No lo puedo evitar, la serie de los paladines de T. Kingfisher es uno de mis puntos débiles, lo podéis llamar como queráis “guilty pleasure” o zona de confort, pero es que disfruto tanto de cada lectura de esta serie que por mí, puede seguir el tiempo que estime oportuno la autora. Eso, sin quitarle la razón a quienes puedan decir que se basa en la repetición de un patrón, pero es que si ese patrón nos da novelas tan divertidas y tan entrañables como esta, viva la repetición.
En Paladin’s Faith retomaremos las andanzas de un personaje secundario de la primera entrega de la serie, Paladin’s Grace, la espía Marguerite. Marguerite se encuentra metida en un buen lío en el ejercicio de su profesión, ya que sus antiguos empleadores buscan eliminarla por un “quítame ahí esos beneficios fraudulentos”. Ella, astuta y taimada, cuando entra en posesión de una información que puede alterar sustancialmente la economía de su mundo, se juega el todo por el todo y contacta con el templo de la Rata Blanca para que le proporcionen unos guardaespaldas, que casualmente serán dos paladines del Santo del Acero, Shane y Ren.
La primera parte del libro, con la intriga cortesana quizá sea un poquito menos entretenida de lo que nos tiene acostumbrados la autora, pero sirve para sentar las bases de la aventura desesperada en la que se verán embarcados en los dos últimos tercios del libro, aproximadamente. ¡Qué dos últimos tercios!
Lo primero que me gustaría destacar es el humor. La saga Saint of Steel siempre ha estado marcada por situaciones graciosas y juegos de palabras, pero creo que en esta entrega Kingfisher se ha superado. Ha habido tramos en los que no podía seguir leyendo porque me estaba riendo a carcajadas, especialmente la parte en la que transitan por una ruta que denominan, “camino de cabras, pero de cabras con instintos suicidas”. Por supuesto, no pueden faltar los momentos de gran tensión sexual, también escritos con retranca, pero es que en general la dinámica en la que se ven inmersos los cuatro personajes principales, con sus pullas, sus dobles sentidos y la elevación de la temperatura corporal de sus partes erógenas llega a ser hilarante por momentos.
Para que el libro no quede solo en una serie de divertidísimas escenas pero quizá algo vacías, con la excusa de la investigación de Marguerite llegaremos a un lugar muy alejado de la civilización donde aguarda una amenaza mucho más preocupante de lo que se podía esperar en un libro que hasta el momento tenía un tono más bien relajado. Es por esto que insisto que aunque al principio parece un libro más flojo, luego recupera e incluso supera nuestras expectativas.
También me gustaría destacar la estupenda representación que hace la escritora de los diálogos interiores de las personas con baja autoestima, sencillamente magistral.
Absolutamente recomendable.