Soy capaz de perdonarle bastantes cosas a un libro si las compensa con otras, pero me costará mucho aburrirme con otro libro tanto como me ha aburrido The Unspoken Name.
El ritmo de la novela empieza bastante parsimonioso y lento, lo que yo pensaba que podía ser una introducción cautelosa en exceso resultó ser el tono de toda la narración. Vemos como Csorwe es la elegida para un sacrificio ritual al Unspoken One y lleva una tranquila vida novicia hasta que llegue su hora. Es algo tan aceptado que no le supone ningún problema, es su destino manifiesto. Sin embargo, cuando un poderoso mago llega la monasterio y la “rescata” de la muerte, tampoco es que abrace la vida con la que se ha encontrado con fruición, se dedica a ser la chica de los recados del mago.
Hete aquí que el mago, llamado Belthandros Sethennai, lleva buscando un objeto mágico durante mucho tiempo. Y Csorwe es la encargada de ir por distintos mundos en busca del relicario, porque claro, ¿para qué se va a entretener el mago súperpoderoso en buscar un instrumento de increíble antigüedad pudiendo mandar a una adolescente a la que has acogido? ¿Y si le ponemos como compañero a otro adoptado al que desprecia? Un plan sin fisuras.
A todo esto, no sé si os he dicho que Csorwe es una orca. Porque tampoco es que la autora haya hecho mucho hincapié en eso, es algo que he deducido por que la protagonista tiene colmillos inferiores que le sobresalen de la boca, pero aparte de eso, es irrelevante. A otros reseñadores les ha pasado que se han enterado “después” de leer el libro, así que imaginad lo importante que puede resultar para la trama.
No podía faltar la presencia de otra maga poderosa con otro destino manifiesto bastante chungo a la que Csorwe acaba rescatando, completando el circulo de salvada a salvadora. La presencia de algunos muertos vivientes que se enfrentan a ellas para darle “vidilla” al libro no deja de ser anecdótica y bastante rocambolesca.
Podría haber habido alguna reflexión sobre la posibilidad de huir del destino al que nos vemos abocados por las presiones familiares, por la tradición o simplemente por estar ahí en el momento adecuado, pero no es el caso, la autora pasa un poco de puntillas por este tema y decide centrarse más en una trama amorosa que se ve venir desde Sebastopol, aunque ninguna de las afectadas es capaz de percatarse hasta que el tema les da directamente en la frente. Esto puede tener algo de excusa por la inexperiencia de las involucradas, pero tampoco es que Larkwood lo maneje con demasiada soltura.
En definitiva, un libro con el que os recomiendo que mantengáis la distancia de seguridad, sobre todo si le tenéis aprecio a vuestro tiempo y vuestras neuronas.