Continúan las andanzas de Aemilius y sus compañeros de Legión, aunque esta vez hay algo más de intriga política y algo menos de enfrentamientos con bestias mitológicas, sin dejar de haberlos por que es la salsa de la historia. Esta vez en vez de leer la versión física del libro he preferido escuchar el audiolibro, narrado magistralmente por John Skelley. Podéis pensar que exagero, pero os aseguro que ha sido capaz de dar con una voz distinta para cada personaje, sea hombre y mujer, y dotarla de las características con las que Snorri Kristjansson ha diseñado a sus personajes con su entonación. Un trabajo estupendo.
Aemilius sigue investigando su poder sobre los animales, pero no es la única área en la que va creciendo como persona. Tendrá que emplear a fondo sus capacidades para el subterfugio una vez que se infiltran en la villa romana que es escenario de gran parte del libro, haciéndose pasar por sirviente y descubriendo un mundo que le era totalmente desconocido hasta entonces. Cierto es que la novela tiene algunos pasajes que pueden acercarla al rito de madurez, pero creo que es más bien un entretenimiento ligero que se ve aderezado por estos elementos.
Me parece especialmente interesante el punto de vista del gato doméstico con el que se relaciona cada vez más gracias a su don, veo que el autor cada vez se divierte más con los medios a su disposición y creo que esta parte ha sido la más divertida para él. También ha incluido nuevos personajes a la historia, quizá para tener más variedad en los diálogos y conversaciones o quizá para ir preparando las siguientes entregas.
Estamos hablando de una saga que tiene un carácter marcadamente episódico, que está intentando construir una narrativa algo más constante, pero todavía no se ve el trasfondo y la continuidad que esperaríamos en una serie que pretende prolongarse en el tiempo. Es divertido, sí, pero quizá me gustaría ver mejor el camino y la meta a la que se dirige la historia. Y el pedazo de cliffhanger con el que cierra la novela no era imprescindible para mantener el interés en la historia, me parece un recurso un tanto tramposo.