Aunque Meru me pareció un libro tanto con luces como con sombras, no por ello dejé de tener interés en la obra de S.B. Divya. La segunda entrega de la saga The Alloy Era sigue explorando el transhumanismo y lo que significa ser humano, esta vez a través de la aventura de Akshaya, la hija híbrida de los protagonistas de la primera entrega de la saga.
Loka tiene un cierto toque juvenil, de novela de rito de paso. Entiendo lo que la autora ha querido hacer con la protagonista, mostrándonos las dudas inherentes a cualquier persona que está empezando a tomar decisiones transcendentales en su vida, teniendo que hacer malabarismos entre las expectativas de los demás y las propias. Sin embargo, creo que en esta ocasión Divya vuelve a ofrecer una construcción de mundo espectacular unida a una trama bastante endeble. El mundo transhumanista de Loka es fascinante, pero el reto que sume Akshaya es un camino de Santiago con esteroides. Este desequilibrio es lo que hace que Loka no sea una obra redonda, pero tiene aspectos bastante interesantes que creo que hacen que merezca la pena la lectura.
El hecho de lo que los Alloys (transhumanos) sean la especie dominante en el sistema solar relega a los humanos a un papel de figurante, muchas veces “pastoreados” por los Alloys para que sus vidas sean lo más cómodas posibles. Pero esta época postescasez, que recuerda bastante a la Cultura de Banks, también genera seres humanos inconformistas con el status quo. Si en las novelas del autor escocés estos se apuntaban a Circunstancias Especiales, en el mundo de la autora india buscan otros retos y otros lugares en los que desarrollar sus inquietudes. Me gusta mucho este abanico de posibilidades que ofrece, para poder tener donde elegir.
De nuevo tendrá un lugar preminente la anemia falciforme que hace que Akshaya esté mucho mejor preparada para vivir en Meru que en la Tierra y que supone un desafío constante para su bienestar en el reto que afrontar. No obstante, lo que podría suponer un obstáculo insoslayable para otro personaje, se convierte en un acicate para que Akshaya siga avanzando. En este sentido, es admirable cómo se refleja el instinto de superación de la juventud.
Sin embargo, los capítulos dedicados al viaje en sí, no dejan de ser una concatenación de problemas y sus soluciones, con un uso excesivo del deus ex machina que no me convence. Este es el principal problema del libro, por lo que no se puede considerar una obra redonda. No obstante, aunque no sé si habrá más entregas de la serie, desde luego que estaré interesada en ellas, sobre todo por el mundo tan interesante que nos ha presentado la autora.