Tenía muchísima curiosidad por leer la nueva obra de Daniel Polansky, un autor al que he leído en varios registros, como The Builders o Low Town. No obstante, he de reconocer que me he encontrado ante un obra que me ha sorprendido en el aspecto técnico, con uso de recursos de gran complejidad y repleta de huecos que el lector ha de intentar ir rellenando para desvelar qué pasó en realidad.
The Seventh Perfection es una obra escrita en segunda persona, de forma que el propio lector parece el protagonista, pero utilizando unos diálogos de los que solo conoceremos una parte, la del interlocutor de la protagonista. He leído por ahí una metáfora muy acertada para describirlo, leer el libro es como asistir a una conversación telefónica en la que solo oímos una parte.
Esta extraña disposición de los capítulos, unidos a comenzar la acción in media res hace que sean necesarias varias páginas para empezar a entender lo que el escritor nos está narrando, así como lo que oculta. Nos encontramos en un mundo fantástico regido por un Dios que hace relativamente poco tiempo asumió el poder. La protagonista es Manet, una muchacha que ha conseguido dominar las siete perfecciones que suponen el mayor logro para el servicio de este Dios, pero que se encuentra sumergida en un mar de dudas por un objeto que ha recibido que hace que se tambalee todo su sistema de creencias.
Manet irá siguiendo las pistas que se van desplegando ante nuestros ojos con un gran sacrificio personal y un objetivo que no siempre estará claro. Como digo, lo más interesante queda merced a la disposición del lector para ir atando cabos e intentar entender toda la historia. Aparecen referencias a animales fantásticos, a robots… pero esto no es más que un poco de aderezo para seguir extrañándonos con el mundo creado por Daniel Polansky.
No negaré que hace falta una disposición de ánimo algo especial para entrar en el juego de Polansky, pero también es cierto que la escasa longitud de la obra, hace que el reto sea asumible. Os recomiendo su lectura, aunque solo sea para ver qué otras cosas puede ofrecer la fantasía moderna.