Ya lo dije en su momento, hay cubiertas que captan tu atención de una manera inmediata y The Silverblood Promise tiene una de esas, obra de Jeff Brown.
La primera novela de James Logan es una fantasía bastante convencional en cuanto a su premisa, con un antihéroe que en contra de lo que le aconsejan sus instintos de supervivencia indaga en la misteriosa herencia que le legó su padre. Lukan Gardova es una personaje muy atractivo, con un pasado oscuro, un presente comprometido y un futuro desolador, con una personalidad arrolladora y muy bien arropado por los personajes secundarios que Logan pone a su servicio. Además la premisa de investigación en torno a la que gira toda la narración consigue mantener el suspense y la intriga durante todas las páginas del libros, que no son pocas. Si además a todo esto añadimos la llamativa narración del audiolibro a cargo de Brenock O’Connor, aunque un tanto cortante, nos encontramos sin duda ante uno de los debuts del año.
La pareja o trío protagonista tiene una química envidiable, con una relación que comienza de la nada pero que a base de pullas y diálogos se va cimentando de una forma muy creíble e incluso entrañable. Por supuesto, el trabajo de construcción de mundo es bastante completo como el cualquier fantasía que se precie, pero cabe destacar que Logan muestra tan solo una parte de lo que ha creado, porque está clarísimo que se ha dejado muchas cosas para la siguientes entregas, que leeré (o me leerán, ¡vivan los audiolibros!) en cuanto me sea posible.
¿He dicho que hay pruebas de fe sobre objetos arqueológicos mágicos? Ese toque a lo Indiana Jones tampoco te creas que le sienta mal a la novela.
The Silverblood Promise tiene recorridos por los bajos fondos y tiene magia, tiene lucha de clases y contrabando, tiene extraños seres con poderes incomprensibles y objetivos incognoscibles, tiene humor y ternura… todo mezclado de una manera que resulta muy agradable disfrutar de su lectura. Yo no dejaría pasar la oportunidad.