientes para realizar trabajos manuales pesados? Toma unos cuantos.
Uno de los inconvenientes de un libro tan largo y con tantos personajes es que a veces parece que alguno de los hilos se le escapan entre los dedos y pasa mucho tiempo sin que sepamos qué les pasa a estos personajes. A esto también contribuye la dilatación temporal propia de los viajes espaciales, “solucionada” en este caso por unas puertas anteriores a los Celestiales que permiten aceleraciones brutales, siempre que haya un campo protector que envuelva a las naves. Hamilton compensa este distinto reparto de protagonismo intentando dotar del mismo interés cada subtrama, pero hay algunas que son de mecha lenta y hasta que avanza bastante la lectura no se ve claro su utilidad. Para estos momentos en que vuelven a aparecer personajes que hace varios capítulos que no hemos visto, el libro viene con un utilísimo dramatis personae.
Es cierto que el principio del libro, mientras se van recogiendo los elementos necesarios para la consecución de los objetivos, se cae en una especie de correveidile que recuerda mucho a los RPGs en general y supongo que al de Exodus en particular. Entiendo que esto puede aburrir a algunos, pero a mí mientras me sigan hablando de unidades astronómicas, geoanillos y antimateria, me siguen teniendo muy entretenida.
En definitiva, un libro de ciencia ficción al que el calificativo épico realmente hace justicia.
Me pasa a veces que aunque hay libros que están catalogados como ciencia ficción o fantasía, me cuesta muchísimo trabajo encontrarles el más mínimo rastro de género. Con The Black Crescent había que hacer un poco de peripecia mental, pero con The Rumor Game hace falta un doble mortal carpado hacia atrás con tirabuzón.
Dejando de lado este hecho, me he encontrado con un libro muy agradable de leer, situado en Boston justo cuando Estados Unidos entró en la segunda guerra mundial, que trata el tema de la desinformación y los rumores que se esparcen para desequilibrar las estructuras de gobierno o para perjudicar a las minorías. Como os podéis dar cuenta, se trata de un tema atemporal, que está tan a la orden del día en 2024 como lo estaba en los 40.
Thomas Mullen divide la narración en dos puntos de vista que se acaban encontrando hacia la mitad del libro. Por un lado tenemos a Anne Lemire, una periodistas que escribe una columna dedicada desmentir los rumores que plagan la ciudad de Boston, bien sean desinformación del Eje o simplemente maledicencias de la gente. Por el otro, tenemos a Devon Mulvey, uno de los pocos católicos del FBI, que investiga los sabotajes industriales y en general, también los actos de los aislacionistas que pretendían que EE.UU. no entrara en la guerra.
Durante el transcurso de sus respectivas investigaciones, ambos se enfrentarán a una trama de corrupción antisemita con muchas más ramificaciones de las esperadas.
El ritmo del libro está muy bien llevado, tenemos entre manos un thriller histórico con un asesinato que resolver que nos llevará en volandas por sus páginas. Me gustaría destacar la representación de la sociedad del momento, con un especial hincapié en los prejuicios sociales que parecerían desterrados en la tierra de la libertad (¡ja!) y en como el poder de unas palabras dichas con malicia pueden desencadenar toda una tormenta.
También es de agradecer la crítica que el autor lleva a cabo con las medidas especiales que se tomaron durante la guerra, pero que parecen destinadas a quedarse con nosotros por “nuestra propia seguridad”. En este caso se habla de tal o cual restricción for the duration entendiendo que será mientras dure la guerra. Pero es muy fácil restringir las libertades y muy difícil restablecerlas.
Los personajes se notan un poco arquetípicos y la resolución final del misterio, aunque correcta, nos deja cierto sabor a moralina agridulce que quizá no era necesaria. Una lectura relajada y entretenida, que no pasará a la historia pero que tampoco lo pretende.
Muchas veces aprovecho las vacaciones para retomar libros de una longitud considerable que por la razón que fuera se quedaron un poco atrás en la lista de lectura. Además, si recibes una recomendación de alguien cuyo criterio es semejante al tuyo, como es el caso de Antonio Díaz, no es de extrañar que Saint Death’s Daughter me acompañara en las vacaciones. Ojo, que estamos hablando de casi 700 páginas de ritmo desigual, pero el aluvión de imaginación y humor del que hace gala C.S.E. Cooney compensa estos problemas.
La historia que relata la autora se fija en la vida de Lanie, Miscellaneous Stones, una poderosa nigromante en potencia, pero con un grave problema. Es alérgica a la violencia, con manifestaciones físicas de las heridas que ve o que causa alguien que luego la toca y su familia está plagada de asesinos. Con este percal, es casi un milagro que Lanie haya llegado a los 17 años, pero ahí está aguantando frente a viento y marea (y no muertos, asesinatos, envenenamientos, ataques de alergia…) A todo esto se une la repentina muerte de sus padres, los asesinos reales, que la dejarán a la merced de sus deudores y de una hermana poco cuidadosa con su especial condición.
Con este punto de partida, la autora empieza a mostrarnos todo un panteón mágico tan sorprendente como atípico, unido a un desarrollo de la cultura y la política intrínsecamente relacionado con un sistema mágico epatante. Es admirable cómo va cambiando la historia con giros inesperados y revelaciones que no se ven venir en su mayor parte. Recurriendo sobre todo al uso de unas notas a pie de página realmente hilarantes para conocer el árbol genealógico de los Stones y sus variopintas causas de muerte (casi siempre prematura) Cooney irá desgranando las peripecias a las que se enfrentará Lanie para proteger a sus amigos y desfacer los entuertos (y las maldiciones y las intrigas y los ataques) que se irá encontrando por el camino.
La prosa de la que disfrutaremos no es para nada ramplona, de hecho algunas veces es algo enrevesada, de acuerdo con ese tono mesmerizante que tienen algunas de las escenas, especialmente las que tienen mayor presencia de magia necrótica, pero en general toda la narración requiere de cierto esfuerzo por parte del lector para entrar en el juego que propone la escritora, que nos ofrece un drama romántico y un sainete popular aderezado con una conspiración política sustentada en un sistema mágico apabullante. Puedo entender que a algún lector le parezca un poquito demasiado, pero realmente estamos ante una obra brillante.
El abanico de personajes que pueblan las páginas de Saint Death’s Daughter tampoco le va a la zaga a la construcción de mundo. ¡Madre mía qué cantidad de gente sale en este libro! No quiero ni imaginar el trabajo que habrá llevado a cabo Cooney para ordenar el Dramatis Personae, no solo por la genealogía de los Stones que ya os digo que tiene tela marinera, si no por el resto de familias, miembros de varias cortes, de otros reinos… que acaban interactuando de una manera u otra con Lanie. Además cada uno perfectamente definido y distinguible, y lo que es más, reconocible después de unos cuantos capítulos en los que a lo mejor no se ha hecho referencia para nada a ellos.
No me sorprende para nada que ganara el premio Mundial de Fantasía el año pasado. Os lo recomiendo encarecidamente.
La novela corta es una distancia bastante traicionera para los autores en general, porque no tiene la extensión más larga que favorece la creación de mundo y no tiene la extensión más corta que permite comprimir la historia y buscar un giro final epatante. Sin embargo, P. Djèlí Clark parece abonado a ella, con obras como The Black God’s Drums.
En esta ocasión, el autor nos entrega una obra de fantasía que homenajea a la fantasía más pura, con inicios que parecen bastante típicos pero con unos giros muy atractivos. ¿Que tenemos una sociedad de asesinos como en Grayshade? Pues ahora resulta que sus miembros son no muertos que han olvidado sus vidas pasadas. ¿Que tienen que cumplir una serie de normas a rajatabla? Pues ya me buscaré yo algún agujero legal para escabullirme.
Es un mundo secundario que no tiene referentes claros en el nuestro que el autor puede llenar con su imaginación, creando los monstruos que le apetezca y aderezándolo con magia. O quizá no es que haya pocos referentes es que hay tantos que la mezcolanza da algo totalmente inesperado. La ambientación de Tal Abisi también es intencional, como dice el propio autor: una ciudad imaginada, construida con fragmentos de las ciudades-estado medievales swahili, los templos de Angkor Watt, los canales de la Venecia renacentista e incluso las calles del Londres isabelino, con una mezcla cultural que insinúa influencias que van desde el Carnaval anterior a la Cuaresma hasta el dialecto jamaicano.
La protagonista de la historia es Eveen, a quien su última misión forzará a enfrentarse a un pasado que no recuerda pero que le ha llevado hasta su situación actual. Clark recurre al humor como recurso en bastante ocasiones a lo largo de la lectura y es muy fácil entrar en el juego porque es divertido y ocurrente, un entretenimiento distinto a lo que podríamos esperar de un autor que critica el racismo en Ring Shout o el colonialismo en A Master of Djinn. No deja de lado su prosa evocativa y detallista, pero la aplica de otra manera.
En cuanto a la labor de Lynnette R. Freeman, me parece más que adecuada, pero tengo un problema con los chasquidos y ruiditos que forman parte del texto original y que entiendo que tienen que trasladarse al audiolibro, pero a mí me enervan.
The Dead Cat Tail Assassins es una lectura ligera y entretenida, un tentempié perfecto para el verano y sus rigurosas temperaturas.
La verdad es que el nuevo libro de Devin Madson, Between Dragons and Their Breath me ha parecido entretenidísimo, divertido y con un punto picante que le viene bastante bien, pero adolece de un caso grave de comienzo de saga, por que los tres cliffhangers con los que termina la entrega son más escarpados que los acantilados de Dover.
En primer lugar me gustaría alabar la labor de los tres narradores del audiolibro, uno por cada punto de vista,a ya que se nota que Soneela Nankani, Lauren Fortgang y Ron Butler se han metido en el papel a fondo, en su representación de Tesha, Naili y Ash. La elección de la dirección del audiolibro ha estado muy acertada repartiendo los papeles, además me complace especialmente que haya variedad de voces para representar cada papel, creo que el hecho de que haya más de un narrador implicado lucha contra la monotonía del audio. También este conjunto de narradores ayuda con la extraña idea de la autora de utilizar múltiples puntos de vista, pero todos escritos en primera persona.
Como decía en el párrafo anterior, los protagonistas son tres, Tesha, Naili y Ash. Tesha es una sopladora de vidrio con inquietudes políticas que se acaba ofreciendo voluntaria para espiar al autoproclamado poder supremo de la cuenca en la que viven. Naili es una lavandera en la casa del Alquimista, donde se ve que hace ya tiempo que no pasa un inspector de riesgos laborales, ya que el tratamiento de las distintas sustancias del día a día la dota de “poderes” que serán de gran ayuda en el futuro desarrollo de la serie. Y Ash cabalga dragones defendiendo la cuenca del ataque constante de los monstruos del exterior.
Aunque en principio parecen historias muy separadas, lógicamente van confluyendo como afluentes de un río más caudaloso, la trilogía del Shattered Kingdom. Sin entrar mucho en la propia historia, Madson deja entrever una construcción de mundo bastante interesante, pero plagada de misterios que no verán su resolución en las 17 horas del audiolibro. Ése es mi principal problema con el libro, que no lo veo como una unidad completa e independiente en sí misma, si no como un prólogo alargado de lo que vendrá después.
Los personajes, tanto principales como secundarios, son muy atractivos y está muy bien llevado ese tono salaz de algunos capítulos. Es un placer ir descubriendo todo el trabajo de creación que ha habido detrás de la historia y me encanta el recurso de ir contando las noticias de cada día con los titulares más destacados de los periódicos, que no se imprimen habitualmente si no que se vocean por la calle para que la gran mayoría de la población, analfabeta, pueda tener acceso al contenido.
También me gusta el tono algo reivindicativo, de lucha obrera de clases, que se deja entrever en algunos capítulos. El colonialismo de aprovechar los recursos de los demás, el imperialismo de creerse superior solo por haber nacido en un sitio determinado… la corriente política subyacente a la trama es bastante importante y estoy segura de que estas intrigas seguirán a la orden del día en las siguientes entregas, que espero impaciente.
Hacía ya mucho tiempo que Antonio y yo no compartíamos lecturas, pero cuando al fin conseguimos cuadrar nuestras agendas hubo un título que no creíamos que pudiera fallar, me refiero a Netherford Hall.
Es una novela que incluye varios de nuestros placeres culpables: Inglaterra de la regencia, brujas, algo de romance y muchos bailes y encuentros sociales.
El libro se puede enmarcar perfectamente en la corriente más en boga últimamente en el género, el famoso romantasy. No obstante, no es el único punto destacado de la lectura.
Se cobijan entre los humanos varios tipos criaturas sobrenaturales como vampiros, hombres lobo, brujas y algunos más. Se nos indica que hubo hadas pero que la frontera con su mundo se cerró tiempo atrás. No obstante perduran los resultados del pacto feérico con los humanos, que dotó de magia a ciertas familias.
Los personajes protagonistas son dos mujeres, la gentlewitch Edith que habrá de mudarse al campo tras una tragedia en su familia y Poppy, la hija de la familia que vive en una de sus propiedades. Quizá esto os suene un poco a guion de Peli de Tarde, salvo que la acción transcurre en Kent en lugar de Vermont. Aunque no negaremos que hay cierta semejanza, las circunstancias personales de cada una no invitan a la esperanza en su relación.
No por su género, ya que las relaciones no heteronormativas están normalizadas en este pasado alternativo, sino por el carácter de cada una, sus diferentes posiciones sociales y una actitud casi hostil con la que comienzan su relación. Además, una serie de amenazas, veladas o no, penden sobre ellas. Y no será tarea fácil desvelar el origen de sus problemas ni mucho menos solucionarlo entre baile y baile. Escoger vestimenta para cada ocasión nunca fue tan estresante.
El estilo de Natania Barron es sencillo pero efectivo. Aunque es una novela que transcurre sin una particular urgencia ni cuenta con acción desenfrenada no se hace larga en absoluto. El ritmo se mantiene lo suficiente para que se lea con facilidad. Tiene algún pasaje más onírico o reflexivo pero no tedioso. Quizá se habría beneficiado de un léxico un poco más florido y un mejor manejo del lenguaje de la época, porque lo que es el ambiente sí está bastante conseguido.
Además, el tramo final de la obra, aunque quizá no excesivamente sorprendente, consigue arrastrar al lector en la corriente de los hechos, consiguiendo atraparlo en una espiral de revelaciones y momentos álgidos.
El misterio principal se resuelve satisfactoriamente pero se abren varias vías por las que claramente transcurrirán las siguientes entregas de la saga. Posiblemente con otros protagonistas pero con personajes que volverán sin lugar a dudas.
En resumen, nos encontramos ante un libro que no revolucionará el género, pero de lectura extremadamente satisfactoria. Los detalles como la completa normalidad con la que se acepta cualquier orientación sexual modernizan una trama entretenida y resultona,
Si te gustó Sorcerer to the Crown de Zen Cho o The Midnight Bargain de C.L. Polk realmente no puedes fallar con Netherford Hall de Natania Barron.
Con Long Live Evil esperaba encontrarme una lectura subversiva, que pusiera por delante al malvado, que diera otro enfoque a la historia. Sin embargo, me he encontrado una novela sobreactuada, previsible y ciertamente aburrida.
La narración comienza con la joven Rae, enferma de cáncer, que en su lecho de muerte recibe la oportunidad de viajar al mundo de fantasía que le leía su hermana durante su larga convalecencia buscando una salvación mágica que parece imposible. Esta primera parte ya es bastante insufrible, pero ni punto de comparación con lo que llegará después. Se puede tratar esta premisa de una manera muchísimo más elegante como Alix E. Harrow en A Spindle Splintered pero es que Harrow rebosa talento.
La excusa que utiliza Sarah Rees Brennan para que Rae se acuerde de unas cosas del mundo y de otras no es que se dormía mientras su hermana le leía, así que puede hacer de pitonisa de Hacendado con sus pronósticos sobre el futuro. Y aquí ya empieza a caer en barrena, porque nos encontramos con un desfile de arquetipos fantásticos tan previsible como aburrido, con unos elogios a la “maldad” directamente risibles y con la mención constante a la “narrativa” que recuerda a Redshirts, pero en peor. ¿Se pueden escribir libros meta? ¡Pues claro! Pero entiendo que hace falta algo más que referencias poco sutiles al Mundo real TM dentro de tu mundo de fantasía para que tu lector entre en el juego.
Además, el humor es entre poco sutil y basto, con constantes referencias al pecho de las candidatas a reina (se me había olvidado mencionar el detalle del harén del rey en espera de que escoja cónyuge entre las “afortunadas”). Me puedo reír de una broma zafia, de dos… pero una detrás de otra pues me acaba cansando.
La labor de Moira Quirk como narradora del audiolibro es loable, pues consigue dar con el tono de desdén y suficiencia justo, pero no consigue arreglar un material que me parece irritante incluso. No lo recomiendo para nada.
La verdad, sigo sin entender cómo esta trilogía de Mike Brooks no ha tenido más renombre. Unos libros de fantasía épica con muy diversos puntos de vista, que juega con el lenguaje desde la perspectiva de género, con unos personajes entrañables… Así que aquí vengo a aportar mi granito de arena para hacerlos un poquito más conocidos.
The Godbreaker es la entrega final de la historia que comenzó con The Black Coast y continuó con The Splinter King, con todos los personajes que nos ha ido presentando Brooks destinados a un enfrentamiento de grandes proporciones. Y sin embargo, el autor nos escamotea esa gran batalla durante la mayor parte del libro. ¿Por qué?, os preguntaréis y creo que la respuesta es que desde el principio ha intentado sorprendernos con el destino de cada uno de los personajes que nos ha acompañado por el camino y en esta tercera entrega no iba a ser menos.
El comienzo de la obra, con un tsunami que descompone el tablero de juego que ya conocíamos, es la forma poco sutil pero efectiva que tiene el escritor para forzar a todos los personajes a entenderse o perecer en el intento. Y consigue otro efecto que creo que es aún más importante, ya que emocionalmente te implica mucho más en la historia, por que semejante desgracia te hace conectar aún más con las penurias de los implicados.
Algo que no me ha gustado tanto es la aparición de personajes de los que no habíamos oído hablar con conocimientos extensos de un pasado que había estado casi siempre en tinieblas. Me parece un recurso un poco tramposo, un deus ex machina bastante injustificado, aunque afortunadamente no tienen un papel excesivamente relevante.
The Godbreaker es un libro muy largo, más de 600 páginas en las que Mike Brooks desplaza a su peones a lo largo y ancho del continente, pero lo que de verdad centra nuestra atención no es tanto el viaje como el destino. Y es que no deja de sorprender que la resolución para un conflicto con varios ejércitos, tres frentes y varios dioses o descendientes de dioses implicados se pueda resolver de forma política. Con esto no quiero decir que no haya batallas y sangre a paletadas, pero todo queda en un discreto segundo plano cuando la voz de la razón y la lógica se aplica al Estado, una vez superados los fanatismos. Y Brooks lo hace de una forma elegante, dejando en mano de los supervivientes el destino del reino, pero sin avasallar y sin tampoco dejar finiquitado cada detalle.
La trilogía queda bien cerrada, sin tramas sueltas, aunque es cierto que en el epílogo algunos personajes planifican un viaje que podría dar pie a que el autor volviera a explorar este mundo. Sin duda, estaré interesada en lo que pueda ofrecer.
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