Diría que casi por definición, los lectores de géneros estamos acostumbrados a leer cosas que se salen de lo habitual, que no son necesariamente realistas. Sin embargo, muchas veces estos mundos fantásticos se amoldan a unos caminos que ya conocemos y aunque nos gustan, quizá no nos sorprenden tanto como deberían o como quisiéramos.
Pero para soslayar ese problema, nada como adentrarse en la fantasía weird, a la que se podría adscribir este Gogmagog. Una novela que te deja siempre desubicada, con una protagonista tan carismática como envuelta en enigmas, un viaje aparentemente corto que se convertirá en una odisea (nunca mejor dicho) y en general, una imaginación tan desbordante que nunca sabremos que nos encontraremos no ya en el siguiente capítulo o página, si no en el siguiente párrafo.
También merece una mención especial el narrador del audiolibro, Matthew Lloyd Davies, que despliega ante nuestros asombrados oídos una ingente cantidad de voces distintas para personalizar a cada miembro del elenco del libro. Realmente espectacular.
Jeff Noon y Steve Beard deciden que su fantasía tenga una pátina de modernidad haciendo que el viaje por el Nysis sea en un barco a motor, que existan autómatas que parecen humanos gracias a una tecnología muy avanzada, pero todo se diluye en las nieblas del río, encontrando en cada meandro una nueva maravilla o amenaza, con un tono que refuerza la atmósfera mágica sin llegar a explicarla demasiado, para dejar a la interpretación del lector qué es lo que está pasando realmente.
Los saltos en la continuidad de la narración son una decisión consciente por parte de los autores que buscan incrementar la extrañeza del lector respecto al mundo. Por ejemplo, prácticamente la principio de la novela la protagonista hace referencia a su gusto por comer moho de un determinado color para acto seguido olvidar esta referencia y saltar a otro espacio temporal. ¿Un desafío al lector? Probablemente.
Gogmagog es un libro muy comprimido en el espacio temporal en que se desarrolla, pero pasan tantas cosas que resulta difícil creer que todo ocurre en el transcurso de unas pocas horas, quizá ayudado por esa escenografía onírica de la que los autores hacen uso indiscriminado. Aguardo con impaciencia la segunda entrega de la novela para qué depara el futuro a los personajes.