Suena un poco raro reseñar dos libros en una sola entrega, pero la verdad es que cuando terminé The Collabound sentí que no había leído una novela completa, si no una introducción muy larga de otro libro. Para comprobarlo, me leí enseguida The Hawkling, que es la continuación y mi perspectiva cambió. No voy a decir que se hayan planteado ambos libros como una sola novela que se haya partido por la mitad porque no tengo la certeza, pero es algo que no me extrañaría nada.
Rebecca Zahabi da voz a dos personajes que están en las fronteras de su mundo secundario, no físicamente si no mentalmente. Por un lado tenemos a Isha, una refugiada marcada con un tatuaje Kher que la señala como mestiza, como alguien extraño a quien evitar. Por otro lado tenemos a Tatters, esclavo con su collar de oro mágico a las órdenes de un superior que puede obligarlo a realizar cualquier tarea. Ambos personajes se encontrarán y forjarán una extraña alianza que podría cambiar sus vidas para siempre.
La acción se sitúa principalmente en el Nest, una fortaleza de gigantescas dimensiones que sirve como hogar a los magos y sus aprendices. Y aquí es dónde empiezan a verse las costuras de los libros. Zahabi dota de especial importancia a los combates telepáticos, pero todos los enfrentamientos de los que somos testigos son tremendamente similares. Por supuesto, los variopintos orígenes de Isha y Tatters les dotan de ciertas características que les facilitaran mucho salir victoriosos de estas escaramuzas sin problema. Cansa un poco ya la cantinela de “el elegido”.
Quizá sea más interesante el trasfondo de rebelión que va in crescendo a lo largo de las páginas, con diversas razas oprimidas por los magos con sus poderes, en un trasunto poco sutil de la sociedad actual, cambiando el poder económico por el mágico. Cierto es que en The Hawkling se descubrirán hitos interesantes del pasado que explicarán algunas de las situaciones del presente, pero la intriga no consigue engancharme como lectora y sientes todo el rato que te están escamoteando información por arte de birlibirloque. En una decisión un tanto extraña, Zahabi reduce enormemente la presencia de Tatters a lo largo de la segunda entrega (o segunda parte si damos crédito a mi teoría), dejando una pesada carga en los hombres de Isha, que no sé si es capaz de mantener el tipo durante todo el desarrollo. Y eso que son libros cortos para lo que se estila normalmente en fantasía.
No sé si continuaré con el siguiente volumen de la trilogía porque la autora no ha conseguido interesarme en su porvenir. Es una pena, porque parecía que tenía buenos mimbres y se agradece que los libros no sean tan largos, pero no han conseguido convencerme.