Algunas veces, lees un libro que ejerce tal fascinación sobre tí que hay que dejarlo reposar para poder hacerle un comentario acertado. Afortunadamente, me está pasando varias veces este año, lo que quiere decir que estoy leyendo cosas muy buenas.
Gracias a la insistencia de mi buen amigo @odo (paladín de la introducción de nuevos autores de ciencia ficción en España) me hice con un ejemplar de The three-body problem.
Al abrir sus páginas y comenzar la lectura, me he encontrado con un espectacular caudal de ideas que en ocasiones me ha desbordado, pero también con implicaciones políticas que sorprenden en una obra escrita en el poderoso gigante asiático que es China. La crítica a la revolución comunista no es nada velada y las cicatrices que ha dejado en la sociedad siguen apareciendo en el libro, situado temporalmente en un futuro cercano, aunque ciertas tramas se desarrollen en el pasado.
Durante la lectura a veces me he encontrado con el problema de los nombres chinos, que suenan de forma muy similar en mi oido inexperto, provocando varias visitas al dramatis personae que incluye The three-body problem.
El desarrollo de los personajes me ha parecido algo plano, menos en el que es mi preferido Da Shi, algo en lo que coincido con @leemaslibros. Y es que aunque este policía no deja de ser un secundario, cada una de sus apariciones supone un punto de inflexión en el transcurso de la novela. Su pensamiento lateral es utilizado en ocasiones como una especia de deux ex machina por el autor, algo tramposo en este aspecto. A veces parece que la novela avanza a trompicones.
Un tercio de la novela está dedicado a un videojuego (una especie de Civilization) donde se desarrolla la existencia de un planeta y cómo se van encadenando distintas civilizaciones que siempre acaban mal debido a la especial composición de su sistema solar (el famoso three-body problem). Aunque entiendo el uso del videojuego como vehículo de comprensión y de adoctrinamiento, me resulta difícil pensar que pudiera enganchar a un espectro tan grande de jugadores como anhela. Un videojuego en el que el tiempo transcurre de forma distinta según la fase, que sigue jugando aún sin tu presencia y que ofrece pocas recompensas. Quizá sea el desafío intelectual el que lo hace interesante.
Parece que solo le he encontrado pegas a la novela y no es así. Realmente estos escollos se veían totalmente cubiertos durante la lectura por la asombrosa cantidad de ideas que aparecen en cada página. Esto es ciencia ficción hard, con pocas o nulas concesiones de cara a la galería. Pero no importa. Cixin Liu gestiona conceptos físicos como la emisión de ondas o el ruido de fondo del Big Bang con gran fluidez y logra integrarlos en la narración (en un momento determinado me vino a la mente una imagen del libro Brasyl de Ian McDonald con la que sigo soñando en ocasiones). Mi sentido de la maravilla estaba funcionando a pleno rendimiento, así que no me importaba que la trama avanzara a veces mediante casualidades. La consistencia interna temporal de la historia también sirvió para que me entretuviera en hacer cuentas sobre cuándo llegaban determinados mensajes y si tenía sentido el desarrollo de los acontecimientos. Vamos, que me lo he pasado estupendamente leyéndola. Así que mi pregunta es ¿para cuándo el siguiente?
5 respuestas a «The three-body problem»