The Escher Man

Aunque muchos dieron por finiquitado el cyberpunk con la publicación de Snowcrash, sigue renaciendo de sus cenizas especialmente en medios audiovisuales, pero también a través de la palabra escrita. The Escher Man es un buen ejemplo de ello, reuniendo todo lo sórdido del desesperanzador futuro que nos espera con un montón de acción aderezado por la dura crítica social inherente al propio subgénero.

The Escher Man está situado en el mismo mundo que 36 Streets y Ghost of the Neon God aunque son de lectura independiente. El protagonista de esta es Endel “Endgame” Ebbinghaus, un australiano afincado en Macao que trabaja como jefe de seguridad para uno de los mayores clanes mafiosos de la ciudad. Dentro de su contrato y para “proteger” a su familia se incluyen numerosos borrados de memoria a manos de sus empleadores. Pero tanto jugar con algo que es lo que nos hace inherentemente humanos le sumergirá en una situación laberíntica (de ahí el título) de la que será casi imposible salir.

Aunque The Escher Man tiene un ritmo bastante acompasado, salpicado de esas peleas que hacen las delicias de los seguidores del cine de artes marciales, el principal problema que le veo es que hay ocasiones en que no sabes muy bien hacia dónde va la historia y se diluye el interés por continuar la lectura. Endel emprenderá un viaje sin saber muy bien cuál es su destino cuando descubre la manipulación de sus recuerdos, pero la propia naturaleza del experimento que ha sufrido impide que tenga claro qué aspira a conseguir. La aparición de algunos entes capaces también de introducir programas en su cerebro hace que en ocasiones no sea más que un pelele a la merced de quien tenga más interés en manejarlo en cada momento. Salvando este obstáculo, la novela tiene un tono muy reivindicativo contra las desigualdades sociales y la manipulación a la que nos vemos sometidos día a día, bien sea por la presión de las redes sociales que está muy bien reflejada en todo el libro, bien sea por otros manejos que todavía pertenecen al campo de la ciencia ficción pero que resultan pavorosamente verosímiles.

También me gusta cómo Endel va recogiendo los pocos trozos del collage que es su vida para intentar entender su pasado y encaminar su futuro, pero está claro que sin ayuda externa no tendría nada que hacer. No es que se llegue a utilizar el recurso del deus ex machina, pero casi.

En cuanto a la narración del audiolibro, la labor de Nick Atkinson es bastante buena, pero tengo un problema con una persona que es incapaz de tatarear Back in Black sin que sea automáticamente reconocible.

Quizá lo más aterrador del libro es descubrir que lo que le pasa a Endel es solo el campo de pruebas para un movimiento a escala global, la deshumanización de las personas por la virtualización de una utopía fallida y la resignación con la que se acaban aceptando todas las tropelías.

36 Streets

36 son las calles que forman el núcleo histórico de la ciudad de Hanoi, el escenario escogido por T.R. Napper para situar esta sórdida y dolorosa trama cyberpunk.

Nos encontramos con un Vietnam ocupado por China, que sigue en guerra de guerrillas tras años de confrontaciones. El autor aprovecha este lugar cargado de historia y de resistencia al invasor para desarrollar un relato de manipulación mental, de problemas de identidad y de lucha constante.

36 Streets es un libro muy deprimente. Se relatan desapasionadamente adicciones, desmembramientos, manipulaciones de los recuerdos… como si fueran una cosa habitual, pero es que en el mundo que Napper ha creado, lo son. La trama gira alrededor de la investigación de la desaparición de los dos programadores principales del juego Fat Victory, una simulación peligrosamente adictiva y manipulativa de la guerra de Vietnam con los EE.UU. Lin Vu es la encargada de la investigación e iremos conociendo sus orígenes y sus problemas para “pertenecer” a Vietnam, pues a pesar de haber nacido allí se crio en Australia.

Es posible que la ambientación os recuerde un poco a La chica mecánica de Paolo Bacigalupi y no andaréis demasiado desencaminados, aunque aquí se hace poco hincapié en el cambio climático pero bastante en las manipulaciones corporales. En el transcurso de la investigación de Lin, también asistiremos a una serie de flashbacks de su pasado, cobrando especial importancia los durísimos combates a los que se vio sometida por orden de su superior en las bandas vietnamitas, Bao Nguyen, que la ve como su sucesora. Es terrible asistir a su tortura tanto física como psicológica, ver cómo las heridas corporales tienen solución gracias a la más avanzada tecnología o a los implantes pero también seremos testigos de cómo las cicatrices mentales que permanecen pueden ser borradas para dar lugar a una personalidad totalmente distinta. Es una lectura desgarrada y desasosegante.

Si estás preparado para una lectura violenta en la que no habrá pasajes fáciles pero que te hará reflexionar sobre los nacionalismos, el colonialismo y la manipulación de las memorias, creo que 36 Streets no te defraudará.