Doors of Sleep

En esta ocasión disfrutaremos de la reseña de la última obra de Tim Pratt de la mano de un auténtico experto en el tema, Antonio Díaz. Muchas gracias a Antonio por hacernos un hueco en su agenda para comentar este libro. Espero que disfrutéis de sus comentarios.

Nadie que me conozca quedará sorprendido si digo que soy un gran fan de Tim Pratt, tanto en su obra corta (tan prolífica como variada y excelente), como en su obra larga. Cuando anunció que publicaría una novela basada en un personaje que había protagonizado varios de sus mejores relatos del 2019 me subí inmediatamente al tren del hype.


La sinopsis de Doors of Sleep no puede ser más atrayente: Zax es un humano normal y corriente que, cada vez que duerme, cambia de universo. No sabe dónde va y no parece que pueda controlar su destino. El potencial narrativo es, por su propia definición, infinito. Genera una incertidumbre, no sólo en el propio Zax, sino también en el lector, no saber cuál será ese próximo destino. Incluso aunque el cruce entre universos se dé en unas circunstancias controladas, al girar la página podemos encontrarnos en lugares muy dispares, fruto de una imaginación muy viva. Al menos esto es lo que me digo para justificar que me ventilé la novela en tan sólo dos días (acabando uno de ellos a una hora indecente).


Cuando Pratt decidió escribir Doors of Sleep, no desperdició ni una palabra y canibalizó los relatos que ya había escrito para tejerlos dentro del nuevo texto. En mi opinión es todo un acierto ya que su calidad es innegable. También decidió explorar los límites del poder del personaje para sentar unas reglas claras: cambia de universo cuando pierde la consciencia, no sólo cuando duerme; cuando llega a un nuevo destino siempre es a un lugar donde no se encuentre en un peligro inmediato y define las condiciones que se tienen que cumplir para que una persona puede decidir acompañarle en su viaje astral.


La novela está escrita como si fuera el diario personal de Zax, con la salvedad de que no siempre se encuentra escrito por él. Es un recurso curioso que permite a Pratt una cierta flexibilidad para jugar con el punto de vista manteniendo un estilo cercano a Zax. A pesar de llevar un tiempo viviendo de una forma tan extrema, sin establecerse en ningún lugar, dificultando todas sus relaciones personales, sin elegir a donde va, sin poder repetir universo, viviendo de lo que puede forrajear en los lugares más benignos (un destino sin peligro inmediato no te asegura que haya algo comestible); Zax es un idealista. En su mundo original era un trabajador social que resolvía los conflictos entre las personas mediante la empatía y la diplomacia y eso lo convierte en un adalid del buen rollo.


Éste carácter generalmente bondadoso e indudablemente honesto e idealista provoca que esta novela se parezca más a Heirs of Grace que a la saga de Marla Mason (que es más cruda y definitivamente más bruta). Esta decisión choca hasta cierto punto con el germen de la novela: saltar de universo en universo sin tener ningún control llevaría a cualquiera a la desesperación más absoluta. Eso no quiere decir que no pasen cosas malas (ni mucho menos), pero Doors of Sleep puede encuadrarse sin dudar en el movimiento hopepunk. Puede que haya momentos de miseria pero siempre se encaran con un cariz positivo. En cualquier caso es una novela ‘100% Pratt’ y rebosa su estilo por los cuatro costados.


Debido al constante salto entre universos y las dificultades para transportar gente con él (gente que jamás podría volver a su universo original) el plantel de personajes secundarios no es especialmente grande. Eso permite a Pratt dedicar más tiempo en escena para estar bien perfilados y logra que nos encariñemos de ellos o los odiemos respectivamente.

Mi principal crítica iría dirigida a un último acto algo desigual, con una recta final cerrando el nudo principal del libro de forma algo apresurada y con un último capítulo que abre claramente la puerta a una continuación (o continuaciones). Hubiera preferido, sino una obra autoconclusiva, sí que Pratt hubiera dedicado alguna página más a perfilar el desenlace para que llenase algo más al lector. Las prisas por desencadenar una tensión creciente le han jugado una mala pasada.


Sin embargo, después de la decepción que me supuso The Wrong Stars, la primera novela de su trilogía de ciencia ficción Axiom, y a pesar de las buenas sensaciones de los relatos seminales, me enfrenté a esta novela con una cierta cautela. He de decir que he quedado muy satisfecho con Doors of Sleep que, sin dejar de ser una novela ligera y más orientada como divertimento, he disfrutado sin ambages.

The Wolf’s Call

Al parecer la novela de debut de Anthony Ryan tuvo mucha repercusión en su tiempo, pero he de reconocer que yo no tengo recuerdo de haberla visto ni tan siquiera publicitada. Por curiosidad, me acerqué a The Wolf’s Call como un nuevo punto de entrada en ese universo, para ver si me interesaba la historia o la forma de escribir del autor, mas lo cierto es que se trata de una novela de fantasía correcta pero para nada innovadora. Reconozco que como no he leído las obras anteriores, es posible que muchas referencias se me hayan pasado por alto, pero también puedo afirmar sin temor a duda que es una novela que se sostiene por sí misma.

El ascenso al poder y casi a la deidad del malvado de turno resulta atractivo por el simple hecho de que es el carisma del personaje el que obtiene la fidelidad de sus súbditos. El protagonista, Vaelin, es un héroe que se ha retirado a vivir con tranquilidad y a pesar de que sería el más adecuado para enfrentarse a este nuevo poder, no se convence de hacerlo hasta que las noticias de un antiguo amor suyo en manos del malvado llegan a sus oídos.

Las escenas épicas están narradas con cierta economía de medios, pero eso no les quita atractivo. El sistema mágico es un poco aleatorio, cada uno desarrollará el poder que sea sin tener necesariamente una relación causa efecto. El ritmo de la narración está bastante bien conseguido, sin llegar a decaer a lo largo de las páginas, algo de agradecer en una novela de esta dimensión. El viaje que emprende Vaelin permite que Ryan explore las distintas sociedades que componen el Reino Unificado, algo que añade complejidad y sobre todo, da consistencia al escenario en el que desplegará a los personajes.

The Wolf’s Call me parece una novela de fantasía correcta con sus toques grimdark y cierto realismo sucio, que aunque no me ha terminado de convencer para dedicarme a la lectura de las entregas anteriores, si ha conseguido atraerme lo suficiente como para seguir con esta saga actual.

Machinehood

No conocía la obra de S.B. Divya pero me parecía muy atractiva la premisa sobre la que se basa su novela Machinehood, tratando temas tan actuales como los distintos caminos para la mejora del ser humano, ya sea mediante modificaciones cibernéticas o medicación. El hecho de que no existan apenas trabajos estables y que la economía se base en pequeños encargos es una realidad patente hoy en día, con la precariedad instalada en muchos hogares. Divya va un paso más adelante habiendo implantado el trabajo robótico en muchas áreas, con la consiguiente reducción del empleo del personal menos cualificado. En una carrera sin visos de terminar, los humanos han de utilizar todo tipo de suplementos y drogas para conseguir alcanzar el nivel de las inteligencias artificiales “débiles”, que van mejorando progresivamente.

En este contexto seguiremos los pasos de Welga Ramírez, una guardaespaldas con pasado en las fuerzas armadas, que se encuentra involucrada en una de las primeras actuaciones de la autodenominada Machinehood, una oscura organización que promulga la desaparición de las pastillas y la igualdad de derechos de las inteligencias artificiales.

A pesar de que las ideas del libro me han parecido muy interesantes, lo cierto es que la trama y la ejecución no están a la altura de lo que esperaba. Me interesaba el diálogo entre hombre y máquina, pero me he encontrado con una filosofía neobudista un tanto superficial. Además, el principal “enemigo” con el que se quiere relacionar Machinehood desde el principio, el califa que está unificando el Magreb, parece un villano de opereta, colocado en un pedestal para atraer la atención. Su lema de no agresión provoca mi incredulidad, cuando no ataca a nadie pero es que capaz de ir estrechando el cerco de los refugiados en el límite de sus fronteras, atacando centros neurálgicos necesarios para la vida.

También son necesarias varias casualidades para que Welga se encuentre metida de lleno en una operación para desmantelar la Machinehood. No solo que esté presente en el ataque mencionado anteriormente, a esto hay que unir una grabación que justo llega a sus manos con información relevante, su pasado como operativo contra el califa… En fin, todo muy preparado, demasiado.

Machinehood es un ejercicio de especulación que parte de una buena base pero que va perdiendo fuelle por el camino. Se lee con rapidez, pero apenas deja poso. Un poco como su portada que podría ser atractiva pero es demasiado fría.

The Gilded Ones

De vez en cuando hay que salirse de la zona de confort y es cierto que el lanzamiento de The Gilded Ones ha venido acompañado de una intensa campaña publicitaria, por lo que decidí darle una oportunidad a esta novela en principio destinada al público juvenil.

La premisa de la que parte el libro está situada en una sociedad eminentemente patriarcal, con un estricto código religioso que rebaja a la mujer a mera acompañante del hombre, supeditada en todo momento a sus necesidades. De hecho, al cumplir los 15 años, todas las jóvenes deben someterse a una prueba de sangre, para saber si son puras o impuras. La protagonista de la historia, Deka, siempre ha estado bajo sospecha porque su madre no era natural del pueblo donde comienza la historia. Así que al parecer nadie se sorprende cuando en la prueba de madurez mana oro de sus venas en vez de sangre. El castigo es la muerte inmediata para evitar que la impureza pueda transmitirse a las demás jóvenes del lugar.

Sin embargo, no es tan fácil acabar con ella. Es aquí, en uno de los pasajes un tanto sangrientos de la novela (y hay más de uno y más de dos), cuando empieza la tortura de la protagonista. Y es que Deka es capaz de volver de la muerte. Se convierte por tanto en una fuente de ganancia para los ancianos del pueblo, que se dedican a torturarla y matarla para obtener el oro de su interior. Estas escenas son bastante duras y solo la aparición de una extraña con poder imperial es capaz de sacarla de este círculo de destrucción y sufrimiento.

La historia prosigue con la militarización de Deka y otras chicas como ella, transformadas en un valioso recurso bélico. Me gustaría destacar ante todo la sororidad que se desarrolla entre estas muchachas, todas con orígenes y circunstancias diferentes, a las que las mareas de la vida llevan a unirse en un círculo de amistad irrompible. Me encanta ese mensaje de optimismo que lanza la autora, inspirando la posibilidad de sobreponerse a los malos momentos con el apoyo de aquellos y aquellas a los que realmente importas.

Es por tanto una novela que manda un mensaje poderoso al lector. Es una crítica al machismo, al racismo, al miedo al que es diferente… Pero es cierto que también representa algunas escenas bastante duras, tanto de tortura física como de violación (aunque esta última no se ve, sí que se habla de ella). La fantasía y la magia sirven para empoderar a la protagonista femenina, pero el verdadero poder no está en su capacidad de resucitar o su dominio sobre otras formas de vida, si no en la piña que consigue formar con otras oprimidas como ellas. Un mensaje muy potente que merece la pena escuchar.

The Gilded Ones está publicada en España por Editorial Molino como Las que estamos muertas con traducción de Raúl García Campos.

The Constant Rabbit

De nuevo tenemos el placer de contar con Antonio Díaz en nuestro blog, en esta reseña conjunta de la última publicación de Jasper Fforde. Como siempre, muchas gracias a Antonio por su ayuda.

Nunca sabes lo que te puedes encontrar en una novela de Jasper Fforde, lo mismo aparece un Neanderthal que te encuentras con un conejo antropomorfizado. O quizás la humanidad se enfrenta a unos inviernos larguísimos y se ceba en los breves veranos para poder hibernar. O incluso puede que clasifiquen a las personas en función de la cantidad de colores que pueden ver, siendo los que ven solo gris el tipo peor considerado.

Todo ello aderezado de ese humor británico que puede llegar a ser hilarante, pero también en ocasiones choca de manera frontal con nuestras expectativas. El humor es una de las formas de expresión más difíciles de traducir y de interpretar cuando los referentes no son comunes.

Sirva esto de advertencia al navegante. Se requiere un correo gusto por el humor típicamente británico para disfrutar plenamente de The Constant Rabbit.

Con esta advertencia en mente, la novela nos sitúa en un mundo donde hay conejos “humanizados” y también algún que otro animal de otra raza. Esto es consecuencia de un suceso del que no hay explicación alguna, pero que, lógicamente, cambia la historia.

Uno pensaría que un acontecimiento de esta magnitud que tuvo lugar en 1965 habría afectado a grandes decisiones políticas como el Brexit pero estaría equivocado. Los británicos se han ido Europa también en esta realidad. Y la reacción del público en general ante estos conejos no debería sorprendernos, por desgracia, se ven como parias que buscan arruinar la sociedad. El racismo impera por doquier.

Existe un miedo, que el autor deja claro que es infundado, a que la capacidad reproductiva de los conejos infle su población hasta superar la de los británicos. Es parte de una campaña de acoso y derribo esgrimida por UKARP (United Kingdom Anti-Rabbit Party), un trasunto de UKIP. Este partido ha logrado numerosas victorias contra los conejos, siendo la más relevante que no tengan la consideración de personas.

Las referencias a la desigualdad por parte del autor son constantes. Excepto algunos privilegiados, los conejos viven en colonias que asemejan campos de refugiados. No se les reconocen derechos pero sí que se les hace trabajar por un salario máximo (de hecho meten en la cárcel a empresarios si les pagan más). E incluso, en una de las acciones más odiosas del libro, está permitido su asesinato a manos de zorros antropomórficos si se cumplen unas determinadas cuotas.

No se puede decir que Fforde sea muy sutil en su comparación entre los conejos y la inmigración de países considerados como no deseables. Esta crítica salvaje se ve aderezada por una exploración de las costumbres de esta especie como los duelos, la necesidad de excavar para crear madrigueras, el veganismo radical y la asimilación del consumo de las zanahorias en exceso con el alcohol o las drogas, que proporciona un contrapunto divertido a un escenario bastante preocupante

Es un libro que denuncia desigualdades a través del humor, algo para nada fácil. Pero tampoco está exento de fallos, como la reiteración de tópicos y que el protagonista sea un pusilánime, algo que tampoco ayuda en la narración. La obsesión del protagonista con sus propios fallos y errores pasados y con la relación que tuvo en la universidad con una coneja, se mencionan con machacona insistencia durante la lectura. Y además el final va flojeando con una resolución que, si bien sorprendente, no resulta para nada satisfactoria.

En definitiva estamos hablando de una novela con una denuncia social a través del humor, pero es un humor específico que puede no ser de todos los gustos.

Persephone Station

En algunas películas pasa, pero es rara la ocasión en la que los personajes secundarios se comen cada escena en la que aparecen en un libro, ya que se supone que el autor tiene más control sobre lo que escribe. Sin embargo, en Persephone Station me llamaban mucho más la atención las tramas secundarias que la historia principal, aunque esta no careciera de interés. Y tampoco os dejéis engañar por el título, porque lo que es en la estación espacial propiamente dicha tampoco es que transcurra la mayor parte del libro.

Sentía mucha curiosidad por el salto a la ciencia ficción de Stina Leitch, una autora hasta ahora más centrada en la fantasía. Y no le ha sentado nada mal el cambio, porque consigue ofrecernos una obra muy entretenida con personajes con los que empatizar y cierto aire de western fronterizo espacial que es de agradecer.

Uno de los aspectos destacables de la panoplia de personajes que Leitch despliega ante nosotros son sus variadas orientaciones sexuales, algo que está tratado con total naturalidad y se integra de forma orgánica en la narración. El hecho de que se cuente desde tres puntos de vista diferentes que se van entrelazando también favorece el ritmo de lectura, aunque he de reconocer que no todas las narradoras tenían el mismo interés para mí, porque una de ellas en particular destaca especialmente sobre todas las demás. No sé si será porque su intrahistoria está más trabajada o simplemente resulta más interesante, pero es algo que merece la pena destacar.

Persephone Station se puede enmarcar dentro de la corriente de ciencia ficción optimista que parece ser tendencia en estos momentos. Por supuesto que hay confrontación, enfrentamientos militares y alguna que otra muerte, pero el tono general es esperanzador, como si las buenas acciones que se llevan a cabo pudieran desequilibrar la balanza hacia el lado de la comprensión y la aceptación de las diferencias inherentes a una cultura alienígena.

Porque sí, también hay aliens en este libro, además de alguna que otra sorpresa que no desvelaré pero que es totalmente de mi gusto. El hecho de que estos aliens tengan una biología un tanto atípica y moldeable permite a Leitch jugar con las relaciones con los demás personajes, bastante facilitadas por su capacidad de tomar formas humanas. En este caso es la otra especie la que se adapta a nosotros para facilitar la comunicación.

Aunque no he encontrado ninguna referencia sobre si este libro es el primero de una serie o no, no me importaría volver a ver a estos personajes en acción. Es una novela perfectamente auto-conclusiva, no me malinterpretéis, pero se les coge cariño a los protagonistas, por lo que otra historia con estos tendría una buena acogida.

A Desolation Called Peace

Había mucha expectación alrededor de la publicación de la continuación de la flamante ganadora del premio Hugo, A Memory Called Empire. En este sentido, Arkady Martine no decepciona, ya que nos trae una novela que continúa con las andanzas de los personajes de la anterior entrega, pero que cambia tanto el escenario como el foco.

Me parece especialmente destacable la forma “realista” (dentro de lo que cabe) con la que se afronta un primer contacto con una especie extraterrestre que se considera una amenaza. El enfoque principal que se utiliza es el lingüístico, intentando establecer puentes entre los negociadores mediante repetición de sonidos o representaciones gráficas. Es muy interesante cómo los encargados de las negociaciones se enfrentan a la dificultad inherente de conocer al otro, cuando no hay apenas puntos en común. También se aprovecha el estudio de la biología, que tendrá un papel fundamental en el desarrollo de la novela, por motivos que se irán desvelando a partir de la tercera parte del libro y que me han recordado por momentos a Peter Watts o Tade Thompson.

Pero A Desolation Called Peace no sería un digno miembro de la saga Teixcalaan si no tuviéramos intrigas políticas. No temáis, aquí las tendréis a raudales. Cada personaje se encuentra a veces manejado por los hilos invisibles de sus superiores o controladores en una recreación bastante correcta de una trama de espionaje a la antigua usanza. Ya sea en las relaciones entre el Imperio y las colonias o dentro de la propia flota militar del Imperio, cada acción tiene detrás una reflexión destinada a colocar las piezas en los lugares más aventajados para el golpe final. Aunque resulta muy entretenido ver cómo se van desarrollando los acontecimientos, en determinadas ocasiones el ritmo de la novela se resiente precisamente por esta preparación tan exhaustiva. Este es el principal problema que le he encontrado al libro, que en ocasiones se vuelve demasiado moroso en su avance.

Me gusta mucho cómo se hace hincapié en la cultura de los “imagos”, esos implantes mentales que permiten crear una continuidad de los conocimientos que se van pasando de unas personas a otras mediante un implante que permite fusionar la personalidad del donante con la del receptor. De una forma bastante inteligente, Martine vuelve a hablarnos sobre conciencias colectivas desde otros puntos de vista distintos. Espero que este extremo se explore en mayor profundidad en la siguientes entregas de la saga.

En definitiva, estamos ante uno de los libros destinados a ser un éxito en 2021.

The Thousand Deaths of Ardor Benn

Esta trilogía cayó dentro de mi área de interés cuando Orbit decidió relanzar con una nueva portada, porque fijaos cuál es la antigua:

y la nueva:

La noche y el día, como quien dice.

Una vez atraída mi atención, la sinopsis también me pareció atractiva, con un ladrón experto en timos y un mundo secundario abierto con muchas posibilidades.

Al afrontar la escritura de esa reseña tengo sentimientos encontrados, porque hay cosas que me han gustado mucho y otras que me han decepcionado. La experiencia de lectura, por lo tanto, ha sido agridulce, especialmente debido a la longitud del libro. Es una novela muy muy larga, a la que a lo mejor le hubiera venido bien algún que otro recorte.

Los aspectos positivos me han influido más que los negativos. Principalmente, el sistema mágico en el que se sustenta la economía del mundo, un mundo restringido a un archipiélago. Al explicárselo a mi amigo Josep María Oriol lo definió como “copromagia” y es una palabra muy acertada. El sistema se basa en la utilización de una especie de pólvora que se obtiene tras el tratamiento de los excrementos de los dragones que pueblan una de las islas del archipiélago. Las propiedades de esta pólvora varían según lo que haya comido el dragón o como dirían en mi familia “según come el mulo, así caga el culo”.

Los personajes también son atractivos, desde el propio protagonista Ardor (se me ocurren pocos nombre peor puestos para un lector español, no hacía más que recordarme el Almax) a su compañero de fatigas Raek y otros que va añadiendo a su complicado plan. La primera parte de la lectura, con el reclutamiento del personal y el desarrollo en sí del timo es muy entretenida.

Pero es que la justificación del timo en sí y los aspectos eminentemente religiosos que también ocupan algunos de los capítulos se me han hecho bastante cuesta arriba. Estos capítulos, protagonizados por un religioso en vez de por Ardor, se recrean demasiado en la erudición y en la investigación del pasado para justificar la conspiración. Son hechos que son necesarios para el subsiguiente desarrollo de la trama pero la exposición es excesiva. La relación con un personaje del pasado de Ardor también me parece bastante forzada, para añadir algo más de salsa a una historia que no la necesitaba.

Sin embargo, lo que peor ha sido el último tercio del libro en el que el autor no es que rice el rizo, es que realiza un doble salto mortal tirabuzón carpado en una piscina sin agua. No desvelaré aquí la GRAN REVELACIÓN (TM) que cambia totalmente el sentido de todo el libro, pero me parece una salida un tanto tramposa y efectista, que echa a perder todo el bueno trabajo de los primeros tercios del libro.

Tendrá que pasar algo de tiempo y algo de olvido hasta que me ponga con el siguiente ejemplar de la trilogía, pero no lo descarto del todo por algunas de las buenas ideas presentes en este libro.

Hench

Tenía buenas referencias sobre Hench, la novela de superhéroes de Natalie Zina Walschots y aunque no me he encontrado lo que esperaba y ciertamente la parte final de la novela me ha costado trabajo, he de reconocer que algunos partes están bastante bien.

Existen algunas novelas de superhéroes narradas desde el punto de vista de “los malos”, se me vienen a la cabeza Pronto seré invencible de Austin Grossman o Vicious y Vengeful de V.E. Schwab. Pero claro, en el género de super héroes las principales referencias forzosamente tiene que ser los cómics. La idea principal de la novela, sobre el coste humano y material de la propia existencia de los superhéroes se puede encontrar en muchos sitios, sin ir más lejos The Boys, en su vertiente más sádica. Pero la palanca que usan los villanos para vencer a los superhéroes me recuerda mucho más al Born Again desde el punto de vista de Kingpin.

La novela está contada a través de las vivencias de Anna, una empleada a tiempo parcial para los villanos a través de una empresa de trabajo temporal. Aunque suene un poco sorprendente, cualquier malvado con algo de categoría tiene negocios que mantener para seguir teniendo financiación para sus maléficos planes, impuestos que evadir y necesidad de músculo para distraer la atención de los superhéroes. Esto, que parece lógico, da lugar a todo un entramado de trabajadores que aceptan puesto de distinta responsabilidad en las empresas montadas por el villano de turno porque hay que ganarse la vida. Pero este tipo de trabajo tiene un riesgo inherente cuando hay algún tipo de confrontación con seres poderosos, como es el destino de cualquier supervillano.

Anna sale malparada en una de estas ocasiones, pero el verse recluida en casa debido a sus lesiones le da el tiempo y el enfoque necesario para investigar sobre el verdadero coste de las acciones de los superhéroes, dando lugar al detonante del resto de la historia.

La novela va de más a menos, ya que a pesar del interés que puede tener al principio la investigación sobre los superhéroes, conforme van avanzando las páginas se va tornando en una persecución quizá innecesariamente cruel. Aunque al fin y al cabo no debería sorprendernos nada de esto ya que estamos hablando desde el punto de vista de “los malos”, siempre gusta que haya alguna posibilidad de redención. Y el hecho de que todo sea orquestado por una persona aparentemente normal, nos hace reflexionar aún más sobre qué se considera bueno y malo, e incluso moral.

La novela cierra todas las tramas, pero es cierto que tiene material suficiente para una continuación, que ya veremos si ve la luz.

The Two-Faced Queen

Me gusta explorar los nuevos autores de fantasía que van publicando, porque aunque algunos pregonaran el estancamiento del género hay obras que se dedican a refutar estas afirmaciones de manera contundente. Ahí tenemos a Josiah Bancroft o Gareth Hanrahan, con otras voces y otras ideas para asombrarnos con sus mundos fantásticos. Quizá sea demasiado pronto para decirlo, pero me atrevería a afirmar que Nick Martell es otro más de esos autores a los que deberíamos seguir la pista sin dilación. Y es que si bien Kingdom of Liars fue un estupendo comienzo de saga, The Two-Faced Queen no hace si no confirmar nuestras sospechas.

Aunque de nuevo el ámbito de la novela está restringido a la ciudad de Hollow, esto es solo geográficamente, porque la ambición del autor ha ganado muchos enteros. Empezaremos a conocer otros lugares de este mundo y sobre todo, nuevos sistemas mágicos que harían pensar a cualquiera que ha escamoteado la libreta de ideas de Brandon Sanderson.

También hay que decir que los personajes siguen creciendo en la novela, tanto los antiguos como los nuevos, dotando de mucha más profundidad e interés a una historia un tanto alocada y que en algunas ocasiones nos obliga a suspender nuestra incredulidad, con momentos totalmente increíbles y algunas acciones que se resuelven casi recurriendo al deus ex machina. Pero creo que da igual, porque nos están ofreciendo emoción y divertimento a raudales, con revelaciones cada vez más epatantes y con apuestas tan altas que resulta muy difícil imaginar con qué nos sorprenderá en la siguiente entrega, porque ya os digo que en esta se ha sacado tantos trucos de la manga que haría palidecer a Juan Tamariz.

Es cierto que en ocasiones esta búsqueda de la revelación y la sorpresa hace que el entramado acabe resultando demasiado intrincado para el lector que pretenda encontrarle la lógica a toda la historia, pero también hay que decir que el autor en ningún momento se salta las reglas que se ha impuesto al principio, con soluciones muy originales a los problemas de pérdida de memoria ocasionados por el uso de la magia, como tatuajes y diarios. Me encanta cuando en una ocasión le preguntan algo a uno de estos fabricators y responde algo como que no se acuerda, pero que es lo suficientemente importante como para habérselo tatuado en un sitio accesible y encuentra la respuesta en su propio cuerpo. Pero esto es solo un ejemplo, ya que los otros tipos de magia que hacen una aparición fugaz en la novela tienen otros costes asociados también muy elevados.

A veces cansa la utilización de los apodos en lugar de los nombres propios de algunos personajes o de las referencias a su linaje en vez de aclarar a quién se refieren exactamente en vez de ir con alusiones, pero me parece que esto es una imposición más del autor para que el lector entre en el juego. Quizá no recuerdes el nombre a causa de la magia, pero puede que utilices el apodo para circunvalar este escollo.

Como ya digo, se trata de un libro muy pero que muy recomendable, que deseo que vea la luz en español, ya que creo que podría tener mucho éxito.