Por fin he podido leer la entrega final de la trilogía Dominion of the Fallen de mi admirada Aliette de Bodard. The House of Sundering Flames nos trae un final muy esperado para la trilogía, un personaje nuevo destinado a desequilibrar todo el entramado de las Casas de París y, en general, una muy buena lectura.
Siempre me gusta destacar la calidad de la prosa de Aliette, capaz de evocar la belleza incluso en la decadencia así que esta tercera entrega no iba a quedarse atrás. Pero también es importante ver cómo los acontecimientos que se han ido desarrollando a lo largo de las páginas van convergiendo en un final acorde con la intensidad que esperábamos.
En el libro seremos testigos de cómo la bondad puede aparecer incluso en los lugares más inesperados y cómo las ambiciones desmedidas pueden dar al traste con las instituciones establecidas a lo largo del tiempo. Aunque el foco de la historia dejó atrás en su momento a la casa Silverspires para pasar a los Hawthorn (la debilidad de la autora por Asmodeus es bastante clara), personajes del pasado vuelven a aparecer para jugar un papel importante.
También es destacable la representación de parejas no heterosexuales, siempre desde el respeto, siendo el ejemplo más claro Asmodeus y Thuan, que han conseguido limar sus diferencias para transformar un matrimonio de conveniencia en una relación más sana, aún con sus altibajos. Me gusta especialmente la representación de los niños en el libro. En la fantasía también hay peques y no todos tienen que estar destinados a ser el héroe de las mil caras, puede que solo quieran jugar.
Me ha resultado muy entretenido buscar las pequeñas debilidades de la autora, como las referencias a las plumas y alguna que otra tuckerización en los personajes secundarios, incluidos supongo como broma privada.
En conclusión, The House of Sundering Flames es un final brillante y adecuado para una trilogía que ha marcado un antes y un después en la carrera de Aliette. Pero, sin duda, lo mejor está por llegar.