Hace relativamente poco tiempo que se ha anunciado la publicación en español por parte de Gamon de La hija de los huesos, pero el tiempo corre inexorable en el mundo en general y en el editorial en particular, así que en inglés ya está disponible la continuación, titulada The Bone Shard Emperor.
En este libro, de una longitud bastante mayor que el anterior, seguiremos viendo las andanzas de los personajes desde diversos puntos de vista, aunque las más importantes siguen siendo las de Lin, ya proclamada emperatriz y Jovis, que a la sazón se ha convertido en el capitán de su guardia. Hay otros dos puntos de vista en la novela, pero son más accesorios y aparecen cuando sus acciones están directamente relacionadas con lo que le ocurre a Lin.
Si bien no se puede decir que haya revelaciones tan rompedoras como las que nos encontramos en el último tercio del primer libro, no se puede negar que Andrea Stewart tiene muy bien pensado el mundo en el que se desarrolla la historia, porque lo que van descubriendo los personajes parecen las miguitas de pan que hacen de cebo para que el lector siga interesado en el desarrollo de la historia. El pasado de los Alanga, los poderosos magos que en su momento fueron expulsados del mundo, se va desvelando poco a poco antes nosotros, con todo lo que ello implica. Es una maniobra muy habitual que el lector vaya descubriendo los secretos del mundo al mismo tiempo que los protagonistas, pero la autora es capaz de modular estas revelaciones evitando en cierta medida el aluvión de información. Esto no es óbice para que el primer tercio del libro sea un poco más lento que el resto, pero también lo podemos achacar a que un libro tan largo tiene que ser forzosamente de mecha lenta para no agotar las sorpresas justo al principio de la lectura.
Aparecerá en particular un personaje nuevo que no sabemos si es trigo limpio o si conspira contra la emperatriz, como prácticamente la totalidad de los habitantes del archipiélago. Ya sabemos que las transiciones de poder no suelen ser muy fluidas en los libros de fantasía, pero es que a la pobre Lin parece que solo la apoya su mascota. Uno de los puntos fuertes del libro precisamente son Mephi y Thrana, los “familiares” de Lin y Jovis, que vemos cómo se van desarrollando a ojos vistas en el transcurso de la historia.
Por lo demás, Stewart consigue evitar el temido síndrome del segundo libro en una trilogía con cierta prestancia, aunque como digo hay problemas de ritmo y se podría haber aplicado un poco más de tijera al relato. La historia de amor, aunque no me parece demasiado forzada, tampoco acaba de convencerme. Tendremos que esperar al próximo libro para poder juzgar la historia como un todo.