No sé qué pasa este año que casi ninguno de los libros que estoy leyendo consigue atraparme. Por cambiar un poco de palo le di una oportunidad a The Extractionist de Kimberly Unger, un thriller cyberpunk correcto pero que tampoco es rupturista.
En The Extractionist, Unger nos cuenta la historia de Eliza McKay, una hacker freelance especializada en recuperaciones de personas cuya mente ha quedado atrapada en algún tipo de realidad virtual. El concepto resulta muy interesante, la posibilidad de proyectar tu consciencia en lo virtual y luego volver a tu cuerpo real con las experiencias adquiridas allí. Pero, según relata la autora, si en las experiencias virtuales la persona sufre algún cambio de paradigma ahí es dónde tiene que entrar en juego un profesional de la extracción. El trabajo de McKay, muy especializado, está un poco a salto de caballo entre borrar detalles escandalosos de famosos atrapados en situaciones comprometidas y la recuperación de personas dentro de la cultura corporativa.
Para poder tener esta tecnología de inmersión, es necesario un cableado interno y la presencia de nanobots que restauran las conexiones neuronales, así como la ingestión de precursores de serotonina y otras sustancias que se consumen en gran cantidad cuando la capacidad de procesamiento del cerebro también aumenta. Esta es la parte que más me ha interesado de la novela, aunque por desgracia la autora no se detiene demasiado en ella. También resulta muy realista la representación de la cultura empresarial, esa carrera desesperada hacia adelante para conseguir mantener el puesto, bien reflejada en la necesidad de ir adaptando el hardware del cuerpo a la última tecnología, sin reparar en las consecuencias que esto pueda conllevar.
Sin embargo, el desarrollo propio de la novela es demasiado acelerado y puede llegar a ser confuso. Unger no destaca precisamente por su prosa, y la representación de la Realidad Virtual, la creación de código al vuelo, la representación de los ataques software como algo perceptible con la visión gracias a la tecnología no me convence. Tampoco me ha resultado verosímil el tratamiento de las inteligencias artificiales porque no es consistente a lo largo del relato.
Quizá sea una novela de futuro demasiado cercano pero para mí no es suficiente, lo que la deja como un thriller entretenido con el que pasar el rato.