Aunque ya venía sobre aviso, la decepción que me he llevado con The Wrong Stars ha sido importante, porque un autor con un gran cartel que se adentra en uno de mis subgéneros favoritos podía haber sido una lectura interesante. Por desgracia, no ha sido el caso.
Y lo peor es que el escenario promete. No es que sea el culmen de la originalidad, pero algunas buenas ideas sí que tenía Pratt. Pero cuando se pone a explorarlas, tanto el ritmo como el interés de la novela cae en picado.
Una de las principales pegas que se le puede poner al libro es la falta de sutileza, tanto en las relaciones interpersonales como en la exposición. El hecho de que a dos de los personajes que se acaban relacionando sentimentalmente lo único que les falte para demostrar su interés mutuo desde el principio es un campeonato de lanzamiento de lencería es solo un ejemplo. También la forma de exponer la información cae en el infodump o en el “como-ya-sabes-Bob”. De nuevo poca sutileza.
Un recurso que utiliza bien es el de información parcial. Los humanos se relacionan con el resto del universo a través del conocimiento adquirido exclusivamente de una raza alienígena, por lo que pueden ser víctimas de cualquier engaño. Esta efecto de visión de túnel, esta especie de narrador no confiable que tanto juego podría haber dado es despachado en apenas dos párrafos y lo que es peor, es utilizado de nuevo en la relación de la que hablaba antes, dando un resultado bastante tosco ante la reiteración de la misma idea sin ningún cambio.
En la narración se nota cada puntada de las costuras. No digo que el autor no se tenga que preparar el terreno para las “sorpresas” finales, pero son bastante predecibles y algunas reacciones de los personajes son directamente contrarias a la lógica.
Algunas partes se pueden salvar, como esa raza alienígena tan variada y tan inconstante, a la que sin duda se podría haber sacado más provecho. El escenario del sistema solar recuerda un poco a 2312 sin nada de rigor científico (ni jerga técnica) o también a The Expanse. También tiene referencias nada sutiles a Iain M. Banks o a algunas obras de Robert Heinlein y puede tener un interés anecdótico encontrarlas.
Es necesario hacer un gran ejercicio de suspensión de la incredulidad para disfrutar de The Wrong Stars y es algo que yo no estaba dispuesta a hacer.