The Bird King

Tenía ganas de adentrarme en la obra de G. Willow Wilson, así que cuando vi la oportunidad de leer The Bird King, no lo dudé. Además, ese escenario en plena decadencia del reino de la Alhambra, donde Boabdil está a punto de rendirse ante los Reyes Católicos me resultó irresistible.

La fantasía de The Bird King es medieval y árabe, mezclando djinns con la Santa Inquisición. Esta presencia de la magia es sutil en un principio y luego se va complicando. Me recuerda un poco a Baudolino, de Umberto Eco.

La relación entre Fátima y Hassan es la base sobre la que bascula la narración. Su amistad y lealtad va evolucionando a través del libro, hasta llegar a algo más complejo que resulta difícil de definir, pero que es muy atractivo.

Me gustó sobre todo el ambiente decadente de la corte granadina, donde se sabe que la derrota está cerca pero aún así se sigue viviendo como si el destino todavía no se hubiera manifestado. El viaje que afronta la protagonista de la novela junto con sus compañeros me resulta familiar por visitar lugares muy conocidos, pero también me extraña que algunos topónimos sean modernos y otros antiguos (Salobreña y  Husn Al Nunakkab, por ejemplo).

Este aire de fantasía antigua se presenta al lector de múltiples formas, en la ambientación ya mencionada y también en la ingenuidad de los personajes, que observan el mundo y sus relaciones de una forma mucho más simple que en la actualidad. Pero me temo que también exige al lector entrar en este juego de confianza, de no pensar en profundidad en las consecuencias que deberían tener para los personajes las decisiones que toman. Si el lector acepta el juego, disfrutará de una novela pausada y reflexiva, pero si se pone a examinar en profundidad la trama, verá que hay algunos agujeros.

The Bird King es más una historia mítica que una novela fantástica habitual, con sus pros y sus contras. Para adentrarse en su lectura hay que tener presente esta distinción y dejarse llevar.

Senlin Ascends

Menuda joya se me había escapado entre las manos con este Senlin Ascends. Es complicado definir una novela como de aprendizaje cuando el protagonista principal ya no va a cumplir los treinta, pero creo que sería una buena hipótesis inicial. También es una novela de viajes y de descubrimiento de nuevos lugares, a pesar de que todos estos sitios estén situados geográficamente en el mismo lugar.

Por resumirlo de otra manera, se me ocurre esta sinopsis:

Cuando Senlin y su esposa en su viaje de novios se aproximan a la Torre de Babel, nunca podrían haber imaginado la aventura en la que se embarcaban. Este destino turístico prominente oculta mucho más de lo que ninguno de ellos podía esperar.

Al escribir suele ser difícil encontrar el equilibrio entre el escenario, los personajes y la propia trama. Josiah Bancroft comienza su narración de una forma excesivamente pausada para mi gusto, pero me parece que solo estaba cogiéndole el tempo a la novela. Lo que comienza siendo casi una charada acaba desarrollándose en un descubrimiento personal. No quiero incidir más en los misterios del libro, para dejar que os pueda sorprender del mismo modo que me pasó a mí, pero sí que hay otros aspectos que creo que son interesantes.

La caracterización de los personajes es notable. A pesar de parecer estereotipos al principio (un severo maestro de escuela, una esposa huida de un matrimonio de conveniencia…) el desarrollo es contrario al que esperaríamos y aún así, coherente con lo que va sucediendo. Me gustaría también incidir en el despliegue de imaginación de Bancroft conforme va describiendo cada nuevo espacio, pero esto es algo que se puede apreciar mejor conforme más avanzamos en la lectura de los siguientes tomos. Los múltiples detalles que va desgranando cada capítulo son semillitas que darán lugar a tramas complejas en las siguientes entregas.

En cuanto a la forma en la que está escrito, la prosa está bastante trabajada, pero baste decir que no pude evitar lanzarme sobre la segunda entrega conforme terminé la primera. No es solo la forma en la que está escrita, si no también lo que va contando. Bancroft ha sido capaz de despertar nuestra empatía casi desde el principio, pero seguimos leyendo por el interés de la trama y los misterios que se van desvelando. Y tampoco puedo pasar por alto las reflexiones sobre la naturaleza humana a las que dan lugar estos extractos de la sociedad acumulados uno sobre otro. Como un geólogo puede contar una historia estudiando los estratos, el autor es capaz de desarrollar una cronología completa a base de pinceladas, párrafos y lecturas. Os recomiendo muchísimo su lectura.

New Suns

Aquí os traigo la reseña de una de las antologías más esperadas del año, que parte de una idea muy interesante y que indudablemente tendrá continuaciones.

Galactic Tourist Industrial Complex de Tobías S. Buckell

Cuando la Tierra es un destino turístico prioritario es normal que la economía planetaria se vuelque en este sentido, dejando a la gran mayoría de la humanidad en una precaria posición. Es un relato algo flojo para comenzar la antología.

Deer Dancer de Kathleen Alcalá

Fantasías postapocalíptica sobre recuperar lo perdido utilizando las tradiciones, no me ha acabado de convencer.

The Virtue of Unfaithful Translations de Minsoo Kang

Estupendo relato reflejando la tradición de las letras asiáticas y la maravillosa labor de los traductores e intérpretes, cuya intervención puede equilibrar la balanza entre la guerra y la paz

Come Home to Atropos de Steven Barnes

Cruel relato sobre el script para un anuncio que vende lo único que puede ofrecer una tierra arrasada por los temporales, un resort para la eutanasia.

The Fine Print de Chinelo Omwualu

Un relato fantástico sobre el cambio de un yugo por otro y el coste de la verdadera libertad. Con aire arábigos pero con un final prometedor.

Unkind of Merche de Alex Jennings

No queda claro en ningún momento la finalidad de este relato, aparte de la amalgama de referencias a la cultura americana actual. Algo inconexo.

Burn the Ships de Alberto Yáñez

Un relato macabro y bastante desagradable sobre la lucha entre invasores e invadidos, con algo de creencia religiosa de por medio. Demasiado duro para mi gusto.

The Freedom of the Shifting Sea de Jayme Goh

Creía que ya pocas cosas me podrían sorprender en la fantasía pero estaba equivocada. Nunca me esperé un relato sobre relaciones lésbicas entre humanas y sirenas centípedas centenarias. Cosas veredes.

Three Variations on a Theme of Imperial Attire de E. Lili Yu

Estoy a favor de los retellings de fábulas y cuentos conocidos, así me gustaba la idea de una nueva aproximación al traje nuevo del emperador de la mano de E. Lili Yu, una autora que me normalmente me gusta. No es el mejor de sus cuentos pero dentro de la tónica general de la antología es bastante destacado.

Blood and Bells de Karin Lowachee

Una historia de clanes y violencia en un entorno distópico donde la búsqueda de la venganza por un crimen puede desequilibrar la tensa paz que se mantiene con las concesiones de todos los grupos implicados. No es demasiado llamativo.

Give Me Your Black Wings Oh Sister de Silvia Moreno-García

Corto relato de terror interesante dentro de la obra de la autora canadiense.

The Shadow We Cast Through Time de Indrapramit Das

Un relato complejo de primer contacto con una civilización alienígena en su propio planeta y de su integración en el folclore propio de la población.

The Robots of Eden de Anil Menon

Excelente relato sobre la diferencia de clases, esta vez articulado sobre la posibilidad de adquirir un “cerebro” que ayuda a controlar las emociones. Pero, ¿es mejor no sentir nada para no sufrir por ello?

Dumb House de Andrea Hairston

Hay una cierta querencia por los relatos surrealistas en la actualidad que no son para nada de mi gusto. En este cuento se mezcla la vigilancia y el big data con las tradiciones vudú, en una mezcolanza que no termina bien.

One Easy Trick de Hiromi Goto

De nuevo nos encontramos ante un relato surrealista, porque en un paseo campestre la protagonista de repente se ve liberada de su grasa abdominal y no voy a seguir hablando sobre la trama porque es absurda.

Harvest de Rebecca Roanhorse

Relato de terror realmente bien trabajado sobre las consecuencias del amor sin medida, con toques de cuento de hadas macabro mezclado con tradiciones de nativos norteamericanos.

Kelsey and the Burdened Breath de Darcie Little Badger

Un buen final para una antología bastante irregular, con una protagonista que recolecta últimos suspiros en la tradición más victoriana que se me ocurre. Sin embargo, no todas las muertes son igualmente tranquilas y algunas almas se aferran al mundo a pesar de todo.

Tenía mucho interés en este antología y reconozco que algunos relatos me han gustado mucho, pero me temo que es demasiado irregular para mí, con algunos cuentos que directamente no entiendo.

A Memory Called Empire

Este era sin duda uno de los libros más esperados del año, no solo por una portada arrebatadora, si no por todos los rumores que había alrededor de la publicación de esta primera novela.

Y es que las referencias a autores consagradísimos en la space opera como mi admirado Iain M. Banks no hacían si no aumentar el hype, algo quizás contraproducente para la lectura.

Afortunadamente, A Memory Called Empire es un libro que se mantiene perfectamente por sí mismo, sin necesidad de tantas comparaciones.

El universo en que se sitúa la acción está dominado por un Imperio que ha conquistado un territorio tras otro y que mantiene una tensa paz con otras colonias mineras, en un equilibrio inestable con as colonias mineras que depende mucho de los intereses comerciales y de las ganas de conquista que tenga el emperador de turno. Y sin embargo, hay algo que planea en el horizonte que puede llegar a cambiar la difícil situación de status quo actual.

Esta idea, obviamente, no es original. Y sin embargo, el punto de vista con el que trabaja la autora, dándole voz a la embajadora de una de estas colonias mineras, da la posibilidad de ver el imperio desde la perversa admiración que puede provocar el depredador que te amenaza. Y es que la seguridad que provee el imperio a sus habitantes permite que florezcan las artes, mientras que en los otros territorios bastante tienen con luchar por la supervivencia. Esta fascinación por el lenguaje, por la prosa y los versos más elaborados, se hacen patentes en los aspectos de la vida cotidiana. Por ejemplo, me asombra que la clave de cifrado de los mensajes de gobierno sea el último poema de moda, a pesar de la fragilidad inherente de una cifra basada en la sustitución.

La novedad más importante que nos trae la autora son los imagos, algo semejante a los implantes de antepasados que ya utiliza Aliette de Bodard en su ciclo de Xuya, pero dando un paso más en la integración entre las memorias pasadas y las presentes. La persona a la que se le implanta un imago, se “transforma” en otra, en una mezcla homogénea entre el pasado y el presente que permite avanzar hacia el futuro sin perder el conocimiento ya acumulado. Es una idea fascinante, sobre la que gira toda la novela, desde el punto de vista ajeno a esta costumbre, incomprensible para muchos de los que la conocen por primera vez.

Otros detalles también son entrañables, como los nombres de los miembros del imperio, consistentes en un número y otro nombre común. El hecho de que aún con esta nomenclatura tan extraña haya hueco para el cariño con motes personalizados aumenta la empatía que el lector siente por unos personajes, que ya de por sí se hacen de querer.

Existe un esfuerzo considerable por parte de la autora para que el lector se acostumbre a la terminología del universo de una forma natural, administrando la información pausadamente y engarzando cada fragmento para dar lugar a un mosaico complejo y hermoso a la vez.

El ritmo de la novela está bastante bien llevado, menos algunos momentos que rebajan la tensión creciente y un final para mí algo precipitado. Pero A Memory Called Empire es una estupenda primera novela, con ideas conocidas pero con nuevas perspectivas y una atención al detalle muy agradable. De las mejores lecturas del año, sin duda. No me extrañaría nada ver el premio Locus a primera novela en las estanterías de Arkady.

Alternate Routes

Me gusta mucho la manera en que Tim Powers utiliza los intersticios de la realidad para introducir su fantasía urbana y maravillosa. Personalmente prefiero sus libros más “históricos” como Declara que los situados en tiempos más modernos como Medusa’s Web.

Alternate Routes se puede clasificar dentro de la segunda categoría. Por la descripción del libro, nos encontramos ante la primera entrega de una serie, pero el libro está perfectamente contenido en sí mismo, dejando una puerta abierta a continuaciones pero sin que sea imprescindible su lectura.

La acción se desarrolla en la actualidad. La creación de autopistas por las que circulan filas prácticamente infinitas de coches han dado lugar a unas corrientes capaces de atraer a los fantasmas. Se ha creado toda una comunidad alrededor de este contacto con el otro mundo e incluso una agencia gubernamental se ocupa de los posibles asuntos fantasmagóricos.

Con estos mimbres Powers podría haber decidido crear una road movie, pero la novela sigue otros derroteros. Con una pareja de protagonistas poco consistente y un enemigo apenas definido el libro se tiene que aferrar firmemente al entorno para ofrecer algo interesante. Esto lo consigue el autor por momentos con sus referencias a la mitología griega y también con esa parafernalia de fantasmas que tan bien conocemos (los palíndromos, las matemáticas para aferrarse a la realidad, recitar rimas infantiles…) por otras obras, dándole la consistencia que le faltaba a la novela por otras partes.

Pero aún así, el resultado es decepcionante. El ritmo está bien llevado, pero es que el interés por la historia va decayendo conforme va avanzando la lectura. Los constantes deus ex machina nos hacen pensar que al final todo tiene que salir bien, por obra y gracia de Powers. Una de las escenas finales, la de la huida de la fábrica, es bastante psicodélica e inverosímil incluso en los términos en los que se suele mover el autor.

Es por todo esto que considero Alternate Routes una obra menos de Powers. Preferiría mucho que vuestra aproximación al autor fuera con otras de sus obras.

The Monster Baru Cormorant

A pesar de que la experiencia de lectura de The Traitor Baru Cormorant no fue satisfactoria, el tiempo había hecho que se desdibujaran los peores recuerdos de la lectura y pensé darle otra oportunidad a Seth Dickinson. Creo que a veces mi cerebro me juega estas malas pasadas para que disfrute más de otros libros en comparación.

Es cierto que algunos de los problemas de la primera novela se solventan en esta aunque sigue girando alrededor de las intrigas geopolíticas de los distintos archipiélagos que conforman el mundo. La protagonista está mejor definida y ha perdido la poca inocencia que pudiera tener en un principio, pero ahora en vez de evolucionar en un ser despiadado, como sería lo normal, se ve envuelta en un mar de dudas que llega a resultas exasperante. Baru debe haber perdido por el camino, además de la poca inocencia que le quedara, más de la mitad de las neuronas que la hacían tan especial, porque cae en todas las trampas una detrás de otra. Es que hasta el pinche de cocina del bar de al lado de la embajada está más espabilado que ella.

Las intrigas políticas que están en plena ebullición a lo largo de la novela distan mucho de ser sutiles, por lo que ese es también un punto de desinterés. He llegado a estar leyendo la novela con el piloto automático puesto y eso es muy triste para un libro que pretende engancharte a base de complots. Pero es que la introducción de elementos fantásticos, especialmente el vehículo utilizado para lograr una supuesta “inmortalidad” es, a mi entender, tan ridículo como obsceno.

En el primer libro apenas se hablaba sobre la homosexualidad de Baru, un pecado oculto que apenas se atrevía a admitir en sus pensamientos, mientras que ahora lo va pregonando a los cuatro vientos. Mucho ha debido cambiar la política de la Masquerade cuando permite que su representante contradiga tan abiertamente uno de los puntos fundamentales de su doctrina. En consecuencia, las escenas de sexo pierden valor, son simples intercambios de fluidos con menor importancia que escribir una carta.

Y es una lástima porque la prosa es bella, pero el contenido no está a la altura. Definitivamente, no os acerquéis a Baru, ni como traidor ni como monstruo.

Rosewater

Rosewater es una novela compleja, que bebe de muchísimas fuentes pero que aún así consigue conjugar todas estas influencias en un todo coherente y atractivo. También debido a esta multiplicidad de características es difícil de resumir.

La novela está situada en Nigeria, algo que de por sí ya supone un cambio de emplazamiento de lo que ya estamos acostumbrados a algo más exótico (aunque hayamos leído a Nnedi Okorafor, no es un lugar demasiado explorado). La narración está situada en un futuro cercano, pero el mundo es radicalmente diferente en algunos aspectos tras los primeros contactos con alienígenas mientras que en otros la historia sigue su curso aparentemente inalterable. Es un libro que está inextricablemente ligado a su localización geográfica, con las consideraciones religiosas pertinentes en un entorno nigeriano pero también con una dualidad colonialismo-invasión extraterrestre que me ha resultado fascinante.

Tade Thompson nos presenta dos líneas temporales, una situada en el presente del protagonista y otra en el pasado que va dando saltos desgranando sucesos que se atisban en la trama principal pero que no se comprenden en su totalidad hasta que reciben el foco por completo. Este vaivén entre líneas me provoca algunas reservas respecto a la novela porque en ocasiones rompe el ritmo, aunque no se me ocurre de qué otra forma se podría haber articulado el acceso a esta información.

Uno de los pilares fundamentales sobre los que se vertebra la novela es la capacidad telepática del protagonista y de otros personajes, con una explicación “científica” y verosímil hasta cierto punto. Otros aspectos de la novela frisan lo fantástico, pero intentando respetar el aspecto tecnológico de la ciencia futura.

Para mí, la lectura ha resultado apasionante y sugerente. Por si todo esto fuera poco, Rosewater tiene una frase final de esas demoledoras al estilo de Los genocidas que culmina un trabajo excelente.

Rosewater se va a publicar en español como Rosalera de la mano de Runas con traducción de Raúl García Campos.

El ojo de Nefertiti

Tengo muchos propósitos de esos que nos hacemos en año nuevo y que luego seguramente no llegaremos a cumplir. De los propósitos lectores uno era leer más obras escritas originalmente en español, así que pronto me puse con la nueva obra de Jesús Cañadas, después de la excelente Las tres muertes de Fermín Salvochea.

El ojo de Nefertiti está orientada al público juvenil, pero eso no es impedimento para poder disfrutarla a cualquier edad. Jesús consigue crear unos personajes entrañables, tanto los principales como los secundarios, con los que se puede empatizar perfectamente. Además, los poderes que tienen algunas personas en el mundo son bastante sencillos de comprender pero pueden dar bastante juego, en una suerte de aplicación del Manual avanzado de escritura mágica de Sanderson.

El ritmo está perfectamente calculado y aunque a veces Jesús utiliza unas elipsis mareantes, entiendo la necesidad de abreviar algunos momentos para seguir manteniendo el interés del lector. Es posible que algunas escenas nos traigan a la memoria imágenes del imaginario colectivo que muchos compartimos gracias a películas como las de Indiana Jones o La Momia, pero él sabe traerlas a su propio terreno.

El humor también está presente en el libro, con algunos gags recurrentes que aún y así me han hecho reír. Me ha parecido ver algo de influencia de Tim Powers en el libro, pero quizá solo sean imaginaciones mías.

Algo que se me antoja innecesario es el comienzo de una trama amorosa que puede llevarnos a pensar en los tópicos, pero está compensada por una protagonista femenina fuerte de verdad, de una pieza. Y estamos hablando de una historia situada a comienzos del siglo pasado, lo cual la hace más especial si cabe.

No quería terminar esta reseña sin hablar sobre los huevos de pascua que el autor ha ido dejando por el camino para el disfrute del lector. Ni el nombre del barco ni la lectura del padre de la protagonista son casuales y agradezo especialmente a Jesús que haya puesto estos detalles, que sé que no son para mí, pero que me han llegado como si lo fueran.

Bionautas

Creo que es de sobra conocida mi amistad con la autora Cristina Jurado, así que es bastante difícil que mi opinión sobre su libro sea totalmente objetiva. No obstante, intentaré exponer los puntos positivos y los negativos que me he encontrado en la lectura de Bionautas.

Bionautas es una novela de primer contacto entre una raza alienígena y los humanos, pero contado desde el punto de vista del “visitante”. Esta jugada es complicada, porque la premisa de la que pueden partir estas novelas es la imposibilidad de comprender al extraño (véase Solaris o Visión ciega). Cristina juega a que la comunicación es posible, pero es intrínsecamente difícil por las características de ambas especies. Esto lo consigue con un tono desasosegado y alienante en la narración, demostrando la falta de empatía del narrador. Y se hace mucho hincapié en que es el más “sentimental” de los bionautas, casi como una anomalía biológica que le permite relacionarse con los humanos de una manera más estrecha que los demás.

La forma elegida para contar la historia también es muy importante y creo que acertada. Se trata de una narración escrita como un diario hablado, algo que puede llegar a ser intencionadamente confuso por los saltos temporales que pueden ocurrir en cualquier narración no planificada. De nuevo, la autora juega con estos elementos a su disposición para gestionar la información de la que dispondremos, sin revelar demasiado al principio pero dando suficiente como para que el lector especule. De nuevo, un acierto.

Hay otras cosas, sin embargo, que no me han convencido. Creo que al libro le habría hecho falta una revisión más profunda, no solo por algunos fallos de imprenta que he visto, si no por algunas expresiones que no son lógicas. Por ejemplo, el narrador (que no olvidemos es un alien que viene de vivir en el espacio con su especie durante muchísimo tiempo) describe el atardecer como color “butano”. Desde aquí, mis felicitaciones a las campañas publicitarias de Repsol que son capaces de hacer conocidas sus antiguas bombonas de butano hasta en el espacio exterior. También existen algunas repeticiones, como la necesidad de estar arreglando sondas constantemente y cosas así, que entiendo que quizá se podrían haber evitado.

Estos detalles, no obstante, no me han impedido disfrutar de una lectura que me hace reconciliarme con la ciencia ficción española.

Nota: me dicen por el pinganillo que algunas de las erratas ya han sido corregidas en las versiones electrónicas, incluso se han eliminado los “butanautas”. Gracias por el aviso.

A Man of Shadows

Sigo intentando ponerme al día con las recomendaciones del último programa de los VerdHugos de lecturas del 2018 y en esta ocasión le tocaba a Jeff Noon y su A Man of Shadows. Os preguntaréis cuándo me voy a poner a leer lo del año 2019, pero la respuesta está clara… en 2020.

El concepto en el que se basa la novela es fascinante. Una ciudad en la que coexisten diversas líneas temporales a las que cada persona va saltando por el simple procedimiento de cambiar la hora en su reloj. Dicho así parece fácil, pero si con dos cambios de hora al año a muchos de nosotros ya nos vuelven locos, imaginaos lo que un tránsito constante puede llegar a causar. Y sin embargo, no hay apenas conflictos, al menos aparentemente. La ciudad que nos ocupa, además, está dividida en dos partes, como el día y la noche. En una parte siempre hay luz, con una cantidad de luminarias e instalaciones eléctricas que serían el sueño dorado de cualquier directivo de Endesa mientras que en la parte oscura ocurre todo lo contrario. Y existe una zona intermedia no muy bien definida que es el sustrato para todas las pesadillas de sus habitantes.

Partiendo de esta base indudablemente fascinante, Noon nos cuenta una historia noir de detectives muy en consonancia con el entorno, pero que de alguna forma falla en su intento narrativo. El hilo le permite hacernos visitar las distintas zonas de la ciudad desde las más luminosas a las que representan la oscuridad total y es innegable el interés que pueda suscitar cada una de ellas, pero la falta de carisma del personaje principal y de la historia da al traste con el resto de la novela.

El autor juega bastante bien con la ambigüedad y la dualidad inherente a la propia definición de la ciudad y por lo tanto el desenlace no debería sorprendernos tampoco. La presencia de un asesino al que nadie es capaz de ver actuar a pesar de que lleva a cabo sus acciones en público le añade algo de salsa a la mezcla, pero por desgracia el libro no acaba de cuajar a pesar de los buenos ingredientes de los que partía.