Moonstorm

Me ha decepcionada bastante la última novela de Yoon Ha Lee, no porque esté destinada a un público juvenil, porque por ejemplo Phoenix Extravagant me hizo más gracia, si no porque me parece simplona y previsible. Incluso el comienzo suena a algo que ya hemos leído del autor, ya que la premisa de que las oraciones y creencias de las personas alteran la gravedad en determinados lugares nos remite y mucho al sostén principal de la trilogía The Machineries of Empire, versión reducida y simplificada.

La novela sigue las peripecias de Hwa Young, criada hasta los diez años por los rebeldes, pero que acaba entre los imperiales tras un ataque devastador a la luna donde habitaba en el que pierde a todos sus conocidos. O eso creía ella.

A pesar de su orfandad y quizá como reacción a la pérdida de todos los que conformaban su familia, decide dedicarse en cuerpo y alma al imperio para alcanzar su sueño de pilotar un mecha (en vez de Soñando, soñando triunfé patinando… Peleando, peleando triunfé pilotando). Pero es que todo el libro es tremendamente previsible, desde la marca que le dejará su mecha para que se distinga bien de los demás personajes, no vayamos a confundirnos a su atracción / odio por su mayor competidora.

Me cansa mucho que se reduzca siempre el papel del hackeo y la infiltración en sistemas informáticos a un “don natural” que hace que con cuatro pulsaciones y dos clicks superes cualquier barrera. Es un recurso muy manido y muy poco convincente que por desgracia parece ser que ha venido para quedarse.

Las escenas de acción, son pasables como mucho, y las habilidades de pilotaje necesarias para controlar los mechas más avanzados del universo, prácticamente seres sintientes, son risibles. ¿Para qué necesita un piloto si lo hace todo solo?

Lo que si está bien representado es el alienamiento que sufre un representante de una cultura minoritaria cuando se ve absorbida por otra cultura, por más que intente adaptarse siempre habrá una dualidad en su interior que le hará sentirse extraño en cualquier parte. Eso creo que Yoon lo ha reflejado estupendamente, pero el resto del libro no merece para nada la pena. Una lástima.

Prison of Sleep

Me alegra mucho anunciar hoy que volvemos a tener como colaborador a Antonio Díaz, con una reseña sobre una obra de un autor del que es gran conocedor, Tim Pratt. Sin más dilación os dejo con sus palabras.

Ya ha llovido desde que leí Doors of Sleep, la primera parte de la duología Journals of Zaxony Delatree de Tim Pratt. Pero desgraciadamente también tengo que admitir que ha pasado bastante tiempo desde que leí su conclusión, Prison of Sleep, de la que vengo a hablaros hoy.

Doors of Sleep acaba en un tremendo cliffhanger donde el protagonista tiene un encuentro totalmente inesperado, en un lugar que en teoría no podría haber nadie,buscando epatar al lector con mayor o menor éxito. Revisando mi reseña anterior ya he visto que no me terminó de convencer ese final tan apresurado, cosa que resume mi opinión sobre esta segunda parte.

En Prison of Sleep, este encuentro tan inesperado da respuesta a algunas de las grandes preguntas de la saga, como el origen de los saltos dimensionales y las razones de la existencia de Zax y de otros como él. Esas otras personas con las mismas capacidades que Zax están organizados y de sus intenciones baste decir que no son buenas y que deben ser detenidos.

El estilo de esta segunda parte cambia de “novela de aventuras de corte buenrollero a “novela de espionaje y planificación militar”. Es un cambio que no le sienta bien. Lo refrescante y ligero de Doors of Sleep se pierde entre diálogos farragosos con los diferentes personajes planeando y preparándose para el inminente conflicto. Las descripciones de los nuevos universos se difuminan con escenas de espionaje más bien descafeinado y la progresiva y banal explicación del núcleo de los misterios de las novelas. No deja de ser una pena porque la imaginación desbordada de Pratt para imaginar diferentes universos (ríete tú de las puertas de Wayward Children) queda en un segundo plano.

Para más inri, uno de los principales atractivos de la novela original, que era el propio Zax (amable, bienintencionado) desaparece durante buena parte de esta segunda entrega, siendo sustituido por los secundarios, que no resultan tan atractivos como narradores como lo eran como acompañantes.

Ya no hay nuevos secundarios ingeniosamente diseñados y los que hay resultan demasiado poderosos. Me he dado cuenta de que este es uno de los grandes defectos de Pratt como escritor. Recientemente tiene la tendencia de incluir personajes cuyas capacidades son demasiado avanzadas o elevadas como para que un conflicto normal suponga un desafío. Los enfrentamientos se resuelven prácticamente en un par de páginas donde derrotan o son derrotados en pocas líneas. Me falta la tensión de un conflicto más ajustado donde la planificación, la suerte o la determinación sea lo que determine un resultado u otro.

Como parte positiva si que cabe señalar que el estilo de Pratt es ligero, las páginas se pasan solas y sigue siendo lo suficientemente entretenido como para no dejarlo apartado aunque no te esté fascinando lo que estás leyendo. Me leí la novela en tan solo dos o tres días y casi “sin querer”.

Ayuda, por supuesto, que la novela sea muy breve, menos de 300 páginas, y deja un poso igual de breve. Se convierte en una lectura de verano, sin complicaciones y sin aspiraciones particulares.

Supongo que una de las razones por las que no me he enfrentado antes a esta reseña es porque no tenía nada demasiado positivo que añadir. Creo que la obra en general habría quedado mejor parada si se hubiera dejado más misterios sin revelar y hubiera quedado la vida de Zax inconclusa, vagando de universo en universo como si el protagonista de Quantum Leap se tratase. Quizá dejarlo en la primera parte, cambiando algo el final para dejarlo como novela autoconclusiva habría sido un desenlace mucho mejor.

Disquiet Gods

Mucho me temo que la serie The Sun Eater está mostrando signos de agotamiento o quizá sea simplemente que yo tras leer seis novelas de considerable extensión necesito que llegue ya el final. El caso es que el sentido de la maravilla y la grandiosidad de la obra sigue estando presente, pero no es menos cierto que el mesianismo del protagonista empieza a cansar. El autor ha intentado compensarlo introduciendo nuevos personajes, pero o no están los suficientemente desarrollados o estar a la sombra del personaje principal indiscutible de la serie les resta profundidad. Espero que esto lo resuelva en la siguiente y creo que última entrega.

Habíamos dejado a Hadrian Marlowe exiliado en Jadd y en el transcurso de estos doscientos años ha habido cambios sustanciales en su vida, especialmente la aparición de un nuevo personaje que cambiará por completo su brújula moral. Pero no hay descanso para los malditos y Hadrian volverá a verse envuelto en las intrigas universales de la guerra de los humanos con los Cielcin, alienígenas que al menos en este volumen desempeñan una función secundaria. Y es que hay poderes muy superiores en el juego de sombras que Christopher Ruocchio nos muestra de manera excelente, aunque no faltará una nueva muestra de la falta de “humanidad” de los Cielcin cuando clasifican a los humanos capturados como carne, esclavos o juego de una forma tan desapasionada como temible.

Mi principal queja sobre este libro no es que me parezca que está algo inflado, que puede ser una sensación muy personal al leer, si no que utiliza quizá demasiado el giro de guion epatante que desmonta todo lo que sabíamos hasta ahora. Puede resultar raro que me queje de que me sorprenda, pero lo que no me ha gustado es que busque la sorpresa por la sorpresa, no para seguir construyendo un universo que por otra parte continúa siendo tan vasto como intrigante. Esta serie es ciencia ficción épica con mayúsculas y no me arrepiento para nada de estar leyéndola, pero no resulta cómodo que te cambien las normas del juego a mitad de la partida.

Además, se nota mucha diferencia debido a la ausencia de un contrapeso de valor contra Hadrian, que se está volviendo bastante más insoportable de lo que era. La reaparición de un personaje que creíamos muerto salva un poco la terrible pérdida del libro anterior, pero no es suficiente. Me parece apasionante el enfrentamiento intelectual y físico contra Kharn Sagara pero no es menos cierto que todo esto palidece frente al Deus ex Machina que salva a Hadrian en este libro (por segunda vez en la serie) y que parece una forma muy tramposa de que Ruocchio nos de un poco de moralina con tintes cristianos. Tengo sentimientos encontrados con la novela que me resultan difíciles de explicar en una reseña que no quiere caer en el spoiler. Pero no negaré que leeré el siguiente libro de la saga en cuanto pueda.

Escape Velocity

La primera novela que leí de Victor Manibo, The Sleepless, me pareció una especulación muy sólida sobre una sociedad en la que cambiaba un parámetro determinado, en este caso la necesidad de dormir, para ver qué consecuencias traería consigo. Así que cuando se puso a tiro Escape Velocity tampoco lo pensé mucho y lo leí enseguida, aunque por desgracia no me he encontrado lo mismo en esta novela, que también tiene puntos fuertes pero muchos más débiles.

La acción tiene lugar en una hotel espacial de súper lujo, donde se celebrará una reunión por el aniversario de la graduación de uno de los institutos más selectos y elitistas del mundo. Los que pasaron por las aulas de Rochford son ahora los dueños de inmensas fortunas y gestionan las empresas más importantes del mundo. Todos ellos se reúnen, entre orgía y orgía (no es muy sutil el autor en esto), para conseguir su máxima aspiración en este momento, un billete para colonizar Marte. Pero un asesinato del pasado que no quedó suficientemente esclarecido y las maniobras políticas entre los candidatos no dejarán disfrutar de los lujos del cosmos a los asistentes.

Manibo ha escrito un libro que utiliza el misterio en habitación cerrada (o en estación espacial cerrada que para el caso es lo mismo) mezclado con la reivindicación social, pero no consigue equilibrar el interés entre ambas tramas. El misterio del pasado, cuyas consecuencias penden aún hoy sobre los protagonistas es bastante banal y con un conclusión para nada sorprendente. Y los tejemanejes del presente son previsibles y manidos.

No sé si ahora es temporada alta de meterse con los ultramillonarios o es que da la casualidad de que de eso van varios de los libros que he leído últimamente, pero es muy fácil hacer personajes abominables por sus acciones cuando son de una extracción tan diferente al “humano medio” que consideran al 99% de la población infrahumanos. No se salva ni uno. Me gusta que reciban su merecido, pero como me importaba tan poco sus problemas y rencillas, no se puede decir que la lectura me haya entusiasmado.

Curioso, cuando menos, que la escala para medir la idoneidad para colonizar Marte se llame MERIT, como el sistemas de familias de The Blighted Stars. Que ya sabemos que la meritocracia es un cuento chino cuando en una carrera de fondo hay quien empieza con kilómetros de ventaja, pero tampoco pasa nada si se es un poquito más sutil en la crítica.

Escape Velocity es una novela entretenida y reivindicativa, pero poco más.

The Tyranny of Faith

Cuando leí la primera entrega de la saga Empire of the Wolf, publicada en español por Gamon con el título La Justicia de los Reyes con traducción de Jesús Cañadas, me encontré con una novela que tenía potencial, pero que a mi entender no llegaba a explotarlo del todo. Menos mal que con The Tyranny of Faith Richard Swan le coge mejor el pulso a la historia y se disfrutan mucho más sus casi 500 páginas. Además, se ha tomado la molestia de colgar en su web un detallado resumen del primer libro por si no nos acordábamos de todo. De nuevo, gracias a esos autores que piensan en los lectores de mente débil, como yo.

La narradora de la historia sigue siendo Helena, pero donde antes escuchábamos a una joven inexperta ahora oímos a una mujer madura y segura de sí misma. El cambio es espectacular y la historia gana mucho con esta variación, algo lógico también dentro del proceso de maduración de cualquier ser humano. La novela tiene una parte eminentemente política, sobre todo en el primer tercio, ya que asistiremos a una purga en toda regla que no tendría nada que envidiar al estalinismo en su máximo apogeo, pero también tiene un componente mágico especialmente cautivador.

Seremos testigos también del desarrollo de la amistad entre los miembros del equipo de Sir Konrad Vonvalt, la figura en torno a la que gira toda la serie, esta vez en gravísimo peligro por las conspiraciones de sus enemigos. Es muy atractiva la forma en que se van desarrollando estas conspiraciones y los actores implicados en ellas, porque es casi hipnótica la manera en que una meticulosa planificación a lo largo de meses o años se va desplegando ante nuestros ojos. En este sentido Swan dosifica muy bien la información, sin artificios ni juegos de manos.

También es cierto que al principio el ritmo del libro flojea un tanto, no sé si por que el autor se está entreteniendo en desplegar todas las piezas de su juego o porque está mucho más pulido un final tan trepidante como tiene este libro. Pero, salvado este obstáculo, la lectura es mucho más fluida.

El libro guarda muchas más sorpresas. ¿Te gustan las batallas campales? Las tendrás. ¿Sientes interés por lo arcano? Visitarás otros planos de realidad. ¿Lo tuyo es la investigación detectivesca más usual? También hay una ración, con sus interrogatorios y sus deducciones incluidas. Estamos ante una obra muy completa y además, el tercer libro que cierra la trilogía ya está disponible, así que no creo que tarde mucho en sumergirme en sus páginas.

The Crimson Court

Llegué a The Crimson Court por casualidad, atrapada por una cubierta cautivadora y una sinopsis atractiva. The Crimson Court es una novela de fantasía como múltiples puntos de vista, con magias poderosas, criaturas extrañas y conspiraciones sin par. Si te dejas llevar por sus personajes, la disfrutarás mucho.

Lo primero que llama la atención del libro es la cuidadísima edición digital, con ilustraciones interiores, mapas, leyendas, blasones… un libro que da un poco de pena leer en el kindle porque se pierde gran parte de la gracia del objeto en sí.

En cuanto a la historia, aunque la definen como flintlock-fantasy no sé si yo la encuadraría en esta categoría, pero más por mi forma de dividir los géneros que por el libro en sí, aunque sí definimos este tipo de fantasía más por la semejanza con el periodo histórico siglo XVI que con la tecnología que es desarrollada en la historia me cuadraría más. Si hubiera una palabra para definir un libro fantástico donde la trama política es la que tiene mayor relevancia, como fantapolítica, sin duda The Crimson Court entraría de lleno en el casillero.

Brendan Noble aprovecha toda la novela, que para nada es corta, para la crítica social hacia las sociedades más anquilosadas en estructuras de poder deficitarias. La oligarquía que nos presenta es tan frágil como cruel, pero está sustentada en el acceso a la magia de las clases superiores, algo que limita y mucho las posibilidades de actuación de los estamentos inferiores.

El sistema mágico es complejo, con diversos reinos de los que se extrae el poder aún a riesgo de quedar marcado para siempre o de caer en la locura. La reencarnación de las almas de los poderosos en sus descendientes también es otra manera de que el poder se perpetúe en las mismas manos de manera inexorable, pero me interesa especialmente la presencia de las almas de los difuntos que no abandonan este plano de existencia y que a veces se “despiertan” para atacar a todo lo que haya con vida a su alrededor. La creación de una orden específica destinada a repeler estos ataques es inevitable, como también lo es que se le corten los suministros cuando la amenaza parece estar bajo control. Nada nuevo bajo el sol.

A pesar de que el autor reconoce la influencia de sus raíces polacas en la obra, no me ha parecido que le de especial importancia al folklore o a los mitos eslavos, aunque quedan varios libros para seguir indagando en los orígenes tanto de los poderes mágicos como de la presencia de los espíritus en el mundo.

Lo que me parece que flojea del libro son las interacciones entre los personajes, que a veces parecen demasiado azarosas para resultar creíbles. Quizá resulta un tanto difícil empatizar con los personajes a los que solo mueve la sed de venganza y en algún momento de explicación el ritmo decae, algo que en un libro con casi 700 páginas puede parecer inevitable. No obstante, creo que merece la pena acercarse sin prejuicios a esta obra.

Alien Clay

Aunque hay varios libros de ciencia ficción que giran en torno al tropo de la gestalt, desde en fundacional Más que humano a los más recientes como Unity de Elly Bangs, creo que Adrian Tchaikovsky labra su propio camino al utilizar la gestalt como motor de evolución de todo un planeta. Es un planteamiento biológicamente rompedor que el autor utiliza como vehículo para servirnos en bandeja un drama carcelario que puede recordar por momentos a su estupenda Cage of Souls pero que deja de lado el tinte ecologista que tenía esta obra para lanzar un mensaje mucho más reivindicativo y social.

Arton Daghdev es un académico y activista político que acaba con sus huesos en una penitenciaría extrasolar con billete solo de ida. Su delito, conspirar contra el Mandato, el hegemónico poder que rige con mano de hierro el destino de la Tierra y las colonias. Arton es el narrador de la historia, en una primera persona de la que no nos podemos fiar desde un principio y que a veces chirría un poco en el disfrute de la novela.

El planeta del exilio de Arton es Kiln, un caldo de cultivo exuberante de flora y fauna que haría las delicias de cualquier estudioso exobiólogo. Pero hete aquí que lo que se va descubriendo sobre el planeta no cuadra con la estricta doctrina del Mandato, dando lugar una pantomima de investigación que resulta exasperante para cualquier científico que se precie de serlo.

El planeta es tremendamente inhóspito, pero no lo son menos los militares destinados al control de los convictos y la aplicación estricta de un tardocapitalismo que ha convertido a la fuerza de trabajo en meros elementos intercambiables que se desecharán antes el más mínimo problema o inconveniente que pueda descuadrar los asientos contables.

Tchaikovsky no da puntada sin hilo, y aprovecha también la flexibilidad de la vida en el planeta para introducir algún que otro ejemplo de body horror a la mezcla, porque se ve que le parecía poco todo lo que incluía la novela.

Leer a Adrian Tchaikovsky suele ser una apuesta segura, pero creo que con Alien Clay ha vuelto a subir un peldaño en el escalón de la ciencia ficción, más que recomendable.

The Splinter King

Con lo que me gustó The Black Coast, estaba claro que no pasaría mucho tiempo antes de que continuara con la lectura de la trilogía de Mike Brooks. Brooks apuesta por ampliar el mundo y casting de personajes para evitar el temido síndrome del segundo libro, y a fe mía que la apuesta es ganadora.

El número de puntos de vista y de protagonistas cuyos caminos se entrecruzan crece exponencialmente (bueno, exagero un poco, pero crecer crece) en The Splinter King, pero el autor ha conseguido equilibrar todas las tramas y servirnos una historia absorbente e intrincada a la vez que divertida y emocionante. Lo que antes se desarrollaba prácticamente en un solo pueblo, ahora se expande por toda la geografía imaginada para estas crónicas. El hecho de las distancias sean tan grandes también le sirve a Brooks para ir jugando con la información de la que dispone cada personaje, mientras que nosotros lo sabemos todos desde nuestra posición omnisciente. El escritor ha salido jugar sus bazas presentándonos tanto batallas como relaciones románticas, en un tapiz donde mezcla hilos de distintas tonalidades para dar lugar a una obra mayor que la suma de sus partes.

Aunque el aumento de personajes vaya en detrimento del protagonismo de Daimon y Saana, también tendremos nuestra ración de los recién casados mientras siguen resolviendo los conflictos que surgen entre sus dos pueblos, unidos frente a la adversidad. La trama de la princesa Tila cobra más importancia y podremos verla enfrentarse a una amenaza terrible recurriendo a su inteligencia y a sus influencias, pero también repartiendo estopa a base de lanzamientos de cuchillos. Otros puntos de vista que me han gustado mucho son los de Zhanna, en un arco de rito de madurez muy bien construido y el de Darel, saliendo de la sombra alargada que tanto su padre como su hermano lanzaban sobre él y demostrándose a sí mismo que su título no es solo una herencia por ser vos quién sois. Y muchos otros como Jaya o Marin. Es que este libro es un no parar, una visión caleidoscópica de una historia muy completa.

Quizá resulte un tanto extraño que la amenaza exterior apenas aparezca en unos párrafos de todo un libro que por otra parte tiene una longitud considerable, casi 700 páginas, pero es que no hace falta. Bastante tienen ya los habitantes de este mundo con sobrevivir a sus rencillas internas y sus luchas de poder como para tener que preocuparse por una amenaza que apenas se vislumbra en el horizonte.

También es muy recomendable la lectura crítica de los choques culturales inevitables cuando se conviven miembros de distintas culturas, con lenguajes, usos y costumbres diferentes que habrán de armonizar.

Muy pero que muy recomendable.

Lake of Souls

El año pasado tuve la suerte de entrevistar a Ann Leckie en el Festival 42 y entre otras cosas, me recordó a esa señora mayor que te da un tupper de croquetas porque te ve desmejorado. Pues bien, siguiendo con este ejemplo os diría que, por desgracia, las croquetas-relatos de esta recopilación están un poco revenidas.

Las obras recopiladas en Lake of Souls se dividen entre bloques: las independientes, las del universo de Radch y las del universo de Raven Tower.

Las del universo de Radch son lo más salvable que tiene la recopilación, pero claro, esto puede ser debido a que conozco el contexto y no a la propia calidad de los relatos. Por desgracias las del universo de Raven Tower, que no he leído, se basan todas en la misma idea de que los dioses no pueden mentir porque todo lo que dicen se tiene que cumplir y quizá no tengan poder para hacer realidad lo que dicen. Además el poder de los dioses se basa en cuántos seguidores tienen, una percepción muy mercantilista pero nada original, ya que sin irnos muy lejos ahí tenemos la Craft Sequence de Max Gladstone o la saga The Tyrant Philosophers de Adrian Tchaikovsky. Lo del uso del lenguaje pues puede tener gracia como recurso en una relato, pero no en todos los del universo, se acaba haciendo muy cansino.

Y ya el remate del melonar son los relatos independientes, que es que no hay por dónde cogerlos. Aunque el que da título a la colección y es el primero que leemos tiene cierto interés, recuerda demasiado a The Long Game, la contribución de la autora a la recopilación Far Reaches. A partir de ahí, cuesta abajo y sin frenos. “Footprints” es tan corto como innecesario, “Hesperia and Glory” recurre a unos trucos muy burdos para justificarse, “The Endangered Camp” tiene un pase porque lo protagonizan dinosaurios y todo es mejor con dinosaurios aunque sea un relato sobre exploración espacial justo cuando cae el meteorito que ya conocemos… para cuando llegamos a “The Sad History of the Tearless Onion” lo que apetece es llorar sin cebollas de por medio.

No puedo recomendar para nada el libro, que para mí ha sido una tremenda decepción.

At the Stroke of Midnight

Cada uno tenemos nuestras preferencias a la hora de leer y si a mi me pones delante una historia de viajes en el tiempo es bastante complicado que la deje pasar, en especial cuando se recurre al tropo del bucle temporal del que parece imposible salir, entonces ya me tienes totalmente ganada. Lo malo de esto es que tras haber leído la maravillosa The Seven Deaths of Evelyn Hardcastle, es muy difícil encontrar algún libro que siquiera se le acerque en cuanto a complejidad de trama e inmersión en la lectura. Es por esto que aunque At the Stroke of Midnight es una buena novela, palidece en la comparación.

El principal problema de At the Stroke of Midnight es un comienzo bastante lento que lastra el desarrollo de la historia. Tanto la situación geográfica, con un misterio de “mansión cerrada” por llamarlo de alguna manera como el momento temporal en que Jenni Keer sitúa su historia son muy acertados para un relato de este tipo, pero quizá se demora demasiado en los detalles preliminares antes de llegar al meollo del asunto. El año es 1923, como buen misterio con toques a lo Agatha Christie, y la protagonista es Pearl Glenham, una joven apocada que siempre ha estado al servicio de su frío y distante padre. Todo esto cambiará cuando los inviten a una retirada mansión sin una causa clara y sobre todo cuando empiece el bucle temporal al que se ve abocada por enigmáticas causas.

Pearl vivirá un rito de madurez tras otro de forma muy acelerada en cada una de las iteraciones del día que le toca revivir, algo que la autora nos muestra de una forma concisa e inteligente, partiendo de la confusión inicial al disfrute de la libertad sin compromisos ni consecuencias y finalizando en la reflexión y madurez. En este aspecto, Pearl Glenham es el sujeto perfecto de anodino presente que va desarrollándose gracias a esta oportunidad para florecer en su vida adulta.

El casting mental que realizó la autora para los personajes no llega a sorprender tanto, quizá por lo escaso de su número o por lo estereotipado de algunos de ellos. Cumplen perfectamente su función, pero quizá son un poco bidimensionales si los comparamos con Pearl. Aún así, cumplen perfectamente su papel como figurantes en el misterio.

Respecto al misterio en sí, las causas de la repetición del día y también cómo salir del atolladero no son excesivamente originales, pero si que son funcionales y plausibles (dentro de cierta suspensión de la incredulidad) y dan a la novela cierto toque de verosimilitud que ayuda mucho a disfrutar de la lectura, ya que son coherentes dentro de la lógica interna del propio libro.

En resumen At the Stroke of Midnight es una novela agradable para leer, que no viene a revolucionar el género pero que tampoco lo pretende.