La premisa sobre la que se basaba el libro en principio era muy atractiva, un conjunto de villanos que se tienen que unir para hacer frente a un mal mayor, en plan Doce del patíbulo pero con ambientación fantástica. Hay que reconocer que el libro cumple las expectativas, por no es que los protagonistas sean malos, es que son peores. Lo más selecto de cada casa, si la casa está en Elm Street esquina con el inframundo haciendo chaflán.
Nos encontramos ante una obra tan exagerada, con una violencia tan gratuita y tantas salpicaduras de sangre y vísceras que te tienes que reír y te lo pasas estupendamente esperando la siguiente barbaridad que tiene pensada Cameron Johnston. No es un libro para tomárselo en serio, pero teniendo claro este comienzo, es perfectamente disfrutable.
El comienzo se sitúa cuando Black Herran, una demonóloga al mando de sus huestes infernales está a punto de liderar la última batalla contra el bastión defensivo de sus enemigos, rodeada por una serie de capitanes que solo se mantienen a su lado por la codicia y el miedo. Y sin embargo, algo sucede en este último momento que da al traste con las aspiraciones de destrucción de todos.
El libro en sí tiene lugar cuarenta años después de estos sucesos, tras la desbandada del ejército y con una relativa prosperidad en las tierras anteriormente asoladas por las huestes de Black Herran. Pero hay un nuevo poder que va acaparando tierras y sirvientes bajo el estandarte de la luz que amenaza la vida reposada a la que se ha dedicado Black Herran, y tendrá que volver a reunir a sus capitanes para hacerle frente. Solo queda el pequeño problema de que sus antiguos aliados la odian por haberlos dejado en la estacada y que el paso del tiempo no deja a los guerreros igual que estaban antes.
La verdad es que el autor se saca de la manga un repertorio de personajes variopintos que están tan bien dibujados que llevan todo el peso de la obra en sus hombros. Con la fórmula ya conocida de la típica reunión de recursos antes de llevar a cabo un golpe, vamos conociendo poco a poco a estas heces de la sociedad curiosas personalidades, cada cuál con su propia historia y motivación. Un vampiro, una reina pirata, un dios de la guerra sin seguidores… la lista es larga y variadísima. Además, seremos testigos de las interacciones entre ellos que ya os digo que no están basadas en la confianza y el bienestar de los demás, lo que dará lugar a situaciones incómodas… y sangrientas. Lo de sangrienta puede que salga mucho en la reseña.
Es un libro con su buena tanda de páginas, pero os digo yo que se lee en un suspiro, Además, Johnston se guarda algunos ases bajo la manga para crear un final inolvidable y más que adecuado para la historia. Definitivamente recomendable.
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