La mayor parte de Void Black Shadow transcurre en una prisión, así que sería fácil definirlo como drama carcelario. Ciertamente, algunos de los métodos utilizados para quebrantar la voluntad de los prisioneros no parecen haber cambiado a pesar de que la acción esté situada en un futuro lejano en el que la humanidad ha colonizado la galaxia. Duras imágenes como los manguerazos con agua fría, la privación de alimento o directamente la tortura física nos harán pensar que realmente el ser humano apenas ha evolucionado.
La cárcel, sin embargo, resulta un entorno muy adecuado. Al hecho de estar situada en un remoto planeta lejos del espacio habitado, se le une que los guardias de seguridad no se encuentran físicamente en el lugar, si no que ejercen sus funciones a través de avatares robóticos que controlan desde un cuerpo celeste cercano (el nivel de las telecomunicaciones en el futuro es excelente, aquí ni problemas de tiempo de convergencia de redes ni nada). Y unos collares bomba que pueden explotar si hay algún intento de fuga tampoco es malo para la seguridad, qué queréis que os diga.
Este escenario que podría resultar muy interesante, se desperdicia un poco por la propia naturaleza de la protagonista. Mars es tan poderosa que por sí sola es capaz de desequilibrar cualquier batalla, independientemente del número de efectivos enemigos a los que se enfrente. Cuando la diferencia es tan acusada, los enfrentamientos pierden interés y en una historia de ciencia ficción con un tono marcadamente militar, es una lástima que las batallas sean intrascendentes. White se aplica en la descripción de la lucha y en los detalles más sangrientos, pero no consigue compensar esta marcada desigualdad.
Espero que Corey encuentre alguna forma de equilibrar la balanza en la siguiente entrega de Voidwitch, porque tiene los elementos para crear un relato memorable.