The Hangman’s Daughter

La ciencia ficción militar, cuando solo habla de batallas, no suele ser plato de mi gusto, ya que acaba aburriendo. Pero cuando se mezcla con otras cosas, puede dar lugar a maridajes atractivos. En este caso Gavin Smith salpica todo el libro con un humor un tanto especial, pero apropiado al mensaje.

La idea subyacente a la serie The Bastard’s Legion, de la que The Hangman’s Daughter es la primera entrega, es muy conocida. Utilizar a los reclusos más peligrosos para llevar a cabo misiones prácticamente suicidas. Es como ver Los doce del patíbulo pero en versión corregida, aumentada and in space! (las cosas siempre son mejores en el espacio) . La forma de hacer que los miembros de esta legión obedezcan a las órdenes de la protagonistas es con una preciosa alhaja en forma de collar-bomba (tampoco en esto brilla por su originalidad).

El elemento diferenciador es la protagonista, Miska Storrow, una ex-marine con experiencia en operaciones encubiertas y con unas relaciones familiares cuando menos tormentosas. Miska roba un penal entero con sus reclusos (para qué andarse con chiquitas) y lo utiliza para vender sus servicios mercenarios al mejor postor.

Miska es un personaje sin medias tintas, o la odias o te encanta. El término ambigüedad moral se queda corto para definir su código de conducta. Por si faltara salsa para este libro, el entrenador virtual de los reclusos es el padre muerto de Miska, con el que mantiene algunos diálogos realmente hilarantes.

Si soy sincera, de las escenas de combate, que las hay y muchas tengo un recuerdo nebuloso, mucho bang, bang y fiu fiu, pero no me ha quedado mucho, aparte de una retahíla enorme de siglas y números para nombrar todas las armas habidas y por haber. Pero los diálogos si que están presentes y me han hecho soltar alguna que otra carcajada, a pesar de su manía de ponerse a hablar de asuntos personales en mitad del fuego cruzado. ¿No había un sitio mejor?

The Hangman’s Daughter es recomendable si quieres un rato de diversión sin complicaciones in space!

The Water Knife

La tiranía de las novedades es una enfermedad que sufrimos todos los que blogueamos sobre libros. El interés de un libro reciente hace palidecer otros libros que sin duda llaman nuestra atención, pero que pasaron de largo en algún momento del pasado y es difícil que vuelvan a nuestro punto de mira. De vez en cuando hago un esfuerzo consciente por volver a tenerlos en cuenta, especialmente cuando las reseñas en su momento fueron muy positivas. Así fue como The Water Knife volvió a estar entre mis manos. Una decisión acertada.

Paolo Bacigalupi nos cuenta una historia terrible, no solo por el sufrimiento de los protagonistas y el dramático escenario, si no por lo real que resulta. Unos Estados Unidos balcanizados, donde cada estado lucha por los derechos sobre el agua, la fuente de la vida. Resulta posible llegar a imaginar un panorama tan desolador precisamente porque ya hemos sido testigos de algo similar, aunque en menor medida. Por esta parte, en ambientación y verosimilitud, The Water Knife es sobresaliente.

El formato de la novela, en la que se entretejen diversos puntos de vista, también es un acierto. No es lo mismo vivir en una zona privilegiada donde muchas cosas se dan por supuesta que tener que romperse el espinazo por conseguir el siguiente trago de agua. Los tres personajes en torno a los cuales gira la novela están muy bien dibujados, no son estereotipos andantes si no que tienen sus motivaciones internas que les llevan a actuar de una forma determinada.

Lo que quizá me ha gustado menos de la novela es la finalización, ya que el autor transforma el último tercio de la narración en una huida hacia delante muy en clave de thriller, salpicada de escenas violentas que quizá no eran tan necesarias. El misterioso “bien” sobre el que gira la trama, que está envuelto en un halo de misterio, resulta bastante obvio a partir de cierto momento. Pero a pesar de este defecto, se sigue leyendo con interés para saber qué le deparará el futuro a Angel, Lucy y Maria.

Esta novela ha sido publicada en español por Fantascy traducida por Manuel de los Reyes.

With Blood Upon the Sand

Hace unos meses Bradley Beaulieu publicó un relato de Çeda en su juventud para apaciguar la necesidad que los seguidores de su nueva saga de Sharakhai teníamos de nuevas historias, después de disfrutar de Twelve Kings. Pero me temo que lo que consiguió es hacernos esperar aún con más ansia With Blood Upon the Sand.

Es importante precisar que With Blood Upon the Sand no es una lectura fácil. El ritmo de la narración es muy lento en arrancar y la prosa sosegada y muy trabajada del autor tampoco hace fácil entrar en la historia.

Una vez soslayado este problema, algo que advierto desde un principio que no es fácil, nos encontraremos inmersos en una historia alambicada y compleja. Existen muchos puntos de vista y tendremos que recordar la situación en la que quedó la primera entrega para situarnos, porque aunque existen algunos capítulos dedicados al pasado estos no sirven para recordar hechos conocidos, si no que sirven para descubrir nuevos aspectos de la vida de Çeda de los que no teníamos noticia o que no habían quedado clarificados con anterioridad.

La presentación de nuevos personajes y la evolución de los que ya conocíamos se hace de forma paulativa, una labor muy bien realizada por el autor, que consigue desplegar ante nosotros muchos personajes que son perfectamente distinguibles entre ellos, cada uno con una voz propia y diferenciada.

La magia, omnipresente en la novela, sigue siendo un misterio. Especialmente importante es la irrupción de la magia de sangre, que se vislumbraba en Twelve Kings, pero que aquí llega para cambiar las normas del juego. Este desarrollo de la magia y de otros elementos del worldbuilding consigue hacer creíble la historia. Estas novedades compensan la cierta pérdida de frescura típica de una segunda novela.

Las maquinaciones y las intrigas políticas siguen siendo la fuerza motor de la historia, y las diversas situaciones van creando extraños compañeros de cama (y nunca mejor dicho).

Por si todavía tenéis dudas sobre si leer a este autor, mañana tendréis una buena oportunidad con el concurso que tenemos preparado Bradley y yo.

A Window into Time

Recientemente hablaba de Peter F. Hamilton casi como el autor por antonomasia de las macronovelas. Pero claro, para dejarme por mentirosa se tenía que descolgar con una novella bastante resultona como es A Window into Time.

El protagonista de la historia es Julian, un joven con memoria fotográfica que, tras el fallecimiento de su madre en un accidente doméstico, comienza a tener visiones de una vida ajena a la suya. Su extraordinaria capacidad le permite revivir estas escenas con toda minuciosidad para extraer la información necesaria para localizar a la persona que realmente tiene estas visiones.

La idea no es muy compleja ni original, pero el tono que da el autor a la novella es perfecto. Complementa perfectamente la ingenuidad del personaje con los conocimientos enciclopédicos que su memoria le puede dar. Sitúa temporalmente a Julian con referencias muy cercanas y reconocibles por todos nosotros que lo humanizan, ya que no resulta sencillo empatizar con su aire de grandeza, con esa obsesión por creerse mejor que los demás.

Como guiño a sus lectores españoles, Julian se pasea en cierto momento por Puerto Banús, con sus abuelos, que viven en España.

También es muy interesante el tratamiento que hace de las paradojas temporales, en caso de que existieran. Si Julian ve una escena del futuro y es capaz de localizarla, ¿su posible presencia e intervención en ese lugar crearía una paradoja? Hamilton no entra en complejidades como universos alternativos, pero tampoco las necesita para crear un relato simple pero que se puede disfrutar en poco tiempo. Un cambio bienvenido después de la decepción de A Night without Stars.

El testamento de William S.

La serie Blake y Mortimer es una de mis favoritas, así que espero cada nueva entrega con interés. El testamento de William S. acaba de publicarse en español y me faltó tiempo para hacerme con él y leerlo, de una sola sentada.

En esta nueva entrega, la serie se aleja de sus tramas habituales que mezclan algo de ciencia ficción con relatos de espionaje. Esto me supuso una pequeña decepción, pero una vez aceptado el hecho me dispuse a disfrutar de una historia compacta y bien llevada, aunque algo plana en el desarrollo.

El guión me recuerda en cierto modo a las obras de Tim Powers con esa estudiada forma de aprovechar los huecos en la historia conocida para introducir datos inventados pero posibles. Salvando las distancias porque no llega a introducir elementos sobrenaturales como es costumbre en el escritor de Buffalo, Yves Senté imagina toda una nueva vida para el dramaturgo inglés William Shakespeare, que nuestros protagonistas deberán desentrañar.

Contrariamente a otras historias, en este caso la narración es “excesivamente” guiada por el autor, dejando poco margen de maniobra a los personajes. Me explico. Los distintos enigmas que tienen que resolver no suponen apenas desafío para ellos, se resuelven con una facilidad pasmosa. Hay muchos flashbacks que ralentizan el ritmo de lectura, aunque aporten información nueva. La resolución final es tan perfecta y ordenada que resulta poco creíble. Pero aún así, he disfrutado con la lectura. Quizá está contradicción sea debida a mi admiración por los personajes en sí.

En el aspecto gráfico, Juillard cumple sobradamente con su interpretación del legado de Jacobs. Aunque en algunas posturas de algunos personajes se nota cierta rigidez, por lo demás es un gusto ver su trabajo. Es una pena que esté un poco desaprovechado porque apenas hay exteriores a pesar de las visitas a Italia, que podrían haber dado mucho juego conceptualmente hablando.

El coloreado de Madeleine de Mille es de lo más destacable, me encanta cómo ha iluminado cada escena.

Os invito a buscar algunos guiños de los autores en el cómic, como ese capitán Haddock tan poco disimulado o el homenaje a P.G. Wodehouse. ¿Qué os ha parecido esta entrega?

The Autumn Republic

The Autumn Republic es la estupenda conclusión a una trilogía fantástica más que recomendable.

Brian McClellan va madurando como autor a lo largo de las novelas. Esto se nota en un ritmo envidiable a lo largo de toda la lectura pero sobre todo en uno de sus puntos fuertes: la caracterización de los personajes. Prácticamente todos los que aparecen durante la historia evolucionan de un modo u otro, de una forma fluida y creíble. Esto es un gran acierto, vemos cómo las penurias, depravaciones y sufrimientos van forjando a Tamas, Taniel, Adamat…

Como personaje, me gusta especialmente Adamat, porque contribuye de forma fundamental a la consecución de los objetivos de toda la trilogía desde una perspectiva más humana. Vale que tiene memoria eidética, pero es un “poder” asumible, no es un despliegue pirotécnico como la magia de la que hacen gala prácticamente todos los demás. Además, es un poder sosegado, que sirve como excelente contrapunto a las escenas de acción que pueblan la obra.

Estas escenas de acción están narradas de una forma muy gráfica y comprensible, incluso los despliegues militares, con sus maniobras de pinza y sus añagazas para atraer al enemigo. No obstante, prefiero las intrigas políticas que se han ido desplegando a lo largo de las tres novelas y que aquí alcanzan su plenitud. Años de planificación, de maniobras veladas, de infiltración en las altas esferas del poder… es apasionante ver cómo toda esta preparación desemboca en un final más o menos esperado.

Entre los defectos de The Autumn Republic destacaría dos. Algunas de las casualidades que salvan a determinados personajes parecen demasiado peregrinas, como la debilidad estructural en el muro de cierta ciudad. Pero lo que menos me ha gustado es que se guarde personajes para las siguientes entregas. Entiendo que el autor quiera dejar el terreno abonado para seguir contando sus ideas sobre este mundo que ha creado, pero pienso que podría haber sido más sutil.

En marzo se publicará Sins of Empire, la esperada continuación de la obra de McClellan. Ya os contaré por que estoy muy interesada en ella.

Last Year

Uno de los recursos más utilizados de la ciencia ficción son los viajes en el tiempo. Es por esto que resulta difícil innovar en este campo, porque parece que ya está todo dicho. Y sin embargo, la premisa en la que se basa Last Year me pareció interesante desde un principio. El libro es la respuesta a una pregunta básica: ¿cómo rentabilizar económicamente los viajes al pasado?

Está claro que si los viajes fueran a nuestro propio pasado bastaría con llevarse una lista con los resultados de las quinielas o de cualquier otro sorteo de azar y dejarnos una buena herencia. Pero Wilson no cae en esta trampa de paradojas, sus viajes en el tiempo son a realidades alternativas, lo suficientemente parecidas a nuestro pasado como para ser reconocibles pero no tanto como para no verse afectadas por la misma llegada de los cronoviajeros.

La premisa, por tanto, es la explotación de los recursos naturales de este otro mundo, mediante una de las fuerzas impulsoras de la economía, el turismo. Aprovechando los avances tecnológicos del presente, un empresario no especialmente escrupuloso crea un resort para los ricos de la época en los que se dejan ver las maravillas del futuro, tales como naves voladoras o smartphones.

Esta idea, que podría haber dado mucho juego se queda en nada cuando la narración avanza por otros derroteros. Asistimos a la relación entre una empleada de este centro turístico venido del futuro y un contratado del pasado que han de formar equipo para investigar un entramado de contrabando de objetos futuristas. A partir de aquí la historia avanza a base de coincidencias, algo que me molesta mucho al leer. No sé si Wilson podría haber planteado de otra manera la resolución de los enigmas que se van encontrando la pareja de investigadores, pero el camino hasta el final de la novela está asfaltado con más y más casualidades que restan credibilidad a la novela.

Algunas de las divagaciones filosóficas sobre las consecuencias morales de los viajes en el tiempo podrían ser interesantes si se hubieran explorado más,  pero Wilson acaba enredándose en una historia de venganza que no dejará bien parados a ninguno de los afectados.

Last Year ha sido una lectura decepcionante, peor que The Affinities.

Invasive

Con esta nueva novela, Chuck Wendig se instala firmemente en el terreno del thriller, dejando de lado las trazas de ciencia ficción que podríamos encontrar en Zer0es. No es que esto sea malo de por sí, ya que las cualidades inherentes a una novela de acción aquí las tenemos a raudales y la parte científica también es creíble, hasta cierto punto.

Los principales escollos con los que me he encontrado durante la lectura han sido una cierta previsibilidad en cuanto al destino de los científicos y agentes implicados en la narración y también ingenuidad en algunas de las suposiciones de la historia.

Salvo estos dos incovenientes, Invasive es un pasapáginas constante. La inevitable comparación del multimillonario altruista que aparece en la novela con Elon Musk le añade todavía más picante a una trama ya de por sí jugosa. ¿Es la investigación genética necesaria o peligrosa? ¿La manipulación de especies dará lugar a la salvación de la Tierra o a su destrucción? Preguntas muy complejas que se dejan caer en Invasive, pero a las que no se da respuesta, quizá porque ese no sea su objetivo.

Y es que sin darnos cuenta, esos seres que pueblan nuestras vidas y que consideramos inofensivos pueden no serlo tanto.

A Chuck Wendig nunca le han dolido prendas mostrar imágenes muy crudas, casi rozando el gore en sus novelas, y esta no es una excepción. El número de bajas y la forma de perder la vida de muchas de las víctimas no dejará indiferente a cualquiera, especialmente a los lectores con estómago delicado. No obstante, no se recrea en esta parte sangrienta, algo que es de agradecer. Algo que me ha sorprendido es la descripción de los paisajes y los entornos naturales, algo que no recuerdo en ninguno de sus libros anteriores. ¿Parte de su evolución como escritor? Habrá que ver qué camino sigue.

Resumidamente, Invasive es una lectura convencional pero muy entretenida.

The Crimson Campaign

Con la muy buena impresión que me llevé con la lectura de Promise of Blood sabía que no pasaría mucho tiempo hasta que siguiera con la lectura de la trilogía Powder Mage.

El siguiente libro se titula The Crimson Campaign y aunque desgraciadamente no llega al nivel del anterior, no por ello deja de ser una lectura entretenida y meritoria.

La acción se sitúa justamente a continuación del desarrollo de Promise of Blood y los puntos de vistas son los de los mismos personajes, Tamas, Taniel y Adamat. El world-building sigue estando excelentemente construido pero algunas de las imágenes y situaciones caen en el tópico. El abandono de uno de los personajes en un fumadero de sustancias estupefacientes es algo repetido hasta la saciedad en otras novelas de ambientación histórica similar (salvando las distancias en cuanto a lo “histórico”). Tampoco es sorprendente la existencia de una “superescuela de espías”, que luego venden sus servicios al mejor postor.

A pesar de estas objeciones, los personajes siguen siendo el punto fuerte de Brian McClellan. Las terribles situaciones a las que se van enfrentando van haciendo mella en ellos. Tamas se ve sometido a privaciones físicas, Taniel bordea la extenuación en una lucha sin cuartel y Adamat sufre torturas en el plano psicológico, mucho más duras para su mente que para su cuerpo.

Dentro de mi desconocimiento, creo que las batallas están narradas de una forma bastante creíble, con movimientos envolventes y aprovechando el terreno en cada circunstancias, de forma que no todo se decide por la magia (aunque tenga un papel importante) si no por el genio militar de los implicados. El autor da la impresión de haber estudiado a fondo las guerras napoleónicas.

Los personajes femeninos a cuya escasez me refería en la reseña anterior siguen brillando por su ausencia, aunque en este caso aparezca uno nuevo que probablemente tenga mayor protagonismo en el desenlace de la trilogía.

Desconozco si el oportunismo de las fuerzas implicadas en la guerra responde a un plan premeditado, supongo que esto se desvelará en el tercer libro, pero lo que está claro es que la situación es bastante desesperada. Pronto sabré como acaba la trilogía.

Martians Abroad

Había pasado mucho tiempo desde que leí “Astrophilia” de Carrie Vaughn y Martians Abroad me pareció una buena oportunidad para volver a la creadora de Kitty Norville.

Martians Abroad es una historia con un marcado tinte juvenil. En consecuencia, durante la lectura no nos encontramos con sorprendente giros dramáticos ni con revelaciones apabullantes, si no con una historia bastante típica pero escrita con oficio y con cierto tono aleccionador.

La humanidad ha colonizado el sistema solar y es capaz de vivir en colonias en la Luna, en Marte y en algunas estaciones orbitales, pero el núcleo de poder sigue residiendo en la Tierra. En este contexto, la máxima mandataria de la colonia marciana manda a sus dos hijos mellizos a una exclusiva academia en la Tierra, donde ningún marciano ha ido antes.

El resto de la narración es la típica y tópica historia de adaptación al instituto americano, con sus intentos de bullying, su baile de promoción correspondiente, sus clases sobre materias más o menos asequibles y alguna que otra excursión campestre. Todo muy visto. La diferencia principal es que los “inadaptados” de turno están acostumbrados a una gravedad inferior y por lo tanto el simple hecho de correr les supone un gran esfuerzo que no se arregla con Ventolín.

Tanto el desarrollo como la finalización del relato son excesivamente predecibles. Puede estar indicado para un grupo de audiencia al que no pertenezco, porque para mí se queda muy corto.