A veces las expectativas que tenemos sobre un libro nos juegan malas pasadas, ya que si esperas demasiado a veces una obra normalita puede parecernos peor de lo que es. La campaña publicitaria de The Combat Codes hacía tanto hincapié en las escenas de acción que al menos en mi caso han resultado ser un tanto decepcionantes y eso que era la principal baza del libro.
Alexander Darwin debutó con esta novela autopublicada, pero pronto llamó la atención de una editorial tradicional que compró los derechos, como ya ha sucedido en otras ocasiones con autores muy queridos en este blog, como Becky Chambers y Josiah Bancroft. Estamos ante una novela de ciencia ficción que cumple punto por punto el viaje del héroe, con lo cual no se puede decir que brille por su originalidad. Se hace especial hincapié en los enfrentamientos, empezando por el leit motiv de las escuelas de luchas: “luchamos para que los demás no tengan que hacerlo”. Los enfrentamientos políticos se resuelven en combates unipersonales, por lo que las escuelas de lucha de cada nación resultan de vital importancia. Lo que antes se guiaba por el honor y el respeto a los Códigos de combate ahora se está convirtiendo en una labor mercantilista.
Resulta un poco inocente la representación de este escenario, pero si hacemos de tripas corazón y nos creemos las condiciones, hay algunos detalles que le dan esa pátina de ciencia ficción que salva al libro. Entornos de realidad virtual, elementos que influyen en el estado de ánimo o en la iniciativa de los personajes, recuperaciones casi milagrosas gracias a la avanzada tecnología… No obstante, a mi entender no consiguen compensar la simplicidad extrema de la trama. Una novela se puede considerar como de paso a la madurez sin necesidad de desvestirla de cualquier complejidad.
Respecto a los combates, es cierto que los hay dinámicos y variados, pero en otras ocasiones tuve que parar de leer para buscar información sobre las distintas presas de judo a las que se hacen referencia, siendo neófita en la materia pero con interés por saber cómo se desarrollaba “cinematográficamente” la escena. Para otro lector más avezado, esto nos supondrá ningún impedimento, pero para mí resultó ser una pequeña barrera, otro obstáculo más.
No me es posible recomendar The Combat Codes como lectura si no es para un público determinado que disfrutará mucho más que yo con la narración de las luchas y enfrentamientos del libro.
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