En esta ocasión he tenido la suerte de compartir lectura y reseña con Antonio Díaz. Os proponemos un juego, ¿sabríais decir quién ha escrito cada párrafo del post?
The Winter Road es la nueva novela de Adrian Selby un autor que ya nos llamó la atención con su primer libro Snakewood y al que decidimos seguir la pista tanto Antonio Díaz (@mertonio) como yo.
Esta novela está situada en el mismo mundo que Snakewood y se pueden ver muchas de las características ya patentes de la forma de escribir del autor, como el uso de un lenguaje coloquial y gramaticalmente incorrecto, en el que cuesta introducirse.
Aunque en esta novela ése recurso está menos exagerado que en Snakewood, sigue siendo un tanto molesto.
Selby utiliza de nuevo el sistema de pociones y brebajes que tanto nos gustó en su primera novela. Guerra biológica en el medievo. Pero me parece menos fresco y sugerente.
Es cierto que los personajes parecen farmacopeas andantes, haciendo especial hincapié tanto en los materiales necesarios como en las recetas que hay que seguir para la confección de las pócimas. De hecho, se da mucha importancia al aspecto económico de la narración, la relación entre coste y beneficio, tanto pecuniaria como físicamente.
También el aspecto físico de la gente es importante. Si has pasado un tiempo guerreando habrás tomado pociones y brebajes que te cambian permanentemente el color de la piel, que se convierte en una señal de estatus (o un estigma). A pesar del esfuerzo en retratar la sociedad de The Winter Road, el resultado es un tanto genérico. No encuentro rasgos distintivos de la clásica sociedad low fantasy.
Este es uno de los fallos de la novela, pero a mi entender tiene un problema estructural más grave. Mientras que nos estaba contando una historia se le va la mano con una trama que podía parecer secundaria pero que acaba siendo lo más importante del libro.
El juego de la novela con los dos momentos temporales (presente y pasado) me da a entender que es un desarrollo argumental buscado, pero pienso que habría sido más interesante una novela sobre las vicisitudes de la construcción de la carretera per se que el western crepuscular que resulta siendo.
Y el cambio de estilo narrativo “tradicional” al epistolar de los últimos capítulos no hace si no acentuar la sensación de un cambio de planes, de una pérdida de interés por terminar la narración una vez que se ha acabado la historia de venganza engañosamente secundaria.
También utiliza las cartas para dilatar temporalmente la narración, aumentado bastante la cantidad de hechos que ocurren a base de elipsis muy bien tratadas. Y casi como coda, consigue enlazar The Winter Road con Snakewood, aunque solo sea tangencialmente.
Sin embargo a mí el final epistolar me parece imprescindible. Sin él la historia queda inconclusa en cierto modo. Ésta es la segunda oportunidad que le damos a Selby, y aunque ninguna de sus novelas es mala, les sigue faltando algo para terminar de despegar. Para poder atreverme con él una vez más, la premisa tendría que ser terriblemente atractiva.