He de reconocer que las circunstancias que han rodeado mi lectura de The War of the Maps no han sido las más idóneas, ya que mi incapacidad para concentrarme y la escasez de tiempo que dedicar a la novela han jugado en su contra. A pesar de todo me he encontrado con una novela sólida que juega con las modificaciones biológicas controladas o no en un mundo que comienza siendo una incógnita del que poco a poco se va desvelando su estructura.
El protagonista absoluto de la novela es el lucidor, una especie de investigador policíaco ya retirado, que vuelve a ejercer su función para capturar al que fue su némesis. Esta persecución le llevará fuera de su ciudad estado y servirá al autor para que el lector vaya descubriendo poco a poco las peculiaridades del mundo.
El lenguaje que utiliza McAuely es precioso. Si ya nos habíamos fijado en la palabra ecopoet en su novela Austral, en esta ocasión no solo hace hincapié en la creación de palabras, es que toda la prosa invita a disfrutar de su belleza. Me costó un poco al principio entrar en su juego, seguramente debido a esa falta de capacidad de concentración que comenté antes, pero una vez superado este obstáculo te puedes recrear en cada página.
Resulta muy interesante ir recopilando las migajas de información que nos vamos encontrando por el camino para hacernos una idea de cómo es el mundo en que vive el lucidor y cómo los recuerdos de la tecnología ya perdida se van entrelazando con una mitología única. Y qué decir de las posibilidades biológicas de los estudios de ADN, que en libro se identifican como mapas, pues al fin y al cabo son los mapas de la vida.
También entran en juego las capacidades que poseen algunos personajes para alterar sus alrededores. Algunos pueden convencer al resto de las personas de lo que quieran, o provocar daño en remoto o como el protagonista, anular estas capacidades en los demás. Estas cualidades podrían dar mucho más juego del que McAuley aprovecha, quizá porque en el fondo se trata de una novela con un protagonista en el crepúsculo de su vida, obsesionado por finalizar una labor que considera pendiente.
Hay periodos de tiempo en los que parece que no pasa nada y eso no le sienta demasiado bien a una narrativa ya de por sí bastante pausada. No es que esperara una novela de acción y aún así hay algunas escenas que se podrían considerar de estas características, pero en general el tono es reposado y en ocasiones, demasiado parado.
Me gustaría haber podido disfrutar de The War of the Maps porque creo que la novela lo merecía. Quizá vosotros, en otro momento, podais hacerle justicia.