Existen dos formas de afrontar el futuro de las civilizaciones lo suficientemente avanzadas. Uno de ellos es la trascedencia, entendida como la desaparición de la civilización para pasar a un “plano superior” y otro, lo que se podría llamar sociedades post-scarcity, en las que las necesidades fundamentales y no tan fundamentales ya están cubiertas. Estas civilizaciones serían asimilables a las tipo III en la escala de Kardashov. Si establecemos una analogía para entenderlo mejor, estaríamos hablando de una sociedad como la de los antiguos griegos, en la que todo lo hacían los esclavos y la élite se podía dedicar a filosofar o a lo que le apeteciera; en la que TODAS las personas fueran miembros de la élite.
En una sociedad donde la pirámide de Maslow ha quedado reducida a su ápice superior, la fuente de conflicto como motor de expansión suele venir del exterior de la propia sociedad. Ya sea como contacto exploratorio (Star Trek) o intervención a propósito (Circunstancias Especiales, La Cultura) en otras civilizaciones.
Mientras que es Star Trek casi siempre tenemos un enemigo claro a lo largo del tiempo (los klingon o los borg) en los libros de Banks no es así, hay muchos matices y sutilezas que distinguen al adversario de la Cultura y va cambiando en cada libro.
He preferido utilizar el término adversario al de enemigo en este caso porque creo que es así como Banks ve a sus personajes, como generadores de conflicto más que como malvados a los que hay que derrotar. De hecho en “Pensad en Flebas” el protagonista es un enemigo de la Cultura, Bora Horza Gobuchul.
Los sistemas políticos de La Federación y La Cultura tienen puntos en común y diferencias notables. Mientras que la obra del escocés parece estar basada en un comunismo tutelado por las Mentes, Rodenberry no aclara mucho el sistema de la sociedad civil de La Federación, aunque podríamos definirlo como unas Naciones Unidas Planetarias. En cambio, sí que conocemos la jerarquía militar de La Federación, aunque a veces la cadena de mando no es tan estricta, sobre todo si Kirk anda por ahí. En La Cultura y especialmente en Circunstancias Especiales se confía mucho en el “verso libre”, dando una libertad de acción a elementos individuales impensables en una obra coral como Star Trek. El contraste entre el individuo y el grupo sí que está muy presente en ambos universos, siendo un tema recurrente en distintas entregas de ambas historias.
La base de La Cultura es la relación casi simbiótica entre los humanos y las Mentes, inteligencias artificiales casi omnipotentes que por razones que ya nunca conoceremos utilizan sus recursos para facilitar la vida de los humanos. En Star Trek, sin embargo, la presencia de las IAs es casi testimonial, recayendo el grueso de las decisiones y de las acciones en los hombres de los humanos u otros seres vivos pertenecientes a La Federación.
Otro punto divergente es el desarrollo tecnológico que aparece mucho, pero mucho más avanzado en La Cultura que en Star Trek. Banks crea orbitales, VGS e incluso mundos donde Rodenberry solo tiene naves. Del mismo modo, la manipulación genética en la obra del escocés es una herramienta más del día a día, con cambios de sexo, de corpulencia… solo con pensarlos, mientras que en La Federación parece un tema tabú.
En ninguno de los casos se explica cómo se llegó a esta situación post-scarcity, esquivando de esta forma el problema de base de la creación de este tipo de sociedades.