Con la reciente polémica sobre los premios Hugo decidí volver la vista atrás para ver qué se premiaba hace años, en los “buenos tiempos”. Realmente hay de todo, pero decidí escoger The dispossessed para mi siguiente lectura, una excusa como otra cualquiera para releer uno de los grandes clásicos del género.
Es sorprendente ver como una obra que tiene 41 años sigue teniendo vigencia en la actualidad. Y es que la discusión que se entabla en The dispossessed parece atemporal. El miedo a lo extraño, a lo distinto. El enfrentamiento de sistemas políticos, siempre imperfectos pero siempre ciegos ante esta propia imperfección. La necesidad, impuesta o no, de poseer.
Le Guin ejerce magistralmente como cronista de la historia de Shevek, que en realidad es la historia de la eterna pelea entre distintos sistemas de ordenación. Shevek es un físico nacido en la anarquista Anarres que se embarca en un peligroso viaje al planeta Urras, ya que ve que el anarquismo desarrollado en Anarres está estancado y no le permite desarrollar su Teoría General del Tiempo. Pero en Urras se encontrará en un mundo tan extraño que es incapaz de encontrar las estructuras mentales necesarias para comprenderlo.
El uso del lenguaje por parte de la autora se considera habitualmente un ejemplo de la hipótesis Sapir-Whorf, ya que el propio lenguaje desarrollado por los anarquistas se crea adaptado a su forma de pensar. Por ejemplo, no existen los posesivos, ya que todas las propiedades son comunes.
Es en los pequeños detalles donde podemos ver ideas que siguen apareciendo en la actualidad. Durante el libro se hace una pequeña mención a la maternidad, una madre da el pecho a su hijo durante tres años en Anarres. Este simple hecho desencadena una serie de comentarios al respecto, sobre si es un acto de “propiedad” ejercido sobre el hijo. Con la polémica actual sobre la lactancia materna resulta interesante ver que no es nada nuevo, que ya hace casi medio siglo se hablaba sobre ello.
Es considerado uno de los libros más importantes de la ciencia ficción política y social. Indudablemente, la creación de los distintos sistemas políticos que se nos muestran cumple una de las funciones quizá básicas del género, mostrarnos lo que podría ser, especular con las posibilidades…
El subtítulo comúnmente asociado a este libro es: una utopía ambigua. Y es que ninguno de los sistemas presentados puede sobrevivir por sí mismo. Existe la guerra, existe el comercio, existen las luchas de poder internas incluso en los sitios donde supuestamente no hay poder… Es un libro para reflexionar que no puede dejar indiferente a nadie.
Me alegra que hayas vuelto al pasado para comentar este libro porque me parece que es una de las cumbres de la literatura de ciencia ficción.
Como bien dices, el libro no ha perdido nada con el tiempo. No solo está muy bien escrito, como siempre ocurre con LeGuin, sino que es el único caso que conozco (dentro o fuera de la ciencia ficción) en el que se describe una civilización anarquista de manera realista. Precisamente lo interesante y lo que le da más fuerza es que no aparece como una utopía luminosa sino como una realidad cotidiana alternativa.
Es que de vez en cuando hay que volver la vista atrás para disfrutar de los clásicos. No sé si la sociedad creada por LeGuin sería realista hoy en día, pero si que me parece un interesante ejercicio de especulación y reflexión.