Haciendo un juego de palabras bastante chusco, diría que me he sentido “traicionada” por este libro. Venía haciendo bastante ruido mediático, incluso autores que me gustan mucho hablaban maravillas de él. Y sin embargo, conforme lo iba leyendo, me sentía cada vez más decepcionada.
Hay que concederle a Seth Dickinson cierta originalidad en el planteamiento, ya que la fantasía normalmente no se centra en las aventuras de un contable. El autor le concede mucha importancia a los registros, a la moneda, al comercio… a todas esas cosas que son la base de la civilización, los engranajes que hacen que todo lo demás funcione.
Desgraciadamente, lo que no consigue es que estos temas resulten interesantes.
Baru Cormorant es una joven muy inteligente que vive en una isla que está siendo “colonizada” de forma silenciosa por el Imperio. Poco a poco van cambiando las costumbres de los isleños, forzándoles a negociar con su moneda, a seguir su forma de pensar. Toman a los más jóvenes y les dan la “oportunidad” de estudiar en sus Escuelas siendo así como consiguen moldear a su gusto a lo más granado de la próxima generación.
La estricta moral del nuevo imperio choca frontalmente con las tendencias de esta tierra, donde los matrimonios de tres personas son moneda común. La propia Baru tiene dos padres y una madre y su orientación sexual no da lugar a dudas, ella es lesbiana. Éste será el eje sobre el que girará toda la novela, la negación por parte de Baru de su naturaleza para adaptarse a las exigencias del Imperio.
Sin querer desvelar más de la trama, me gustaría notar que el cambio de escenario que ocurre a continuación es algo brusco, con el objetivo claro de dejar abierto el camino a posibles secuelas.
Las traciones dentro de traiciones, las intrigas políticas y los intercambios pensando en el propio beneficio se suceden en la vida de Baru, pero desgraciadamente Dickinson no consigue que sean creíbles y, lo que es peor, no consigue que capten mi atención. Lo más positivo que puedo decir de este libro es que me ha hecho ponerme al día de otras lecturas, porque siempre buscaba la menor oportunidad para dejarlo de lado. Es muy triste decir esto de una obra, pero es lo cierto.
No puedo recomendar esta novela, que nunca ha llegado a funcionar para mí.
A mi me parece que este libro no es el cup of tea de ningún lector hispanohablante porque no nos ha gustado a ninguno.
Alguno tendrá que haber, desatinados hay en todas partes.
Jeje, ¿seguro? De momento todas las reseñas que he leído en español alaban las buenas ideas de la novela (que efectivamente tiene) y el interesante planteamiento inicial y luego podemos a caldo a Dickinson por la funesta ejecución de la misma.
A veces no hay quien entienda a la crítica americana.
Solo he visto dos comentarios, así que es poco para decir que sea una tendencia. Pero, que hay veces que no sé que le ven a algunos libros no te lo discuto.