No soy una lectora habitual de novelas de terror, no me gusta pasar miedo innecesariamente. Sin embargo, cuando vi que la siguiente obra de Sam J. Miller, un autor que cada vez me gusta más, se encuadraba dentro de este género, tuve que vencer mis reticencias para ponerme a leer.
Quizá sea debido a esta falta de costumbre por mi parte, pero me pareció que la novela iba adentrándose en el terreno de lo desconocido y lo espiritual de una manera tan gradual que al principio parecía totalmente realista. Es cierto que algunos detalles ya daban idea de que algo especial estaba pasando en Hudson, como las canciones de la radio que van cambiando según quién las vaya escuchando, pero como digo al principio solo asistimos a la vuelta al “hogar” de Ronan, un joven fotógrafo que huyó el pueblo hostigado por los homófobos.
Tras leer algunas de sus obras, comienzo a distinguir un patrón en la forma de escribir del autor. Una de las obsesiones de Sam J. Miller es la fotografía, como ya pudimos ver en Destroy All Monsters y aquí somos de nuevo testigos de la transformación de la realidad cuando se ve a través de una lente, aunque de una forma muchísimo más sutil y me atrevería a decir que elegante. También aquí vuelven a aparecer las ballenas que tuvieron cierta relevancia en la estupenda Blackfish City, aunque en este caso sea en un terreno mucho más espiritual.
La prosa fluye de una forma estupenda y la caracterización de personajes es simplemente maravillosa, con un elenco que en ningún momento quita protagonismo a Ronan, pero que lo complementa de una forma muy acertada.
Sin embargo, el libro no acaba de cohesionar. Entiendo la crítica que Miller hace contra la gentrificación, la homofobia y el racismo y como la violencia y el miedo va in crescendo provocado por los propios habitantes de la ciudad, pero me parece que el libro cojea quizá donde debería residir su principal fortaleza, en la propia historia “mágica” del lugar. El uso de las nuevas tecnologías para extraer los trapos sucios de los lugareños en una campaña contra el próximo alcalde, a través de Grinder y Tinder es impecablemente actual, pero que las fuerzas sobrenaturales implicadas en la trama no sepan como controlar su poder… es un poco traído por los pelos. La resolución final parecía bastante evidente una vez expuestas todas las piezas pero al menos deja la historia cerrada.
The Blade Between es una novela que no me arrepiento de haber leído, pero de la que esperaba más.