Como ya comenté en esta entrada, Hannu Rajaniemi me parece un escritor muy bueno, lleno de buenas ideas de ciencia ficción dura pero sin dejar de lado la importancia de la trama y de los personajes. Su tratamiento de la “Singularidad” es muy interesante, junto con otros autores que escriben sobre el mismo tema, como Charles Stross y Vernor Vinge.
En The fractal prince seguimos con las aventuras del ladrón cuántico Jean le Flambeur. Todo el primer libro no fue más que un preámbulo para lo que se nos venía encima en esta segunda entrega. Una vez conseguido su objetivo en Marte, Mieli, Perhonen y el ladrón se dirigen a la Tierra.
Si el escenario del primer libro en Marte era muy original, con ese mundo subsistiendo tras las murallas mantenidas por los Quiet, en la Tierra el escenario es postapocalíptico pero no por ello menos sorprendente. Tras las Protocol Wars la humanidad subsiste en una serie de torres rodeadas por el desierto, donde el wildcode ataca a todo aquello que no esté protegido por los Seals. Sin embargo, existen muchas expediciones que se aventuran en el desierto, en una suerte de tarea arqueológica en busca de djinns para comerciar.
En este contexto, Rajaniemi sigue utilizando terminología que nos presentó en la entrega anterior, a la que ya nos habíamos acostumbrado, pero introduce una nuevas palabras que tampoco explica y que hay que deducir por el contexto. Esta puede ser la principal dificultad para disfrutar de la lectura, ya que requiere un alto grado de atención para sumergirse en la historia.
La estructura de la novela asemeja a un conjunto de matrioshkas, de historias dentro de historias, que aún sin llegar a la complejidad de El Atlas de las nubes de Mitchell, recuerda poderosamente a Las Mil y una Noches. La ambientación en el desierto con los djinn que he mencionado anteriormente también ayuda a este recuerdo.
La idea de historias dentro de historias no se aplica solo a la escritura de la novela, también se aplica a su desarrollo y resolución, ya que la forma de cobro de algunos de los personajes por los servicios prestados es conocer historias nuevas y existen muchos bucles en ellas. Me ha hecho pensar en la programación recursiva, entre otras cosas.
Sin querer entrar más en la historia por temor a destripar algo, no puedo dejar de recomendar este libro, que me sigue maravillando conforme pienso en él. Otro voto seguro para los Hugo.
Con éste aún no me he atrevido, porque The Quantum Thief me pareció bastante confuso. A ver si sale nominado para los Hugo y así tengo una excusa para leerlo 🙂 (aunque me temo que tendría que releer The Quantum Thief primero).
Resulta complejo, es verdad. Tanto como confuso… No sé, no me lo ha parecido, pero es que como me está gustando mucho lo que escribe, a lo mejor le perdono los líos en que te mete.